Externado facho
¿De cuándo acá tantos externadistas en medios y redes sociales defienden más al nefasto y peligrosísimo Estado de Opinión y no al Estado Social de Derecho?
Por: María Antonia Pardo.
Graduada de la Universidad Externado de Colombia.
El 27 de septiembre de 1995 iba subiendo en buseta por la Candelaria hacia El Externado cuando me topé de frente con una imagen que jamás olvidaré: los destrozos de un atentado. El objetivo era Antonio José Cancino, reconocido catedrático de la Universidad, y quien para el momento defendía al entonces presidente Ernesto Samper Pizano en lo que se conoció como el Proceso 8.000. Para la época, yo cursaba cuarto semestre de Finanzas y Relaciones Internacionales, tenía 19 años y nunca antes había presenciado algo así, porque si bien soy de la generación de los bombazos y el narcoterrorismo, mi terruño de origen, Barranquilla, no era una ciudad particularmente violenta.
La fecha, aunque trágica, pues cobró la vida de dos seres humanos, la recuerdo con cariño porque ese día se encendió en mí una llama que sigue viva. Ese atentanto fue la chispa. Justo en ese momento entendí de qué hablaba Hinestrosa, el inolvidable Hinestrosa -el papá, no el hijo- cuando se refería al “talante externadista”. Bajé de la buseta y encontré en el parqueadero a un grupo de jóvenes estudiantes de Derecho convocando a una marcha de protesta. “¿Podemos ir los de Finanzas?”, pregunté. Decidí capar clase e irme con ellos en una nutrida manifestación espontánea por toda la Séptima, hasta el Hospital Militar, a donde se llevaron a Cancino y lo salvaron. Fue así como marché por primera vez en mi vida por el derecho al disenso, a vivir en paz, a que no nos maten por estar en orillas distintas, alcé mi voz de protesta en defensa de la democracia y de la diferencia. Marché por todo lo que yo creía entonces que era ser liberal. Y fui feliz. Y no por salir en la portada de Revista Semana, sino porque mis convicciones y yo hicimos clic.
¿De ese Externado qué queda? La verdad no sé. Me entra la desesperanza cuando veo a tantos externadistas en medios y redes sociales defendiendo con uñas y dientes al nefasto y peligrosísimo Estado de Opinión y no al Estado Social de Derecho. Cuando leo a Iván Cancino, hijo de Antonio José, tan externadista como su padre, como su madre y como yo, o lo escucho dando alguna declaración o lo veo en fotos con algún personaje de esa “godarria” colombiana tan opuesta a todo lo que el Externado lleva más de un siglo combatiendo, me siento estupefacta. E Iván es solo un ejemplo visible de esos externadistas tan poco externadistas, pero son muchísimos, cientos, ¿Acaso miles? ¿Se murió el doctor Hinestrosa y se llevó consigo el ADN liberal del externadista? Muy preocupante.
Algunos dirán que exagero, que el Externado es el mismo, esa preciosa edificación con las mismas flores y los mismos árboles, pero como no me gusta mentir ni mentirme, les llevaré la contraria. El Externado no es el de antes y está en serio riesgo de convertirse en una institución más del montón, una que gradúa a personajes para que defiendan siempre el status quo a como dé lugar y no para que sean críticos del mismo.
Por eso estaré a partir de este mes con ustedes en este espacio de El Radical, pues creo que la academia tiene todo que ver con el rumbo del país. Si no queremos una Colombia empeñada en anular la voz de las minorías, del que piensa distinto, si no queremos un país que pretende amordarzar a quien controvierte, toca empezar por casa.
¿Qué está pasando con el nuevo Rector y por qué hay tantos quejas en voz bajita sobre su gestión poco democrática? ¿Ya no es el Externado la Universidad de las voces críticas, esa piedra en el zapato incómoda que pone a todos a pensar? ¿Algo queda del talante original con el que se creó hace 133 años la que se ufana de ser la primera universidad laica en el país? ¿Está acaso muriendo el último bastión del liberalismo en la academia?
Después de viejos, ¿fachos?
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No entiendo por qué el Externado que se quiere es el que sigue las directrices de la represión al disenso; el que alienta el insulto a quien se atreve a opinar diferente; el que tilda de “facho” a quien considera que la opción social-anarquista no es la mejor para nuestra sociedad. Pienso que si algo se ha cultivado en el Externado es el respeto por la diferencia y por la exposición de las ideas. Que Cancino Gonzalez no aplauda el extremo disociador que abrazan otros, no lo hace menos digno de su condición de hijo de Antonio José, Emilsen y del Externado.