Mandato extinguido
Los profesores del Consejo Directivo del Externado no representan a la Universidad actual.
Por: Néstor Osuna.
Profesor ordinario de la Universidad Externado de Colombia.
Hace pocas semanas se renovó la representación estudiantil en el Consejo Directivo de la Universidad. No es exagerado afirmar que la elección de los representantes estudiantiles forma parte de la rutina universitaria, pues aunque es verdad que no se aplica con rigor el término bienal establecido, sí se celebran elecciones periódicas, libres y competitivas, cuyos resultados le confieren al órgano una traza de legitimidad y le dan alientos para la dirección de la casa de estudios. Las elecciones estudiantiles, por lo demás, nunca han generado traumatismos para la marcha de la institución.
Lamentablemente, la representación profesoral, que es mayoritaria en el Consejo, sigue sin renovarse hace más de quince años, a pesar de la claridad del período de dos años fijado en el reglamento. Son ya demasiadas las excusas y los argumentos peregrinos que se han dado para aplazar indefinidamente esta renovación, que la Universidad reclama al unísono. Es triste en verdad el panorama el de los colegas que permanecen enquistados en ese órgano, en el cual carecen ya de iniciativa, de reconocimiento y de proyección.
En la actualidad no hay ninguna profesora mujer en el Consejo Directivo, aunque buena parte de quienes día a día sacan adelante esta Universidad son mujeres. Tampoco hay, con una excepción, profesores con la titulación académica que hoy es usual para desempeñar la carrera docente, y varios de ellos han dedicado su vida profesional más a la política, al notariado o al ejercicio de la abogacía que a las labores académicas. Ninguno de ellos se ha dedicado con exclusividad a la docencia universitaria.
Ciertamente nada de esto es ilícito, pero también es verdad que esa composición no corresponde casi en nada con la universidad contemporánea, integrada por profesoras y profesores que en buena parte son de tiempo completo, con habilitación para la investigación académica y ganas de llevarla a cabo, que compiten por publicar en editoriales con reconocimiento científico y que se mantienen en contacto permanente con colegas de otras instituciones de educación superior y otros países. En pocas palabras, una comunidad mucho más profesional y madura para la docencia y la investigación, aunque con edades en promedio por debajo de los 50 años.
Los profesores del Consejo Directivo no se han dado cuenta de esta transformación y del impulso que puede tener el Externado si logra combinar exitosamente el esfuerzo de esa comunidad tan robusta y bien preparada. Tal vez, se acostumbraron al liderazgo sobresaliente del Rector Hinestrosa, que siempre tenía ideas y planes atinados para engrandecer y mejorar la Universidad. En esa época, era lógico que el Consejo Directivo fuera más un comité de refrendación (o de aplausos, en términos coloquiales), frente al torrente intelectual del gran Rector. Esa situación cambió de modo notable, pero el Consejo no lo ha asimilado y se mantiene como antaño huérfano de iniciativas, nostálgico de un pasado glorioso cuya inercia se ha ido debilitando, y cada vez más desentendido de las dinámicas de la vida académica.
Los episodios de opacidad en la información de sus sesiones y de reelección secreta del Rector son una penosa muestra de ello.
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