La Universidad está mora de hacer una verdadera transformación y modificación de su organización académica, administrativa y financiera. Ya no hay excusas.
Por: Hernando Parra.
Profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
Diez años atrás, la Universidad contempló como verdadera novedad para las facultades de Administración de Empresas y Finanzas y Relaciones Internacionales, la posibilidad de ofrecer programas de posgrados con opción de doble titulación, siendo coherente con la orientación marcada por las Instituciones de Educación Superior (IES) de países con mayor grado de desarrollo, adoptada ante las nuevas dinámicas de la economía y de la sociedad globalizada.
Esta oferta de doble titulación en posgrados –especialmente en el área de maestrías– se afianzó con apoyo en diversos convenios de cooperación internacional, los cuales permitieron a los estudiantes de estos programas, avizorar panoramas académicos que exceden los de nuestras fronteras, habiendo iniciado una nueva etapa en la formación de profesionales, preparados para enfrentar con mayores destrezas los desafíos que imponen los avances tecnológicos y los mercados emergentes.
En el área del pregrado, sin embargo, no hemos logrado ofrecer a nuestros estudiantes esa opción, pese a que, por un lado, existe de antaño la autorización legal para ello y, por otro, contamos con la estructura organizacional en esta Universidad para hacerlo.
Hernando Parra, profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
En efecto, la Ley 30 de 1992 consagró en los artículos 28 y 29, en desarrollo de la llamada autonomía universitaria, la facultad de las IES para crear y desarrollar programas académicos, adoptar sus correspondientes regímenes y ofrecer los respectivos títulos. Así pues, se encuentra autorizada la definición de reglamentos que incorporen los criterios y requisitos esenciales para ofrecer programas de doble titulación, entre aquellos que cuentan con registro calificado vigente, y tanto mejor si esos mismos se encuentran acreditados. El reglamento así configurado no requiere especial autorización, pues resulta suficiente informarlo cuando quiera que se decida la renovación de los respectivos registros ante la autoridad que atiende las labores de supervisión de la educación superior, es decir el Ministerio de Educación Nacional.
Ahora bien, el sistema de orientación académica de las diversas facultades también lo permitiría, pero requiere necesariamente estructurar la oferta de programas en función de créditos académicos, especialmente en la Facultad de Derecho, toda vez que en esta última la mención de tales créditos en la actualidad es simplemente nominal y de desconocimiento por parte de los estudiantes.
La oferta de esta clase de programas de doble titulación en el pregrado, exige entonces la adopción de un claro estatuto en materia de créditos académicos, y ello habría de convertirse en la oportunidad para revisar el pensum de las diversas facultades, entre ellas la de Derecho, con miras a su actualización, pero especialmente a organizarlo con referencia a módulos básicos de asignaturas comunes a varias facultades, y a módulos esenciales respecto de cada una de ellas, de manera que el estudiante pueda elegir entre estas opciones, e inclinarse, o bien por concentrarse sólo en las áreas de la profesión de su interés, o en cursar además de estas, las comunes entre facultades, lo que puede conducirlo a una formación con un énfasis en temáticas diferentes a la de su orientación académica primigenia, o definitivamente a un doble título profesional.
Estaríamos entonces ante una nueva generación de externadistas, por ejemplo, de abogados y economistas o administradores de empresas y abogados, o contadores y profesionales en finanzas, entre las muchas combinaciones que tal oferta podría llegar a consolidar en el cercano futuro.
Una transformación de esta naturaleza requiere una profunda modificación en la organización académica, administrativa y financiera de la Universidad, pero es el momento de tomar una posición de vanguardia ante los nuevos vientos de la educación, que pregonan el llamado a los estudiantes para que abandonen el viejo paradigma de formarse en un solo campo del conocimiento, y opten por atender los llamados de la evolución científica, que señalan un derrotero diferente para los profesionales de hoy, quienes observarán cómo la humanidad duplicará sus saberes, ya no en términos de años, sino de pocos meses.
Esta será otra tarea que habrá de encarar la nueva Decana de la Facultad de Derecho por el bien del Externado de ahora y del futuro.
Adenda: Resulta lamentable que el Consejo Directivo de la Universidad no haya considerado el reglamento del Consejo de Profesores después de cuatro (4) meses de haberle sido remitido con ese propósito.