Educación Externadista en el limbo
Igualdad y respeto son los valores que deberían primar en la relación entre estudiantes y profesores.
Por: Emmanuel Márquez.
Estudiante de la Universidad Externado de Colombia.
La educación que caracteriza a nuestra alma mater está basada en relaciones de igualdad y respeto, donde el aprendizaje es un trabajo en equipo, más no un sometimiento.
Me refiero a los casos cuando el profesor menosprecia las opiniones de un alumno, pretendiéndose sabio; al que insulta el estudiante por no cumplir sus caprichos; o el que apenas en su primera clase, muestra posición dominante y prepotente, separando desde el primer día la relación docente-alumno; y finalmente, al que no recibe críticas sobre la metodología de su clase, ese mismo que examina con hostilidad y sin garantías. En fin, casos hay muchos, e inclusive pude traer apenas ejemplos blandos.
Debo admitir que, en mi recorrido como estudiante del Externado, nunca he recibido tratos denigrantes por ningún profesor y jamás me han hecho sentir sometido a sus órdenes o menospreciado. Pero esto no significa que este tipo de situaciones no se presenten en la Universidad, pues no pertenecemos a en una institución exenta de errores. Existen muchas cosas por corregir. Si denuncio este tipo de circunstancias, es porque sé de testimonios de quienes han vivido tales episodios, los cuales no son pocos y si, al contrario, muy preocupantes.
La educación basada en la igualdad y el respeto tiene todas las ventajas. Permite al estudiante abrir sus opiniones, ser crítico, motivarse por las materias correspondientes y relacionarse con la academia. Más allá de las ventajas de esta formación, también se aprende, junto con los conocimientos científicos, de los valores. Esos mismos que son claves en una sociedad que, al no tenerlos claros, evidencia cada día más casos de corrupción, egoísmo, irrespeto e individualismo.
Esta enseñanza en valores no es algo secundario en nuestra universidad, pues fueron nuestros padres fundadores quienes lucharon contra la intolerancia, en pro de la educación, y además el preámbulo de nuestro reglamento tiene como base la libertad y los valores.
En cuanto al deber de los profesores con la igualdad y el respeto, estas dos cualidades parecen no calar del todo en algunos de los docentes actuales, que desconocen en medio de su arrogancia que también pueden aprender de sus estudiantes. Pareciera que olvidarán que para la calidad de la clase, es elemental el estudiantado.
Añado, el maestro siempre estará sujeto al reglamento y la permanente evaluación y crítica de la comunidad académica a la que pertenece, la cual se caracteriza en esencia por la tolerancia y la libertad. Tampoco podemos olvidar que la Universidad tiene un compromiso social, una meta de transformación, que sólo se cumplirá difundiendo conocimiento y valores, como dos elementos complementarios que forman una unidad.
En conclusión, la educación se construye en equipo, con aportes del alumno y del profesor. No es posible alcanzar la meta sin entender que estos dos sujetos están comprometidos, el uno con el otro, para obtener el máximo provecho del saber y del conocimiento.
No pretendo en esta columna hacer una reflexión al aire, sin eco; ni mucho menos lanzar simples quejas. Anhelo que quien lea este texto entienda que es más ventajosa la educación igualitaria y respetuosa. Pero si no, al menos estaré tranquilo si dejo claro que el espíritu de la enseñanza de la Universidad Externado tiene estos principios y quien no los acepte o no esté de acuerdo con ellos simplemente no está en el lugar correcto. Quizá podrá ser un gran académico o profesional, pero nunca
un externadista.
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Con el debido respeto que el escritor de este texto merece, por experiencia propia expongo que muchas de las afirmaciones expuestas no son más que una falacia. Salvo la educación igualitaria que brinda la Universidad mencionada, resultando imperativo destacar el alto grado del adjetivo al reconocer de manera, quizá un poco mediocre, al estudiante sobresaliente, pues debiendo recibir este más méritos de los que la Universidad brinda, no es así el resultado.
Por otro lado, la Universidad tiene profesores poco respetuosos con los alumnos, incluso algunos caracterizados por humillarlos con denominativos no pertinentes a un alumno.
En conclusión, la Universidad se estima de alto prestigio; pero, en realidad, es una excelente fachada.