• 2024-12-02
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Ecos de la consulta

Pese a los obstáculos puestos por la administración, el Externado avanza en su proceso de democratización.

Por segunda vez, en menos de un año, la comunidad externadista, profesoral y estudiantil, se manifestó colectivamente, dejando en claro su deseo de que cambien las cosas en el Externado. Primero, la elección de representantes de profesores en el Consejo Directivo y la semana que pasó la consulta generalizada que, a pesar de su accidentado epílogo, mostró la preferencia por el nombre del profesor Hernando Parra como nuevo rector.  

El Externado habló duro y claro. Lo que ahora sigue es no ignorar el libreto que quedó sellado en las urnas. 

Son varias las lecciones que quedan de este experimento que por primera vez se ensaya en una universidad colombiana, justo es decirlo, no por iniciativa de la administración, sino de fuerzas independientes y autónomas. Lo que vivió el Externado debe ser imitado en todos los centros educativos del país que estén empeñados en construir escenarios auténticamente democráticos. 

Una primera enseñanza que deja esta jornada electoral es la de que los externadistas no comen cuento a los rumores, infundios o campañas soterradas que se mueven en las salas de redacción de los medios de comunicación. En efecto, mientras en un conocido medio radial, un reputado periodista el día en el que se inició la votación de la consulta daba por hecho que ganaría el doctor Edgardo Maya, los resultados lo ubicaron en cuarto y último lugar, lo que a la postre lo llevó a “renunciar” irrevocablemente. No son fieles ni certeros los cálculos de los opinadores e informadores, como no lo fueron hace nueve años, cuando desde un noticiero de televisión también aseguraban que el rector sería otra persona diferente de la que fue designada. 

La otra gran lección que quedó de esta consulta fueron los sucesos a los que asistimos estupefactos. En primer término, la extraña convocatoria de la rectoría al discernimiento de títulos a los profesores para el primer día de la elección, fue una indebida intromisión en el proceso electoral por parte de la administración. Entregar diplomas a los profesores en trance de elegir un rector, cuando quien convocaba claramente tenía candidatos propios, no fue, por decir lo menos, una señal ni siquiera amable. Guardadas proporciones es como si un día antes de la elección presidencial el mandatario de turno organiza una entrega de casas regaladas. 

Y peor todavía los discursos que el rector Juan Carlos Henao pronunció en esas ceremonias con empleados y profesores, exaltando la labor de la Secretaria General, precisamente la funcionaria cuya gestión desató buena parte de la fractura institucional que tendrá que reparar el nuevo rector. Tan inoportuna ponderación de una persona tan controvertida fue un desafío y al mismo tiempo una provocación, porque constituyó una señal subliminal al electorado para que favoreciera a uno de los aspirantes ungido por el favor rectoral, la que a pesar de haber resultado fallida en todo caso fue desleal y nada garantista. A ello se agrega la entrega de información selectiva por parte de la administración, para favorecer un único candidato. 

Pero todavía faltaba el vergonzoso y escandaloso episodio protagonizado por la firma YanHaas y la propia rectoría, quienes acuñaron la peligrosa tesis de que para evitar filtraciones darían los resultados sin suministrar los nombres de los candidatos, dizque porque así lo había aprobado el Consejo Directivo, lo cual, obviamente sembró la penosa inquietud de que habría fraude. Y esa preocupación resultó legítima porque en la antesala de la consulta la rectoría fue reacia a que se contratara un firma externa e independiente y a que hubiera veedores y testigos electorales. A regañadientes el rector y su segunda aceptaron contratar una firma que resultó ser YanHaas, cuyo profesionalismo y seriedad quedó en entredicho en esta ocasión. En efecto, la pretensión de entregar resultados sin divulgar los nombres de los candidatos, como lo sostuvo la firma auditora con el apoyo del rector, sin duda, ha quedado como muestra de un suceso insólito que nadie creería que iba a sucederse en el templo del derecho y de la juridicidad de lo que supuestamente nos sentimos orgullosos en el Externado.  

El resultado electoral ha sido contundente. A pesar de las voces de los malos perdedores que ahora se dan golpes de pecho porque la participación estudiantil tuvo un 42% de abstención, como si el 58% del estudiantado que sí participó, más el 78% del electorado profesoral, no fueran lo suficientemente significativos para tener por contundente la jornada electoral que señaló el camino y aseguró un futuro democrático y decente para la universidad. 

 ¡Externado, presente!, hasta siempre.

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