Rechazamos la guerra sucia
El Externado se merece un debate con altura y argumentos para la designación de su nuevo rector. El estilo de descalificación con mentiras, sembrado por esta administración, debe erradicarse para siempre.
No es la primera vez que desde la cumbre del Externado se desata una campaña de desinformación y desprestigio encaminada a minar la credibilidad de quienes no hacen parte del círculo pretoriano del quinto piso.
En efecto, por los primeros días en que empezó a fracturarse el reino que hoy nos gobierna, comenzó a tomar fuerza un rumor tejido con toda la maldad posible. El infundio consistía en propalar la especie de que quienes estábamos criticando los excesos de Juan Carlos Henao y su secretaria general Marta Hinestrosa, lo que buscábamos era debilitar su inmenso poder para sentar en la rectoría al ex profesor de la Universidad Eduardo Montealegre Lynett, sin duda una persona con recorrido y méritos para aspirar a esa dignidad.
Esa odiosa mentira la pusieron a repetir en boca de muchos de los que después creyeron que se hacían libres difundiendo un comunicado alevoso en contra de quienes decidimos no guardar silencio, al mejor estilo de Joseph Goebbels, el temido ministro de la propaganda nazi, quien acuñó la lapidaria estrategia de divulgar y reproducir las mendacidades porque algún día parecerán verdades.
La táctica de la inconformidad de unos pocos en el propósito de tumbar a Henao para reemplazarlo por Montealegre no fue obra del azar. Por aquellos días, Montealegre debió retirarse de la Universidad ante el beneplácito de Henao quien siempre lo vio como su potencial sucesor. Por esas calendas Montealegre estaba despidiéndose de su fiscalía defendiéndose de sus críticos y opositores, por lo cual resultaba expedito convertirlo en líder de la conspiración y potencial beneficiario de la misma. A pesar de que de todas las maneras esta versión ha sido desmentida, inclusive hoy con hechos cumplidos, todavía hay quienes haciéndole el mandado a Henao y su cohorte de aduladores repiten irresponsablemente la falacia detrás de la cual pretenden protegerse e imponer un sucesor.
El siguiente envión en esta campaña de desprestigio y desinformación vino ya con aires de calumnia. En efecto, como el cuentazo de la rectoría para Eduardo Montealegre no les caló, entonces soltaron la especie mentirosa de que los críticos de este estado de cosas lo que perseguían era adueñarse del dinero y las inversiones del Externado. Nada más falaz y malintencionado. Quienes se podrían apoderar del botín, como ellos consideran los activos y haberes de la Universidad, son quienes la manejan sin rendir cuentas, sin permitir que haya una auditoria independiente y viaticando cómoda y abundantemente en moneda extranjera.
Dice un viejo y sabio adagio que “el que ha sido no deja de ser” y ahora la historia parece que está por repetirse. Como se sabe, la Universidad ha iniciado por fin el proceso para elegir el nuevo Rector, por cierto, ungiendo como gran electora y responsable de lo que deba suceder en la jornada electoral a Marta Hinestrosa, lo que, por supuesto, es un desafío y una provocación a la transparencia y rectitud de la escogencia del sucesor de Juan Carlos Henao. Pero eso será otra historia.
Ahora lo que se ha conocido es que la cúpula de la Universidad se propone, una vez conocidos los nombres de los aspirantes que se inscribieron como aspirantes a Rector, ejecutar una campaña mediática para desprestigiar a aquellos que no sean de su agrado, por ejemplo, presentándolos ante la opinión pública como candidatos que, de ser elegidos, harían una purga generalizada administrativa que comprendería inclusive a profesores que hayan estado enfrentados a su nombre, y, quién lo creyera, repitiendo el novelón de que detrás de un candidato que no está arrodillado a Henao y su combo, está otra vez Montealegre.
Es decir, como ya no pueden propalar la versión de que lo que se pretende es que el Rector sea Montealegre, porque éste no se inscribió como candidato, ahora lo ponen a figurar como el manipulador de uno de los candidatos que la poderosa maquinaria quiere destruir anticipadamente. Se trata de intimidar con la desinformación y la mentira. En otras palabras, esos disociadores y difamadores pretenden mostrar como depredadores o manipulados por terceros esos candidatos a rector que no se ajusten a su libreto: los triturarán en los medios en los que pauta el Externado y en todos aquellos que acojan la infamia atroz de que esos fulanos lo primero que harían sería llegar a descabezar a sus críticos y a cobrar venganza, o que serían títeres, como lo son ellos, de un ex profesor al que han condenado la picota a través de chismes y consejas malvadas. Preparémonos, pues, para las fake news que ya empezaron y se multiplicarán en lo que resta de este proceso electoral.
La comunidad externadista tiene que estar advertida y consciente del peligro que se cierne sobre el proceso electoral, porque algunos están dispuestos a mentir, desinformar, difamar, desprestigiar, promover falsas noticias e intentar asustar a la comunidad externadista, para conservar el tesoro, que es como ellos consideran a nuestro Externado.
Quedamos todos notificados y advertidos de la guerra sucia que ya empezó a ejecutarse y que rechazamos desde EL RADICAL, frente a cualquiera de los candidatos inscritos. Por el contrario, les ofrecemos esta tribuna para que expongan con serenidad sus argumentos y propuestas, empezando por responder sin más dilaciones ni excusas de trámite el cuestionario que a todos les remitimos al conocer su inscripción, el cual publicamos en esta misma edición.
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El radical ha sido interesante y creo que las críticas serias son necesarias y los columnistas señalaban argumentos válidos.
Pero algo siempre señalaron y que me parecía muy trasparente y era “ no tenemos ningún interés” lo cual le permitía a uno leer con agrado y confianza, sorpresa que me llevó es que dos de los columnistas ahora son candidatos a la rectoría.
El haber escrito en el radical no es un impedimento para postularse a la rectoría, lo que es inadmisible es la mentira de decir que no tenían aspiraciones, sobraba pero al decirlo deben ser consecuentes con lo que dicen.
Politiqueros baratos y mentirosos terminaron siendo.
La casta de una familia, la que supuestamente cuida la “heredad”, se agotó. Los hijos encumbrados solo tienen como mérito eso: ser hijos del padre. Y su liderazgo es tan paupérrimo, tan mezquino, que acuden a difamaciones y conspiraciones como su última bala de oxígeno. Qué lejos nos están dejando de los abuelos radicales, que nunca cayeron tan bajo como los pretenciosos que hoy viven innoblemente de un apellido.