Capitán sin bitácora
Hay fuerzas del pasado que, le impiden al nuevo rector, tomar decisiones para proyectar la universidad del futuro. El Externado es un barco a la deriva, con un capitán que no tiene el rumbo claro.
Capitán sin bitácora
Hay fuerzas del pasado que, le impiden al nuevo rector, tomar decisiones para proyectar la universidad del futuro. El Externado es un barco a la deriva, con un capitán que no tiene el rumbo claro.
Por: Luis Eduardo Montealegre.
Fundador y ex-director del Centro de Investigación en Filosofía y Derecho de la Universidad Externado de Colombia.
El gran maestro de la literatura fantástica en el siglo XX –junto a Borges– fue Kafka. Uno de sus méritos, fue describir magistralmente la burocracia. Sus textos tienen “interpretaciones infinitas”: un ejemplo, es el magnífico relato, “Ante la ley”. Su grandeza está, en mostrar la perplejidad del hombre común ante instituciones indescifrables. Como el actual rector del Externado: nadie lo lee; nadie lo entiende; es ilegible; no es claro. Es un frio burócrata. No sabemos hacia dónde va, ni qué piensa. Tal vez, porque ni el mismo sabe cuál es el rumbo a tomar. Ya lo nombraron y ese es su “éxito”. Que la maquina siga su marcha sola, sin sobresaltos. Para que preocuparse.
Como siempre, vivamos del recuerdo: el eterno retorno al siglo XIX; invoquemos a los fundadores; con eso basta para enfrentar el siglo XXI. Pensamiento primario de los mediocres. Del “hombre lento”. De los que nunca han luchado; de los que jamás han dado batallas. Personajes temerosos que no dan la cara; hipócritas con rostro monacal, como algunos de la comedia humana de Balzac. La lealtad no es su fuerte; el lema es, mantener a los que ocasionaron el derrumbe y distanciarse de quienes -con firmeza- denunciaron la opacidad de la década perdida (Juan Carlos Henao). Traicioneros por naturaleza, como en la fábula del “escorpión y la rana”, atribuido al Griego Esopo: hay que picar con veneno -en la mitad del camino- al que extendió la mano para pasar el rio (la rana), aunque ambos se hundan en la travesía.
Así como Borges inventó “seres metafísicos” -personajes de sus cuentos- algunos relatos del mar en la cultura holandesa, traen barcos y piratas fantasmas. Naves que deambulan los océanos sin bitácora; a la deriva; trasegando milagrosamente los océanos. Los marineros no se ven; el capitán, tampoco. Estas historias -en algo- se parecen a la situación actual del Externado: el barco navega sólo; sin quien dirija el timón; sin orientación alguna. La Universidad parece un barco fantasma. Un rector invisible va en él; nadie lo percibe, porque no actúa, no toma decisiones. Es pusilánime. Simplemente, está montado allí; igual que otros seres fantasmales. La misión es sencilla: dejar que la nave siga sin norte; que llegue a cualquier puerto; al que sea. Que el destino decida, como en la tragedia Griega. Los marineros, poco a poco desplazarán al capitán, hasta tirarlo por la borda, para que el barco siga sin meta: a la deriva. Cuando el capitán sin bitácora despierte, nadie salvará la nave errante. Será demasiado tarde. Nunca llegará a un puerto seguro.
La narrativa del Externado, posee la estructura del cuento breve: tiene escrituras secretas que no conocemos; titiriteros -parecidos al tradicional teatro de marionetas japonés- que manejan los hilos reales, que no aparecen, pero están ahí. Mantienen atrapado a un rector de miniatura oriental, a quien sólo le interesa que la nave siga sin rumbo, para no afrontar turbulencias. Lo pueden despertar del sueño profundo. Uy, que pereza! Que todo se acomode sólo, para no enfrentar la realidad. Como en el cuento de Cortázar “Casa Tomada” en la Universidad hay fuerzas que, poco a poco, se quedaran con el claustro. Pero, a diferencia de una interpretación canónica del célebre relato (las masas populares-progresistas- desplazando al Peronismo del poder), los que se irán, son los del pensamiento moderno y crítico; permanecerán, los que han ocasionado la decadencia: “la filosofía del absurdo”.
Cuando el rector despierte de su letargo, tendrá que irse también: la casa-diría el autor de “Bestiario”-ya estará tomada-. O, tal como sucede en los cuentos de barcos fantasmas, con el capitán afuera, la nave seguirá sin rumbo. Al fin y cabo, nos parecemos al “mito de Sísifo”: estamos, eternamente condenados, a no alcanzar la cumbre; antes de llegar, regresaremos de nuevo, para volver a empezar. ¿Es el destino que los Dioses han diseñado para el “burócrata impasible”? ¿Qué hacer? ¿Creer en el mito, o, seguir la senda de los aguerridos Incas? ¿Nos atrevemos a “vacarlo”? Mi universidad, tienen la palabra.