Más de 40 Derechos de Petición en el Externado
Presuntos casos de malos manejos y corrupción siguen manchando el buen nombre de la Universidad, mientras los directivos guardan silencio.
Por: Juan Simón Vásquez.
Representante de Estudiantes ante el Consejo Directivo de la Universidad Externado de Colombia.
Un evento que marcó la agenda del cuerpo directivo de la Universidad, auspiciado por el suscrito directivo. En efecto, más de 40 derechos de petición tuvo que resolver el Consejo Directivo, el Rector, y varios comités de ‘científicos’ ad hoc.
Durante el semestre pasado, un sinnúmero de personas entre los cuales se encuentran: docentes, estudiantes y funcionarios administrativos de diferentes rangos, y por diferentes medios –correo electrónico, WhatsApp, redes sociales e incluso, en persona–, movidos por la preocupación en el manejo de recursos de la institución, me contactaron para tomar un café, eso sí, a kilómetros del Externado y pidiendo reserva de sus identidades, apelaron a mí con el argumento que, de cualquier forma, generaba alguna confianza exteriorizarme algunos aspectos que les consta. Algunas de estas personas, incluso tenían documentos que constataban aspectos propios de malos manejos y de sus afirmaciones.
Ahora bien, recibida alguna información, en ocasiones alarmante, en otra solo confirmatoria, se hacía el correspondiente trámite de “consulta” a la Universidad para que esta tuviera la oportunidad de manifestarse sobre la información, tal vez, en todas las ocasiones, fueron evasivas sus respuestas, que dejaban muchos indicios que derivar de esa actitud secretista.
Podemos estar hablando de 40 derechos de petición aproximadamente, entonces: ¿De qué se tratan estos documentos? Una sola respuesta: TRANSPARENCIA. Con esto se pretendía saber si es cierto que la institución desembolsa dinero injustificado en las cuentas bancarias de representantes estudiantiles, contrata firmas que interceptan personas, sufraga conductores y/u otros gastos a la familia Hinestrosa, después de despedir a José Gregorio Pachón (por conductas corruptas) se mantuvo vinculado para continuar su comportamiento en favor de alguna familia, enajenó todos los bienes sin la aprobación del órgano directivo, algunos de sus funcionarios facturan a diario alarmantes sumas por concepto de transporte, hay profesores que sin dar una sola clase en un año perciben salarios de hasta nueve ceros.
También solicité copias de las actas del Consejo Directivo, los Estados Financieros –sobre los cuales me corresponde pronunciarme–, el presupuesto (que por cierto me corresponde expedir).
La respuesta de la Universidad, cuando menos no es ética, pues significa pedirle a alguien que apruebe algo sin leerlo respectivamente, también es estandarizada y evasiva como lo han manifestado los dos Jueces de la República que, en sede de tutela, han amparado las peticiones del suscrito.
Por otra parte, no es forma de responder a afirmaciones de propios funcionarios de la Universidad tendientes a sugerir corrupción interna, las insinuaciones de malos manejos se rechazan de plano, no con discursos huérfanos existencialistas en su contra, sino con transparencia.
Evidentemente, no se puede calificar de difamador a quien pregunta, pero mucho menos se puede calificar como tal, aun cuando se tiene escondida la información que sirve de soporte para las afirmaciones, es allí donde se observa un indebido ejercicio del poder. Por su parte, la comunidad en etapa de negación, bajo la idea de ‘solo se invierte en jardines’, se ha hecho ajena de revisar hechos que no tendría por qué presentarse, es deber de los externadistas de hoy, el Externado que dejamos a nuestros sucesores.
Como corolario y respuesta a la pregunta introductoria de estas líneas, tenemos que en el marco de las restringidas capacidades de un estudiante en el Consejo Directivo –que no negocia por debajo de la mesa–, esto se trató de Control Político como un ejercicio de transparencia. ¿Acertado? ¿Errado? La historia responderá…
Adenda: Importante la elección de nuevos estudiantes al Consejo Directivo, ya no son los que se sentaban al final de la mesa y aprobaban como borregos lo que se ponía al frente. Difícilmente los vuelven a subestimar.
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