La posibilidad y urgencia de cambiar
Desde las páginas de EL RADICAL, quedamos expectantes frente a lo que vendrá, y sin rencor alguno reconoceremos el acierto de las actuaciones del nuevo consejo directivo del Externado, si actúa a la altura de su compromiso histórico.
El próximo miércoles 30 de septiembre tendrán lugar, con más de veinte años de retraso, las elecciones para renovar la representación profesoral en el consejo directivo del Externado. Muy pocos están dispuestos a reconocer en público que esa renovación se debe, en muy buena parte, a las ideas, críticas y propuestas que se han expuesto en este periódico desde su fundación. Es justo, sin embargo, agradecer a todos sus columnistas, permanentes y ocasionales, porque gracias a sus voces independientes y críticas por fin parece abrirse una hendija de democracia y de aire renovado en la dirección de nuestra otrora libertaria Universidad.
Lamentablemente, persisten nubarrones sobre la organización del episodio electoral, varios de ellos previamente advertidos también desde estas páginas. Ellos van desde la manipulación del censo electoral, del que se excluyó a más de quinientos profesores mediante una interpretación francamente inaceptable de los estatutos de la Universidad, hasta el desconocimiento de la garantía del secreto del voto que quedó en evidencia en el simulacro que se adelantó hace unos días. No solo eso: tales nubarrones pasan también por la contratación de las empresas que se encargarán del manejo de la votación y del escrutinio sin la aprobación por el consejo directivo, escogidos por el dedo soberano y autoritario de la Secretaría General y la Rectoría, así como por el diseño de un sistema electoral con listas bloqueadas que no se compadece con una elección profesoral cuyo potencial de votantes no llega a las mil personas y por la imposición de exigencias que no tienen ningún sentido, como la de firmas de respaldos electorales para la inscripción de las listas de candidatos. Nada de eso enaltece la organización de las elecciones ni brinda tranquilidad a los votantes.
No obstante, albergamos la esperanza de que a pesar de todos esos obstáculos, el certamen electoral logre desatascar a la Universidad y sirva como chispa que impulse toda la modernización, democratización e institucionalización que se requiere para superar la grave crisis a la que nos condujo la actual administración de la Universidad, y así mismo, para sanar las fracturas que ha dejado el manejo arrogante, dictatorial, arbitrario, opaco y errado de la “heredad sagrada” durante estos años. La persistencia de varias candidaturas independientes y su voz de compromiso con la construcción de una nueva gobernanza para la Universidad arrojan destellos de luz después de la larga noche. La voz siempre crítica y nada complaciente de los estudiantes y su representación también permiten augurar un mejor futuro.
Sean quienes sean los que resulten elegidos, es imperioso que recuerden siempre que su compromiso será con la Universidad y no con las personas que integran la administración actual o sus aliados. Igualmente es importante que entiendan que ese puesto de privilegio no les concederá licencia para perseguir y censurar la protesta, ni la de los estudiantes ni la de los docentes, ni para valerse de panfletos para poner en el escarnio a la disidencia, como lamentablemente ha ocurrido recientemente con el patrocinio y el visto bueno de la rectoría, la secretaría general y la decanatura de derecho. Desde EL RADICAL se mantendrá una visión independiente y crítica que escrutará sus actuaciones, sobre las cuales hay grandes expectativas, represadas por muchos años. La necesidad de tomarse en serio las actividades de investigación, la elaboración de un estatuto profesoral que brinde garantías de permanencia, ascensos y remuneración justa para los docentes, la renovación del equipo administrativo de la Universidad, son todos temas inaplazables que han surgido en los debates previos a la votación de la próxima semana. A partir de ese día, serán tareas urgentes, a la cual se une la de no torpedear la fundación de un sindicato profesoral y de empleados del Externado que garantice su estabilidad y la protección de sus derechos.
No estamos seguros del buen término del certamen electoral del 30 de septiembre de 2020, pero cualquiera que sea el resultado, la Universidad está obligada a adoptar un viraje hacia la recuperación del lugar que antaño tuvo en la academia colombiana y latinoamericana, y también hacia su modernización. Eso implica no solo cambiar de capitanes del barco, sino enderezar el rumbo, para que de verdad nuestra Universidad vuelva por el sendero libertario que históricamente la justifica, que no se utilicen los cargos administrativos de dirección en beneficio personal de los ungidos, y, en fin, que lo que viene interprete las claras señales de cambio y rectitud que a gritos está reclamando una comunidad Externadista que llega con desgano a unas elecciones, en las que se han lanzado candidatos afines al quinto piso. Ojalá entiendan que es preciso que desciendan de ese falso pedestal, por el bien propio, pero principalmente por el de la Universidad.
Desde las páginas de EL RADICAL quedamos expectantes frente a lo que vendrá, con la mirada puesta en un futuro pluralista, transparente y seguro de nuestro amado Claustro, con la esperanza de que quienes lleguen al consejo directivo no entreguen su alma a quienes han deshonrado la Universidad y actúen a la altura de su compromiso histórico.
POST TENEBRAS SPERO LUCEM
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