• 2025-03-12
0 Comentarios

Jorge Enrique Robledo habla en El Radical

El ex senador y ex candidato presidencial Jorge Enrique Robledo no tiene pelos en la lengua, como bien dice el título de su último libro publicado por la Editorial Aguilar. Desde que salió del Congreso en 2022, y después de más de 20 años como uno de los congresistas más destacados del país, sigue haciendo labores de control político, pero ya no desde una curul, sino desde la mirada de un ciudadano preocupado por el rumbo del país. Crítico implacable del presidente Petro, defensor de Ecopetrol y sus accionistas minoritarios, gran orador y feroz polemista, contesta estas preguntas a El Radical comenzando por su liberal infancia en Ibagué, y pasando por su desencanto con el proyecto progresista encabezado por Petro. 

No es posible encontrar un paquete chileno mayor que el de Petro en la historia de la política colombiana

1. Su infancia y adolescencia en Ibagué fue la de una persona de clase media, pero de la élite social, ¿en qué momento las ideas de izquierda lo seducen?

Mi juventud en Ibagué fue una sola fiesta con unos amigos encantadores, entre los que la política no entraba porque solo había tiempo para charlas entretenidas, buen humor, bailes, cabalgatas, deportes y paseos. Y si algo se mencionaba de política, era para descalificarla, porque ya en esos días sufría de no poco descrédito.

Pero desde que llegué a estudiar a Bogotá, en 1968, la vida me empezó a llevar hacia la política y hacia la política de oposición. Porque llegué en medio de la rebeldía del rock y del pelo largo, de las jornadas de mayo en Francia que casi tumban a De Gaulle y de las grandes protestas de los estudiantes norteamericanos y del mundo contra la brutal invasión de Estados Unidos a Vietnam, Laos y Camboya. Y del gran movimiento estudiantil colombiano de 1971, movimiento que fue muy fuerte en la universidad de los Andes, donde yo estudiaba arquitectura, y esa experiencia llevó a centrar mi vida en la política.

Y tuvimos la suerte de coincidir con otros sectores juveniles en el rechazo al gran subdesarrollo nacional, provocado porque los gobiernos seguían las orientaciones del FMI, pero, en mi caso, diciéndole no cuatro puntos que algunos respaldaban. No a sacar a Colombia de la órbita norteamericana para pasarla a la soviética, sacrificando la soberanía nacional; no a acabar con la propiedad privada sobre los medios de producción; no a excluir a la economía empresarial del proceso de desarrollar al país y no a la lucha armada guerrillera, muy de moda en ese momento.

2. Su mamá, Cecilia de Robledo, ¿qué tanto influyó en su decisión de hacer política?

En absolutamente nada. Porque aun cuando en mi casa eran amigos de los dirigentes políticos de Ibagué, ni a mi mamá ni a mi papá les gustaba la política, aunque en cada elección votaran por los candidatos oficiales del partido Liberal y en la casa nos educaran con un discurso anti conservador, muy estimulado por la violencia de esos años, con 300 mil asesinatos, de la que liberales y conservadores se responsabilizaban mutuamente. Hasta cuando en 1957 los mismos dos partidos montaron la manguala del Frente Nacional para repartirse, con corrupción incluida, por mitades cada centavo del presupuesto nacional y de los presupuestos municipales y casi que prohibieron controvertir sobre política, orientación que con mis amigos acatamos.

Cuando acabé interesándome en la política, mi mamá se opuso con toda su fuerza, que no era poca, e intentó persuadirme, incluso diciéndome: “La gente decente, mijo, no se mete en política”. Generalización que tiene mucho de cierta, y espero haber ayudado a hacerlo entender así, pero que también es una exageración, por lo que invito a los colombianos a que pongamos a los políticos corruptos en ínfima minoría.

3.- ¿Cómo termina un ibaguereño, educado en Bogotá, haciendo su vida en Manizales?

Desde 1972, antes de graduarme, empecé a salir a los municipios de la Sabana de Bogotá y Cundinamarca a hacer política y hasta terminé de concejal suplente en Soacha en 1974. Pero poco después concluimos que era mejor ser uno de los llamados “descalzos” del Moir que nos regamos por toda Colombia a luchar por el cambio democrático del país. Y me fui recién casado con Carmen a vivir a Manizales, donde hasta 2002 me gané la vida como profesor de tiempo completo en la Universidad Nacional de Colombia, porque en ese año, por mis luchas cafeteras, agrarias y políticas fui elegido senador de la República, cargo en el que fui elegido cinco veces y estuve veinte años.


4. ¿A qué atribuye su quemada en las elecciones a la Alcaldía?

Acepté esa candidatura porque concluimos que era positiva para Dignidad y Compromiso, partido que habíamos creado entre los amigos de Sergio Fajardo y quienes nos retiramos del Polo cuanto Petro se lo tomó. Pero aun cuando mi votación fue baja, no la considero una “quemada” porque cumplí bien con mi papel de candidato y es hasta sorprendente cuánto respeto y afecto sentí durante la campaña y sigo sintiendo.

5. ¿Quiere volver a hacerse contar en las urnas?

Es seguro que estaré en la lucha política en 2026 y mientras me duren las pilas, en cualquier actividad en la que me toque, incluido cargar el maletín. Pero tengo claro que no aspiraré a la presidencia de la república, para la que espero que Sergio Fajardo se decida a favor de su candidatura. Y escucho no pocas voces, de todos los orígenes, que me invitan a volver al senado a continuar con la tarea que cumplí allí, porque consideran que lo hice bien y que en el Congreso existe un vacío que yo podría llenar. Ya llegará el día de tomar una decisión.

6. Díganos algo bueno de Petro.

Que le falta menos de la mitad del período presidencial para salir porque, les reitero a los despistados, no podrá seguir como presidente luego del 2026. ¿Cuál es el aspecto principal de su gobierno, que es lo que toca juzgar? Su total fracaso en “el cambio” que prometió. Porque además de su frecuente verborrea falaz y ciertos tipos de disparates muy particulares, calculados para engañar, ¿qué ha hecho Petro que no sea del continuismo contra la producción de los anteriores presidentes, malbaratar una gran suma de plata pública y presentarse como menos malo que ellos?


7. ¿Y lo peor de Petro?

Que es y ha sido un farsante, desde siempre engañando y mintiendo, presentándose como lo que no es ni quiere ser y sin cumplir sus promesas, como él mismo lo reconoció en el sainete del consejo de ministros. No es posible encontrar un paquete chileno mayor que el de Petro en la historia de la política colombiana, aun cuando intente taparlo con un lenguaje altisonante calculado para engañar a los colombianos, para lo que también se ha unido con barones políticos de anteriores gobiernos y en su gobierno se utilizan todas las artimañas del clientelismo, incluidas las más corruptas.

8. ¿Cuándo se desencantó del ser humano Gustavo Petro?

Siempre tuve desacuerdos grandes con Gustavo Petro, empezando porque él se levantó en armas contra el Estado colombiano y yo no. Tampoco compartí con él su respaldo a la apertura neoliberal de César Gaviria ni al neoliberalismo del Consenso de Washington, que domina la Constitución de 1991 y que tanto daño le ha hecho a Colombia. Y en 2010 rechacé que, luego de ser candidato del Polo a la presidencia, candidatura que alcanzó portándose como un canalla con Carlos Gaviria, Petro traicionara al partido para respaldar la presidencia de Juan Manuel Santos, el presidente elegido por Álvaro Uribe luego de ser tres años su ministro de Defensa. Petro además completó su santismo respaldándolo desde la alcaldía de Bogotá en su segunda candidatura a la presidencia en 2014, esta vez teniendo como vicepresidente a Germán Vargas Lleras. Y se declaró seguidor de las recetas del FMI y los TLC.

9. ¿Cree que la derecha volverá al poder en el 2026?

Espero que no gane un seguidor de Petro ni uno proveniente de los sectores políticos que gobernaron a Colombia antes de 2022. Ni uno de Petro que continúe con las formas y el fondo de su pésimo gobierno, porque otros cuatro años de lo mismo podrían llevar a Colombia al colapso. Ni otro de los mismos con las mismas, como los llamara Gaitán, cuyos pésimos gobiernos les hicieron tantos daños a tantos colombianos, que su voto de castigo fue decisivo para que ganara Petro. La mayoría de los colombianos no deben insistir en 2026 en escoger entre la peor y la más mala de las opciones. Sino que debemos unirnos para ganar la presidencia y el Congreso con una tercera opción que le cambie el rumbo a Colombia, a partir de derrotar la corrupción y la violencia y defender la democracia y la soberanía y crear más riqueza y más y mejores empleos, en un esfuerzo unido de sectores populares, clases medias y empresarios.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *