Monólogo institucionalizado
Angustia y frustración, solo así se puede calificar el ambiente que se respira entre los profesores que recorren los pasillos del Externado.
Monólogo institucionalizado
Por: Paola Andrea Acosta.
Profesora de la Universidad Externado de Colombia.
Hago parte del Externado desde 1997. No digo que trabajo allí, afirmo, con orgullo, que soy parte de esa familia y que me preocupo por ella, que me esfuerzo por ella, que sus fallos son los míos, que sus triunfos me alegran. He trabajado en cada una de las aristas de la institución; conozco sus vaivenes administrativos, presupuestales, políticos y académicos. Todos saben de mi compromiso, creo poder hablar con legitimidad y sin que se me pueda tachar de enemiga de la institución –calificativo infame con el que se quiere acallar el disenso–.
Justamente por mi sentido de pertenencia, recibí con mucha alegría el nombramiento de una Decana en nuestra Facultad. Sabía que nos vendría bien un “¿nuevo?” timón.
Debo confesar que nunca había cruzado palabras con la Dra. Zapata; no conocía de sus virtudes académicas pero al leer sobre su experiencia sentí la ilusión de las nuevas oportunidades. Hace un par de días la vi por primera vez en el marco de la primera reunión que tuvo con el departamento de Derecho Constitucional, conocí su voz y, desde ella, sus anhelos y propuestas para la Facultad. He de decir que reconocí en la Decana el tono y algunos ademanes del maestro Hinestrosa y eso me gustó, me tranquilizó, echaba de menos el aplomo. Sin embargo, al avanzar el encuentro, la sabiduría del Maestro se desvaneció; el silencio prudente, los consejos sesudos, la actitud de escucha que lo caracterizó abandonaron el aula y fueron remplazados por la actitud reactiva de la Decana.
Entiendo lo difícil de su rol, lo complicado que debe ser lidiar con las expectativas de decenas de profesores, las talanqueras institucionales –reales o articuladas– ante las que se enfrenta su trabajo, pero no puedo evitar decir que no esperaba un monólogo tan institucionalizado como el suyo. Pude comprobar, por lo dicho por mis compañeros durante la reunión y al salir de ella, que –casi– todos, aunque varios no lo reconocerían públicamente, sentimos lo mismo. ¡Angustia externadista! El corrillo de pasillo en el que nos convertimos gritaba frustración.
Espero honestamente estar equivocada. Confío en que la Decana reconsiderará su postura sobre la importancia de la investigación articulada (ese fue el tema de ‘desencuentro’) de cara a nuestro trabajo, los estudiantes, las acreditaciones y el país.
Anhelo que nuestra insistencia en tener una estructura de apoyo y una política institucional sobre la investigación, como cualquier otra universidad del país o del mundo, cale en su proyecto institucional. Ojalá pueda llegar a ver que la investigación no se limita –como insistió– al pago de salarios a los investigadores quienes ante los incentivos externos, la carga administrativa o académica prefieren dejar de investigar; que la articulación inter-facultades por la que aboga no se logra tan solo con el puerta a puerta; que las relaciones con entidades de prestigio, se construyen a pulso y con recursos y no haciéndole pagar a sus profesores los almuerzos de los invitados institucionales en la casa externadista; que acceder a los dineros externos destinados a la investigación es imposible en medio de la actual burocracia institucional; que se está gastando de más en lo que no se debe ante las talanqueras de la oficina financiera y la burocracia cuenta pesetas que la rodea; que los profesores no tenemos por que pagar de nuestros bolsillos los pasajes para ir a trabajar (si, ¡porque eso es trabajar!) a una conferencia; que las convocatorias institucionales para acceder a recursos con ocasión de proyectos bien definidos son fundamentales para los propósitos que ella y el Rector señalan como prioritarios; en fin, que sin una política e institucionalidad perfilada por y para la investigación, nos quedaremos atrás y dejaremos de ser la institución de primera línea que somos; que decir y hacer no es lo mismo y que, cuando se trata de universidad ¡la investigación es prioridad!.
Espero que el próximo encuentro sea verdaderamente dialógico y resulte, por el bien de nuestra casa, mi casa, en propuestas productivas y no en un listado de excusas que se repiten como mantras caducos. Somos conscientes de los obstáculos, de la necesidad de prudencia, de nuestro talante austero pero por ellos, y no a pesar de ellos, queremos una política institucional en torno a la investigación.
Ojalá podamos poner a marchar este proyecto pronto, de común acuerdo, como una herencia que, basada en la gratitud, dejamos los que estamos ahora a los que vienen en frente y no como resultado de una amenaza de pérdida de acreditación luego de que los pares vengan a casa y vean cuán difícil es, pese a lo que se dice, hacer investigación en el Externado.