Por un nuevo humanismo
La aproximación a la cultura fortalece la capacidad analítica y conceptual del estudiante.
Por un nuevo humanismo
La aproximación a la cultura fortalece la capacidad analítica y conceptual del estudiante.
Por: Saúl Sotomonte.
Profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
Hacemos parte de una “aldea global” que nos permite beneficiarnos de los avances de la técnica como el internet, de la libre empresa con su capacidad de generación de riqueza y de empleo, y de la globalización con el mejoramiento en la colocación de los bienes y de los servicios, pero también estamos siendo afectados por la superficialidad cultural originada en la rápida y dosificada información que se suministra en las redes sociales, así como por el condicionamiento de la sociedad de consumo, y por el desarraigo que la llamada aldea global comporta. Todo lo cual se suma a nuestras propias falencias como son la corrupción, la crisis institucional y la falta de objetivos precisos en el esquema educativo, lo que nos está llevando a la pérdida de confianza en nosotros mismos. Situación que no puede ser superada sino en desarrollo de una pacífica y razonada “revolución cultural” a través de la educación, espacio en donde todas las instituciones del sector con su cuerpo docente están obligadas a cumplir un papel protagónico.
No podemos seguir tan solo con la crítica de nuestras falencias, sino que debemos tomar conciencia de la situación y asumir los deberes y la responsabilidad que cada uno de nosotros tiene en nuestro diario quehacer. De lo contrario, seguiremos siendo, por activa o por pasiva, parte de la decadencia.
Por si fuera poco, a lo anterior se suman los problemas originados por la pandemia, coyuntura que debe ser aprovechada para involucrar todo lo necesario en el “cambio de vía” que la misma impone, como lo anotan importantes pensadores como el filósofo francés Jean Morin. Así como estamos inmersos en la problemática universal de los tiempos presentes, hagamos parte también del necesario “renacimiento” que a gritos se clama. No es posible que la sociedad tenga que seguir sometida a los avances de la técnica y a las leyes del mercado. Estas no pueden ser más que instrumentos para la búsqueda de un humanizado bienestar.
Recurrimos a la expresión “renacimiento” porque esta corresponde al quehacer de una época de la historia de la humanidad en donde en todas las áreas del conocimiento se buscó volver a los valores clásicos para así salir del bloqueo cultural de la edad media, revindicando de esta manera la capacidad creadora de la especie humana, no solamente en las artes sino también en la concepción filosófica y política, lo que más adelante dio paso a los grandes avances científicos y a la creación del Estado moderno con todas sus virtudes e imperfecciones.
Nuestra Fundación Universidad Externado de Colombia, además de sus propios problemas y de su valía, se beneficia de las ventajas del país, pero también es parte de su problemática, por lo que le incumbe un papel protagónico en el gran cambio que se impone, por lo que debe continuar con los ajustes que el nuevo rector tiene en curso para luego buscar nuestro propio paradigma, lo que implica que todos trabajemos a conciencia y con responsabilidad para lograrlo.
A nuestra universidad como todas las instituciones educativas les corresponde en primer lugar formar a los ciudadanos para la convivencia mediante el respeto, la tolerancia y el cumplimiento de los deberes y por, sobre todo, que se liberen del agobiante consumismo, y luego sí en la requerida capacitación profesional en cada una de las áreas. No se puede seguir formando tan sólo los hombres mercancía que el mercado exige, sino que además de prestar un servicio profesional, también piensen y actúen con los valores propios de un nuevo humanismo que el anhelado y necesario renacimiento nos ha de traer.
No obstante, el desorden y la desorientación con que el nuevo rector tuvo de recibir a la institución es tan innegable que esta cuenta con gran capacidad patrimonial, con un cuerpo de valiosos docentes y una acertada conducción lo que le permitirá lograr su paradigma, el que no puede ser otro que la formación de verdaderos ciudadanos y de idóneos profesionales en cada una de las áreas escogidas por los interesados. Razón por la que nos permitimos insinuar que en todas las facultades se debe iniciar con una formación común tomada de las ciencias sociales. Dentro de los varios aspectos, se deben transmitir las normas mínimas de convivencia del derecho policivo, de la organización del Estado y los valores éticos de una sociedad. Escenario en donde la Facultad de Ciencias de la Educación debe cumplir una destacada labor, ya que allí se forman los docentes que habrán de participar en la construcción de la nueva sociedad.
En lo que corresponde a nuestra Facultad de Derecho, creemos que después de esa formación e información común y básicas de los primeros años se debe pasar a la fundamental de la carrera como es lo relativo al origen y formación del Derecho y a su función en las diversas áreas. Luego se debe fortalecer al estudiante en lo concerniente a la responsabilidad, tema central del Derecho, y para que tenga conocimiento de las formas de acceder a la justicia, se le deben impartir las nociones generales de la teoría procesal. Al final se impartirá una formación especializada en cada una de las áreas a elección del estudiante. También se tendrá que proceder a hacer los ajustes en los programas de manera que correspondan a lo esencial y actual de cada una de las materias buscando, entre otras cosas, que no se presente duplicidad de tratamiento en áreas afines, y en lo posible dividir los cursos en grupos más pequeños para que el mayor trabajo del docente se haga de manera personalizada en seminarios activos, y que la cátedra magistral quede tan sólo para la presentación de temas generales o de actualidad en cada una de las materias.
Todo lo anterior no es suficiente si cada uno de nosotros como parte del cuerpo docente no asumimos nuestra propia responsabilidad. Es en esta función en donde se impone con mayor razón el cumplimiento de nuestro compromiso con la sociedad. Al estudiante, no solamente debemos formarlo e informarlo en nuestras materias, sino que también debemos, con nuestro ejemplo, adentrarlos en los valores éticos y en un nuevo humanismo que conduzca al respeto, a la tolerancia y a la solidaridad. Con la lectura más allá para cada una de las materias, debemos enseñarlos a pensar, para que así enriquezcan su imaginación y su capacidad creadora. Además, como escribió Voltaire “la lectura engrandece el alma”.