¿Qué ha pasado con nuestra acreditación internacional?
Se nos está haciendo tarde para recibir este importante reconocimiento y la competencia nos sigue tomando ventaja.
Por: Hernando Parra.
Profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
Desde el 2009 el Externado señaló que la acreditación internacional sería uno de sus objetivos inmediatos; sin embargo, han pasado diez años y el tema, como tantos otros, ha sido marginado -por no decir descuidado- con evidente impacto en la imagen y proyección de la Universidad.
La acreditación en materia de educación corresponde a un indicador relativo a la existencia comprobada de ciertos requisitos de calidad de la institución, o de uno o varios de sus programas. Es un sello de calidad, un símbolo que afianza el nombre de la institución o programa que lo ostente. En buena parte del mundo, son los organismos públicos de supervisión de la educación los que atienden los procesos de acreditación. En Colombia, esta función la cumple el Consejo Nacional de Acreditación – CNA -, creado en 1992 como agencia dependiente del Ministerio de Educación Nacional (MEN).
En cuanto a la acreditación local, el Externado logró su renovación en septiembre de 2012, con vigencia de ocho años; lo anterior significa entonces que a estas alturas del año debe haberse iniciado ya la tarea de la futura renovación, que esperamos se surta exitosamente, aún a pesar de las vicisitudes de nuestra institución en la actualidad, como la fractura y desmotivación del cuerpo profesoral, el rezago de los programas académicos de pregrado, la ausencia de un Gobierno corporativo donde la transparencia y la divulgación de la información sean pilares de su ejercicio, y la presencia de un Consejo Directivo profesoral anacrónico y sin liderazgo.
En relación con la acreditación internacional, el objetivo parece lejano, pese a que resulta evidente que las tecnologías de la información y las comunicaciones, y la tendencia globalizante de las competencias profesionales, están forzando la creación de espacios de integración regional para acreditar los procesos educativos, circunstancias esas que al parecer no han sido advertidas claramente por los directivos de nuestra Casa de Estudios. En efecto, tanta importancia ha cobrado la acreditación internacional por los motivos mencionados, que las agencias locales de acreditación en todas las latitudes, están buscando agruparse con sus pares, más allá de sus propias fronteras, para convalidar sus metodologías y reconocer que las redes científicas son internacionales, y que los profesionales de hoy tienen que formarse, no solo en habilidades domésticas, sino también universales, empezando por el dominio de lenguas diferentes a las nativas.
En nuestro país desde 2007, el CNA -consciente de que no existe una única agencia Internacional de Acreditación, sino de redes de agencias locales de acreditación por programas o proyectos académicos– viene promoviendo una “estrategia de internacionalización de programas de pregrado y posgrado”, que incluso puede abarcar los de doctorado, con miras a que las instituciones de educación superior colombianas superen su tendencia a compararse con sus pares internos, y asuman el reto de medirse frente a sus homólogas en otras naciones.
En ejecución de la citada estrategia, muchas universidades colombianas se dieron a la tarea de extender su acreditación, y si bien las políticas gubernamentales se orientaron especialmente respecto de las llamadas ciencias duras, lo cierto es que varias facultades de administración de empresas, finanzas y contaduría han alcanzado su reconocimiento internacional. Ejemplo de ello es la acreditación que le fue concedida a la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes, por parte de la Asociación para el Avance de las Escuelas de Negocios, (AACSB), por sus siglas en inglés, o la otorgada a esa misma Facultad, pero de la Universidad de La Sabana, por parte de EPAS[1].
EAFIT, por su parte, consiguió para su Facultad de Contaduría el reconocimiento del Consejo de Acreditación en Ciencias Sociales, Contables y Administrativas en la Educación Superior de Latinoamérica (CACSLA), de México.
Así pues, nuestras facultades de Economía, Finanzas, Administración, y Ciencias Sociales, pueden lograr también su reconocimiento internacional, e incluso la Facultad de Comunicación Social y Periodismo puede aspirar a su evaluación por parte del Consejo Latinoamericano de Acreditación en la Educación en Periodismo CLAEP.
En todo caso, no puede olvidarse que nuestra acreditación internacional debe ser un imperativo, a la manera de cómo la obtuvo el año pasado la Universidad del Rosario, por parte de la Agencia Europea de Aseguramiento de la Calidad (EQAA), en cuyo reporte final se destacó de esta última su cultura de planeación y consenso sobre los objetivos estratégicos, su compromiso con el liderazgo transformador y la existencia de recursos y mecanismos consolidados para el apoyo de la investigación.
¡Ojalá algo similar pudiera predicarse del Externado!
[1] Education Policy and Standars Institution.
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