En El Radical hemos invitado a las cuatro listas que participarán, el próximo martes 29 de octubre, en la elección de las y los representantes de profesoras al Consejo Directivo de …
En El Radical hemos invitado a las cuatro listas que participarán, el próximo martes 29 de octubre, en la elección de las y los representantes de profesoras al Consejo Directivo de …
En El Radical hemos invitado a las cuatro listas que participarán, el próximo martes 29 de octubre, en la elección de las y los representantes de profesoras al Consejo Directivo de …
La Universidad Externado necesita un proceso electoral pulcro, serio y transparente, con vigilancia independiente en la votación y el escrutinio. Son imprescindibles reglas de juego limpio.
La Universidad Externado necesita un proceso electoral pulcro, serio y transparente, con vigilancia independiente en la votación y el escrutinio. Son imprescindibles reglas de juego limpio.
Desde esta misma columna de EL RADICAL hemos denunciado la falta de garantías que rodea el certamen electoral convocado, por fin, para finales de septiembre, en el que se renovará la composición del consejo directivo de la Universidad. En especial, hemos advertido que no es conveniente la delegación a la Secretaria General de todas las funciones relacionadas con el censo de votantes, la inscripción de candidaturas, la organización de la jornada de votación y el escrutinio de los votos, por los intereses específicos de esa funcionaria en mantener “la ley del silencio” de la que ella misma ha sido protagonista en esta administración, así como su obstinación en impedir cualquier modificación sustancial al funcionamiento actual de la institución. Dado que habrá una lista de candidatos que cuente con la preferencia rectoral y de la Secretaria General, eso descalifica a ambas dependencias para organizar las elecciones. La Universidad necesita un proceso electoral serio, transparente y pulcro.
Debemos anotar que se agrega una nueva preocupación, consistente en la garantía del secreto del voto y de ausencia de manipulación de los resultados, ante la inminencia de una votación a distancia y por medios informáticos, pues la experiencia indica que cualquier previsión es poca si se trata de mantener la pureza de las elecciones cuando se utilizan mecanismos electrónicos de voto. No puede ser que la dependencia de informática de la Universidad se encargue de eso: esa oficina apenas si va de tumbo en tumbo con los registros académicos y la enseñanza virtual, pero, además, depende directamente de la Rectoría y de la misma Secretaría General.
Habrá que contratar alguna empresa externa seria, experimentada y transparente para que se encargue de la votación y el escrutinio. La contratación de esta debe ser pública, de cara a toda la comunidad universitaria, con posibilidad de control e interventoría efectivas sobre todos sus procedimientos, con la participación de ingenieros de sistemas y expertos en informática independientes, contratados a propuesta tanto de las listas de candidatos como de los electores. Si ello es así, las elecciones podrían salvarse y salvar al Externado de su actual deriva, y para ello desde aquí sugerimos tres ideas para el debate que se viene:
Entre los candidatos no deben estar ni el Rector ni ninguno de los actuales decanos o directores de departamento. La razón de esto es sencilla: son ellos quienes contratan a los profesores, establecen las cargas académicas y definen la permanencia de los mismos en la Universidad. Su presencia en las listas sería una burla a la igualdad entre aspirantes. Adicionalmente, no conviene que en el consejo directivo de la Universidad haya decanos o directores de dependencias académicas, tanto por razones de jerarquía institucional como de transparencia en la rendición de cuentas.
Sean cuales fueren los resultados electorales, el Rector y la Secretaria General deben poner a su disposición sus cargos ante el nuevo consejo directivo en cuanto el mismo se instale, para proceder a la necesaria reorganización administrativa y financiera de la Universidad. Sería conveniente que del mismo modo procedieran los Decanos y Directores de Departamentos.
El debate electoral debe estar exento de mentiras, falacias ad hominem, matoneo a las candidaturas independientes y descalificación de la crítica con las muletillas insustanciales pero insidiosas de “atentar contra la institucionalidad” o “tener intereses particulares”. La institución es fuerte si puede debatir abiertamente sobre su situación actual y sus retos, y evidentemente, todos los candidatos y candidatas tendrán el interés particular de ganar las elecciones y de influir en la marcha de la Universidad.
EL RADICAL ofrecerá sus páginas y su aliento para quienes se comprometan con estas ideas y contribuirá con su grano de arena para intentar que las próximas elecciones no sean un nuevo elemento de frustración y decepción de la comunidad universitaria.
La contestación rectoral de Juan Carlos Henao al derecho de petición presentado por varios profesores deja más interrogantes que respuestas.
A principios del pasado mes de junio varios de los profesores que se expresan libremente en esta tribuna le presentaron al Rector Henao una solicitud en la que invocaron el derecho de petición para obligarlo a que respondiera de fondo sobre varios problemas que su deficiente gestión no ha podido o no ha querido enfrentar, o para que al menos informara seriamente sobre cuestiones que toda la comunidad universitaria ve con preocupación creciente. Esos profesores le plantearon de frente y sin la adulación que tanto le gusta, pero que lo tiene perdido, las mismas inquietudes que muchos otros miembros de la comunidad universitaria rumoran en voz baja.
El Rector se tomó 40 días para responder y mientras tanto hizo algunos cambios relacionados con la solicitud, para así poder manifestar con soberbia que se presentaba una especie de “sustracción de materia” en varias de las solicitudes. Era más propio de su cargo, en verdad, haber admitido que gracias a la petición había corregido algunas decisiones suyas anteriores y haber aceptado otras que siguen sin adecuada respuesta.
Para ilustrar, van dos ejemplos:
1) Después de más de un año en el que infundadamente se le había negado al profesor Andrés González su derecho a participar en las reuniones del consejo directivo de la Universidad, este fue finalmente aceptado allí como miembro principal. El Rector, en su respuesta, ha podido evitarse una página entera de narración de sucesos y consideraciones personales sobre el asunto y admitir que a esa solicitud puntual se aceptaba. En cualquier caso, las farragosas líneas de su respuesta no ocultan lo evidente: la solicitud de los profesores era procedente y por tanto la integración del consejo directivo cambió.
2) Al momento de presentarse la solicitud, las elecciones de la representación profesoral en el consejo directivo estaban suspendidas, sin previsiones ciertas para reanudarse y sin fecha acordada para su celebración. En la respuesta se informa sobre su reanudación y el nuevo calendario electoral, lo que pone en evidencia que se acogió la solicitud, aunque lamentablemente sin atender el reclamo muy extendido de encomendarle su organización a una dependencia que le ofrezca a la comunidad universitaria garantías que no brinda la concentración de todo el evento en la Secretaría General.
También hay que manifestar que otras de las respuestas son francamente inadmisibles para quien ya está en la etapa final del ejercicio de su cargo, como aquella en la que, frente a la solicitud de expedición de un genuino estatuto profesoral responde, luego de más de 8 años de ejercicio de las funciones rectorales, que “se presentará próximamente al consejo directivo el tema, para efectos de realizar una primera evaluación del mismo”. O aquella otra en la que le manifiesta a los peticionarios que “la totalidad de las solicitudes presentadas ante la Universidad Externado de Colombia son resueltas, ya sea que se trate de derechos de petición, requerimientos o quejas, por citar algunos ejemplos”, cuando lo cierto es que la rectoría NUNCA ha respondido las preguntas que mensualmente se le han formulado desde EL RADICAL.
Mención aparte merece la solicitud sobre rendición pública de cuentas y solicitud de auditoría externa independiente, con exhibición de la relación de ingresos y egresos, comprobantes, facturas, recibos y la totalidad de los asientos contables. El Rector afirma que anualmente le ha rendido cuentas al consejo directivo, pero omite informar que se ha tratado, invariablemente, de episodios puramente formales en los que se le ha presentado a sus miembros una información escueta, puramente general, sin desagregación y sin posibilidad ni tiempo suficientes para contrastarla, como ocurriría en cualquier órgano directivo serio que deba aprobar ese tipo de cuentas. Una rendición de cuentas es un ejercicio serio y exigente de transparencia, bilateral, en el que se informa a la comunidad universitaria sobre el estado de la gestión, cuyos miembros tienen la posibilidad de pedir información, solicitar explicaciones, hacer evaluaciones y presentar propuestas para mejorar, premiar o sancionar los resultados presentados. El Rector confunde una rendición de cuentas con un ritual unilteral e insustancial ante el consejo directivo en el que muestra unos datos sin soportes y recaba las firmas de sus miembros para cumplir con la normativa contable y fiscal, sin ofrecer elementos que les permitan a sus miembros enterarse de la verdadera situación económica, institucional, administrativa y sobre todo académica de la institución. Cabe precisar que esas cuentas han sido aprobadas por mayoría de votos en el consejo directivo, pero no con la unanimidad de la que tanto se ufana.
De otro lado, el Rector resalta los resultados de algo que denomina “rendición especial de cuentas” (que no auditoría) de la firma Price Waters Coopers, a la que se le solicitó que respondiera un cuestionario de 14 preguntas acordadas por el consejo directivo (al que para entonces no acudía el profesor Andrés González), con la aclaración de que “si no se hicieron más preguntas fue porque nadie lo consideró necesario”. El Rector no informa, sin embargo, que no se ha publicado ante la comunidad universitaria el resultado de esa “rendición especial de cuentas” limitada a 14 preguntas, y que incluso cuando él mismo le presentó esos resultados al consejo directivo lo hizo de forma incompleta, pues la representación estudiantil advirtió que en el informe entregado se hacía alusión a una carpeta a cuyo contenido no se les permitió acceder.
Ante ese modo de proceder, aunque responda cien veces lo mismo, el Rector tendrá que entender que persisten las dudas sobre el estado económico del Externado y que la opacidad sigue siendo el sello de su gestión. Sólo una genuina auditoría independiente, sin límites en el acceso a la información, con acceso pleno a toda la documentación que requiriera, podría suplir esas carencias de lo que él llama rendición de cuentas.
Por último, la respuesta al derecho de petición permite apreciar, eso sí, la intempreancia rectoral, la descalificación de toda crítica, el desprecio frente al desacuerdo y la infinita vanidad de quien responde. Menos mal ya falta poco.
Ramiro Bejarano no abandona el barco y se queda luchando en la Universidad Externado de Colombia, a pesar de la persecución y el hostigamiento de las directivas de la institución en su contra.
Ramiro Bejarano no abandona el barco y se queda luchando en la Universidad Externado de Colombia, a pesar de la persecución y el hostigamiento de las directivas de la institución en su contra.
Por: Ramiro Bejarano.
Profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
Un numeroso y representativo grupo de estudiantes de la Facultad de Derecho ante la decisión del profesor emérito, Ramiro Bejarano Guzmán, de no seguir anunciándose como docente del Externado, le enviaron una carta que fue respondida.
En 134 años de historia del Externado esta es la primera carta que estudiantes preocupados por la eventual renuncia de un profesor hacen pública su opinión contraria a esa decisión y formulan críticas a la actual situación de la Universidad.
Por la importancia de ambas comunicaciones se divulgan ahora, porque permiten despejar equívocos. Para proteger a quienes suscribieron tal comunicación se omite publicar sus nombres, pues los estudiantes, con razón, temen represalias.
Se copia textualmente la carta y la respuesta que se envió al respecto.
Bogotá, viernes 17 de julio de 2020
Profesor
RAMIRO BEJARANO GUZMÁN
Director del Departamento de Derecho Procesal
Universidad Externado de Colombia
Ciudad
Respetado profesor, de la manera más cordial nos dirigimos a usted por medio de la presente para expresarle un sentimiento que compartimos como estudiantes del Externado de Colombia.
Por un lado, queremos manifestarle la inconmensurable admiración que le tenemos por cuanto ha sido el reflejo de lo que es ser un verdadero externadista, que no se deja vencer ante las adversidades, que conserva el pundonor y la gallardía y, ante todo, lucha por los valores de nuestros fundadores. Esos valores que el 15 de febrero de 1886 motivaron a Nicolás Pinzón Warlosten y a sus circundantes a fundar un “Externado”, como respuesta al absolutismo y a la supresión de la libertad de enseñanza impuestos por La Regeneración. Este dato, que tan bien recordamos y que nos caracteriza de entre el piélago de historias de las universidades del país, no es una frase de cajón ni tampoco una mera referencia histórica, es algo que llevamos ya en las entrañas.
El Externado desde aquel glorioso 15 de febrero ha sido, en palabras del maestro Fernando Hinestrosa, “refugio de la libertad de pensamiento, forja de ciudadanos, templo de rectitud y fortaleza de carácter” (Discurso “In memoriam de los profesores
inmolados en el Palacio de Justicia”, Bogotá, 9 de noviembre de 1985). Esas palabras, dichas por el más ilustre de los hijos del Externado, sintetizan la razón por
la cual elegimos estudiar en esta casa de estudios y no en otra. Una casa que en distintos momentos nos abrió sus puertas y nos acogió con una calurosa bienvenida,
un segundo hogar al que llamamos “Universidad” y un verdadero centro de crecimiento personal de donde algún día obtendremos el tan anhelado título de “abogados”.
Estamos convencidos de que nuestra Universidad seguirá siendo un bastión importante de la ciencia jurídica y, en general, de las ciencias sociales, no solamente
en Colombia, sino también en Latinoamérica y el mundo. Es precisamente por eso y porque nos preocupa su futuro, que hemos decidido escribirle en esta ocasión.
Somos un nutrido grupo de estudiantes de distintos años de la carrera de Derecho que, al margen de las discusiones que puedan existir actualmente entre profesores, velamos por lo que serán los años venideros de nuestro Externado. Consideramos que tanto profesores como alumnos, todos, somos y seremos externadistas hasta el final de nuestros días, que decirlo públicamente debe ser un motivo de orgullo y no de desprestigio, que ser externadistas más que un rubro para complementar una
hoja de vida, es un legítimo estilo de vida.
Por esta razón, recordando los principios del derecho que nos ha enseñado Ulpiano (D.1.1.10), “honeste vivere, naeminem laedere et jus sum cuique tribuere” (Vivir honestamente, no dañar al otro y dar a cada quien lo que le corresponde), reconocemos y le hacemos saber, con total seguridad, que es usted un excelente maestro del cual nos enorgullecemos y al cual le debemos valiosas enseñanzas, que apreciamos infinitamente su presencia en la Universidad, que le invitamos a seguir combatiendo por la libertad que nos caracteriza, por dejar el nombre del Externado en lo más alto y, por no desfallecer a pesar de lo nocivas y complejas que sean las circunstancias.
En los últimos lustros, hemos perdido profesores de magníficas cualidades, como el Doctor Yesid Reyes Alvarado o el Doctor Carlos Bernal Pulido, por no nombrar más ilustres abogados que, al día de hoy, se suman a las filas de externadistas que ya no nos enriquecen con su sabiduría. Esta es una realidad que no desconocemos
y que nos duele profundamente. De ahí que, no queramos seguir perdiendo personas que inspiran a enaltecerse por ser pupilos del templo de la libertad.
Nuestra Universidad es respetada y admirada en demasía, gracias a los abundantes logros de sus hijos, por lo que se ha construido a lo largo de años, porque son los profesores y la calidad de sus estudiantes que la mantienen en la cima del éxito, una cima de la cual no queremos caer jamás y que nos comprometemos resguardar.
Es un real motivo de satisfacción personal decir sin temor que nuestra casa de estudios es la mejor y que, sin duda alguna, seguirá siéndolo. No en vano estamos
aquí, no en vano hemos perseverado y seguiremos haciéndolo.
El Externado está más vivo que nunca. Nuestros principios fundacionales siguen intactos. Perder algunas batallas no es perder la guerra. Juntos tenemos el deber de seguir luchando por ser los mejores, por no flaquear, por avanzar a pesar de los
obstáculos y por volver a tener tiempos de gloria, si es que ya los hemos olvidado.
Solo así, el día que hayamos superado los nefastos momentos por los que atraviesa
el Externado, podremos decir a viva voz: post tenebras spero lucem, et lux in tenebris lucet.
Mi respuesta a la comunicación
Bogotá, 19 de julio de 2020
Señores Estudiantes
Universidad Externado de Colombia Facultad de Derecho.
Ciudad
Apreciados estudiantes,
Me declaro conmovido ante la inmensa generosidad plasmada en la espontánea comunicación que me hicieron llegar el pasado 17 de julio, en la que hacen importantes reflexiones sobre la necesidad de que nuestro Externado sobreviva por el bien del país y en la que formulan consideradas referencias a mi humilde condición de profesor de la Universidad.
Los que vivimos no son días de tranquilidad para el centenario Externado, porque su futuro se ve amenazado por la intolerancia que jamás debió presentarse en la Universidad que nuestros ancestros radicales sembraron luego de la batalla de la Humareda en 1885. Lo de hoy debe ser apenas un accidente menor en la historia de nuestra casa de estudios que, con templanza y fe en las libertades públicas y el respeto al derecho ajeno, debe solucionarse, para que la Universidad recobre el cauce del que jamás ha debido extraviarse.
Al igual que ustedes, tengo comprometida el alma con el pasado, el presente y el porvenir del Externado. Mi padre se hizo abogado en la vieja casona de la 16 con 24 y, con su ejemplo, empecé a querer para siempre esta Universidad. Mi hermana también se hizo abogada aquí. De manera que en mi caso soy externadista desde antes de pisar los otrora salones libertarios que hoy ustedes habitan con las ilusiones intactas.
Como a ustedes tampoco me es indiferente lo que pase en la Universidad, ni menos que docentes formados y aprestigiados desde nuestros salones tengan que migrar, menos por causa de la persecución que se ejerce sin cuartel contra quienes, como el suscrito, creemos que la primera condición de un buen externadista es no guardar silencio ante la arbitrariedad, el autoritarismo, ni la mediocridad. Esa postura enhiesta y transparente fue la que aprendimos aquí y la que lamentablemente pretenden marchitar abusando del poder.
No seré inferior a esa confianza de la que ustedes me hacen feliz depositario, ni a la de muchísimos estudiantes que durante 44 años he tenido la fortuna de conocer, y, por ello, he de decirles que mi decisión de suprimir de mis presentaciones públicas la vinculación al Externado obedece a un acto de decoro y transparencia. En efecto, conocidas mis públicas diferencias con la actual administración, considero un deber de coherencia personal no servirme del nombre de mi alma mater para presentarme en eventos académicos o de cualquier naturaleza, por lo menos mientras los actuales directivos sigan al frente de la Universidad. Eso, por supuesto, no implica, en modo alguno, que esté dispuesto a abandonar este barco que he contribuido a llevar a puerto seguro, porque, como ustedes lo avizoran, esta situación de incertidumbre y decaimiento de la Universidad no nos derrotará, porque es inmenso el amor por los estudiantes, el pasado y el futuro de este Externado, al que seguiré vinculado hasta que haya un soplo de vida en mi corazón. Pase lo que pase. No son palabras huecas sino un compromiso indeclinable al que jamás renunciaré.
En medio de los nubarrones de la tormenta que pudiera avecinarse, su amable carta me ha permitido tener la certeza de que al margen de que suceda y lo que haya de acontecer, nada ni nadie borrará de mi memoria los tantos años de felicidad que la vida me deparó como profesor del Externado. No hubo, ni lo habrá, honor superior al de ser Profesor Emérito del Externado. Cuando lleguen los días de la partida y ya
no se oiga mi voz en los pasillos y salones de nuestra Universidad, la añoranza de los años magníficos y alegres, primero como estudiante y luego como profesor, serán bálsamo seguro para apagar la pena inevitable por la despedida que seguramente será dolorosa.
En nombre de mi familia, que conmigo ha transitado todo este largo periplo de mi vida como docente externadista, y en el mío propio, les agradezco sinceramente que se hayan tomado la molestia de dirigirme tan grata comunicación, con la que he recobrado la fortaleza para seguir luchando, al igual que ustedes, por los mismos ideales que, por fortuna, compartiremos hasta siempre.
La ilustre Facultad de Derecho de la Universidad Externado de Colombia haría bien si aprovecha el proyecto de reforma del plan de estudios para promover su verdadera modernización.
La ilustre Facultad de Derecho de la Universidad Externado de Colombia haría bien si aprovecha el proyecto de reforma del plan de estudios para promover su verdadera modernización.
Por: Néstor Osuna.
Profesor ordinario de la Universidad Externado de Colombia.
Hace unos días se le presentó a la comunidad académica un proyecto de reforma al plan de estudios de Derecho, elaborado por una comisión que, bajo cierta reserva, había sido convocada por la Decana para ese efecto y que tiene como novedad importante la propuesta de semestralización de la carrera. Quien esto escribe ha propugnado en varias ocasiones por esa semestralización, siempre bajo el criterio de que no se trata de un fin en sí mismo, sino de una herramienta adecuada para la modernización de la Facultad, porque permite una depuración del contenido de las asignaturas tradicionales (mal podría consistir en la simple división de las materias actuales en dos), favorece la incorporación de nuevos contenidos, es compatible con la flexibilidad y la interdisciplinariedad que hoy se imponen en la vida universitaria y remoza el compromiso del cuerpo docente con su labor, ante la necesidad de salir adelante de modo exitoso con un proyecto renovado.
Sin embargo, el proyecto se queda corto en la flexibilidad y la interdisciplinariedad que promete y mantiene una estructura de asignaturas tremendamente rígida, con lo cual el sistema de créditos académicos seguiría siendo, como hasta hoy, un simple asunto administrativo de conteo de horas para presentar en documentos oficiales y no una modalidad de educación universitaria abierta a la flexibilidad, en la que algunas asignaturas son esenciales o troncales y por tanto obligatorias, pero otras, las más, son complementarias y electivas. Así, los estudiantes podrían decidir si le apuntan a una formación jurídica de tipo general o si, a cambio, prefieren profundizar en alguna de las ramas específicas de la profesión jurídica, o bien asumir la posibilidad de doble titulación.
También se advierte la necesidad de incorporar en el currículo la posibilidad de que los estudiantes se vinculen a proyectos de investigación, obviamente con obtención de créditos académicos, pues la Facultad no puede ser simplemente una escuela de transmisión de conocimientos sino el foro por excelencia para la creación de los mismos.
De igual modo, se observa que algunas de las asignaturas que se presentan como nuevas no son esenciales para la formación de todo abogado y por tanto deberían ser electivas y no obligatorias, que se mantienen contenidos repetidos en el área de Derecho Privado y que se desoye, sin justificación alguna, el clamor de numerosos profesores y estudiantes por darle a los derechos humanos mayor cabida en el plan de estudios.
Así las cosas, el proyecto presentado no puede asumirse más que como el punto de partida para una modernización genuina de la Facultad. No es conveniente, ni realista, andarse ahora con prisas y pretender que en este fatídico año 2020 quede aprobado el asunto, sin suficiente deliberación, escrutinio y maduración por la comunidad académica. Estamos además en una coyuntura de emergencia por la pandemia del coronavirus, que dificulta enormemente la comunicación adecuada entre los protagonistas de la vida universitaria. Esto es algo muy serio que no podemos despachar en un par de reuniones por Zoom.
Además, hay que tener en cuenta que un nuevo plan de estudios acarreará, por necesidad, una reflexión profunda sobre los métodos de enseñanza, una reforma al reglamento de la facultad, un estatuto docente acorde con la flexibilidad y la interdisiciplinariedad prometidas y, también, por supuesto, una reorganización administrativa de la Facultad.
Aquí va un abrebocas de preguntas que tendremos que responder antes de darle carpetazo al proyecto presentado: ¿Se va a conservar la norma según la cual se pierde al año/semestre por la pérdida de más de dos asignaturas y obligaremos a los estudiantes a repetir unos créditos que ya aprobaron? ¿Vamos a seguir evaluando de modo casi puramente memorístico? ¿Vamos a implementar la figura de los docentes asistentes de cátedra, distintos a los titulares? ¿Un profesor o profesora podría dedicarse exclusivamente a la investigación y otro u otra sólo a la docencia? ¿Cómo se articulan las funciones entre la decanatura y las direcciones de departamentos? ¿Vamos hacia una decanatura con funciones administrativas y unos departamentos con funciones académicas, o todo lo contrario?
¡Es evidente que seguiremos discutiendo esto incluso el año entrante!
Lo que pasa en el Externado por cuenta de las actuaciones del Rector Juan Carlos Henao, aunque verdadero para vergüenza de muchos, no parece verosímil. Ese es el legado de su continuismo ascendente.
Lo que pasa en el Externado por cuenta de las actuaciones del Rector Juan Carlos Henao, aunque verdadero para vergüenza de muchos, no parece verosímil. Ese es el legado de su continuismo ascendente.
Por: Juan Pablo Estrada.
Profesor de la Universidad Externado de Colombia.
García Márquez alguna vez en una entrevista dijo que nadie podía extrañarse de que Colombia fuera la cuna del realismo mágico, señalando con acierto y con su inconfundible risa caribe, que en Colombia pasaban cosas que, aunque verdaderas, no eran verosímiles. Es la segunda vez que debo hacer referencia a esa cita en esta columna, porque para vergüenza de muchos lo que pasa en el Externado, aunque es verdadero no parece verosímil.
Un rector desesperado por venderse como lo que no es, posa de bacán en entrevistas que todavía no sabemos cuánto nos cuestan – de paso al amparo del derecho de petición pregunto cuál ha sido el valor y quiénes los destinatarios de la inversión en pauta publicitaria del Externado en el periodo 2019 – 2020, no vaya y sea que coincida con sus entrevistadores- ponderando la crítica y destacando la importancia de la oposición, mientras hace llamadas telefónicas y promueve intrigas para vetar a uno de los más respetados constitucionalistas de nuestra facultad, movido por la rabia y su deseo de vindicta.
En efecto, que el profesor y director de El Radical Néstor Osuna no haya estado en la preselección del Consejo de Estado para definir el ternado a la Corte Constitucional y que por encima suyo aparecieran otros externadistas unos con méritos, otros a cuya hoja de vida le faltan un par de hervores y otros más que no tienen con qué, nada tiene que ver con su valía y su impecable trayectoria. Fue un vergonzoso cabildeo de Henao y sus alfiles el responsable de su exclusión. Me dijo alguien del Consejo de Estado “le cobraron su pelea con el rector”. Guardaron silencio que por ahora otorga, tanto los consejeros como Henao sobre la denuncia del profesor emérito Ramiro Bejarano acerca de esa vulgar componenda. No parece verosímil, pero es verdadero. Y, lo peor, los que celebran la gratitud del rector que los “ayudó” a estar dentro de los veinte no saben que ya le dio el “aval” a otro candidato, pero igual en elecciones les pasará la factura.
Todavía menos creíble resulta su respuesta al derecho de petición que le formulamos algunos profesores impecablemente analizada en esta edición de EL RADICAL. La capacidad rectoral para desfigurar la realidad, callar verdades y querer volver realidad mentiras de la mano de su comité de aplausos, supera todos los límites. Basta con señalar que insiste en que rindió cuentas porque en el Consejo Directivo comenta lo que se le viene en gana y consigna luego lo que quiere en las secretas actas. Y muestra como supuesto reflejo de su transparencia el reintegro de Andrés González a su cargo, cuando bien es sabido que no lo quería hacer, tanto que pidió que un subordinado le hiciera un flojo concepto para respaldar su abuso de más de un año y le tocó, por cuenta de la valerosa postura de los representantes de los estudiantes y la presión ejercida con el derecho de petición, echarse para atrás. Por eso ahora corre con las elecciones, pues las mayorías con las que ha mal manejado el Externado le hacen agua.
Para rematar, en su afán de controlar el Consejo y vaya uno a ver si pagando favores, le está dando espacio en la lista oficialista al señor Luis Ferney Moreno, que tiene un particular sentido de la ética y del conflicto de interés que le permite un día ser el juez de un poderoso empresario y luego, casi de inmediato y sin sonrojarse, aparecer como su asesor. En esas manos quiere dejar nuestro Externado. Por fortuna le haremos un juicioso escrutinio a los candidatos una vez las listas se inscriban. Quién iba a pensar que nos tocaría crear una suerte de Consejo Visible para que el cuerpo profesoral tenga claro por quién le están pidiendo votar.
Y lo que nos falta por ver. Cositas inverosímiles pero verdaderas. Ese es el legado del continuismo ascendente.
La mentira es la negación de la grandeza y a su vez es la confirmación de la decadencia, dolencia que aqueja actualmente a la Universidad Externado de Colombia.
La mentira es la negación de la grandeza y a su vez es la confirmación de la decadencia, dolencia que aqueja actualmente a la Universidad Externado de Colombia.
Por: Saúl Sotomonte.
Profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
Al igual de lo que acontece con las civilizaciones y con los países, otras organizaciones, incluidas las sin ánimo de lucro, después de momentos de grandeza, cambian los verdaderos valores que sirvieron de fundamento ético a su esplendor, por desvalores con los que soportan la ética de su decadencia. Es así como la Grecia clásica, la de Platón y de Aristóteles, decae en categorías menores como la de los Cínicos, quienes cambiaron el sentido comunitario de la “polis”, por inferiores intereses, al igual que los de los “tiempos líquidos” que agobian hoy al mundo, y en donde todo es posible con tal de que se satisfagan mis deseos. Por fortuna grandes pensadores de la cultura musulmana, judía y cristiana rescataron para el occidente los valores clásicos de esa gran civilización.
Con los países también se puede presentar el mismo fenómeno. Se construyen bajo el paradigma de la democracia, pero con el transcurrir de los años el interés colectivo se supedita al particular, dando paso a las distintas formas de corrupción, encontrando el acomodamiento perfecto de su desenfreno.
En este punto es pertinente recordar al gran maestro del Derecho Constitucional, Carlos Restrepo Piedrahita, quien en las clases de Teoría del Estado nos ilustraba sobre las Constituciones Formales y las Materiales, siendo las primeras, las que contienen el ideal de lo que se quiere; y las segundas, las que realmente se aplican de acuerdo a las conveniencias de turno. Colombia, pese a las dificultades, ha tenido momentos de avanzada en estas materias. Sin embargo, en los últimos tiempos el interés social se puso en mayor medida al servicio de intereses mezquinos, en muchos casos patrocinados por la corrupción, cambiando de esta manera la supremacía de los verdaderos valores de la sociedad por una ética propia de la decadencia.
Ahora bien. En el caso de una institución como es la Fundación Universidad Externado de Colombia, sus fundadores que fueron del siglo XIX, no del XX –como se ha querido difundir–, lo hicieron bajo valores éticos, basados en la democracia, la transparencia, y la verdad. Categorías que llevaron a que la institución tuviera un alto reconocimiento nacional e internacional, pero de manera desafortunada desde hace cerca de diez años la conducción y manejo de la Universidad se ven afectadas por el desorden, la liviandad, la falacia y la falta de liderazgo.
En lugar de propender porque esta casa de estudios irradie para la sociedad colombiana formas de comportamiento ejemplares, se ha hecho todo lo contrario. Se aceptaron y se asumieron como propios los desvalores que han venido acabando con el país, lo que ha traído como consecuencia el abandono de los principios de la democracia y la transparencia propios del espíritu fundacional de esta alma mater, dando paso a un cínico, abusivo e ilegítimo acaparamiento del poder que, para su mantenimiento, se ideó “la ley del silencio” sobre las actas y las cuentas, y por lo mismo no se ha querido avanzar en nada en lo relativo a la institucionalización de la Universidad, tal como en anteriores columnas lo hemos anotado. Después de ser indiferente durante todo el tiempo sobre la reclamada renovación del consejo directivo, al perder el control sobre el mismo debido al ingreso del Doctor Andrés González, tomando como pretexto el clamor de los profesores, se quiere una rápida elección, sin tener claro bajo qué condiciones y, además, se responde un derecho de petición de importantes docentes con afirmaciones que no corresponden a la verdad.
En los auditorios y en los reportajes se hace alarde de todo, tal como sucedió con los libros contra la corrupción, olvidando que esta se combate es con la educación y el ejemplo, más que con normas y discursos. En este punto es pertinente citar la columna publicada en el diario El Tiempo hace unos años por el Doctor Carlos Augusto Galvis, en la cual afirmó: «regresando a la importancia de la educación en materia de corrupción, es pertinente citar parcialmente un aviso fijado en una universidad de Sudáfrica: “Destruir cualquier nación no requiere el uso de bombas atómicas o el uso de misiles de largo alcance, sólo se requiere un bajo nivel educativo y que los estudiantes hagan trampa en los exámenes. Los pacientes mueren a manos de esos médicos; los edificios se derrumban a manos de esos ingenieros; el dinero se pierde a manos de economistas y contadores; la justicia se pierde a manos de esos jueces. El colapso de la educación es el colapso de la nación”».
Agregamos nosotros: Más grave aún si esos mismos profesionales son los formadores de la juventud y, mucho más, si no se es espontáneo y transparente en la entrega de la información.
Por todo ello, reiteramos nuestro pedido de que se practique una auditoría externa e independiente sobre la gestión de la Universidad durante los últimos diez años. La falacia y el engaño deben desaparecer de nuestra comunidad. Razones más que suficientes para exigir un verdadero liderazgo con capacidad y autoridad para recuperar la grandeza y al mismo tiempo el déficit operacional que se tiene desde hace algunos años.
El debate sobre el Nuevo Pénsum tiene que abrirse efectivamente, hay que recibir con buenos ojos las reformas propuestas, pero también abrir un debate cercano a las Directivas para todos los estudiantes; ¡basta de mediación!
Conservatismo y hermeticidad en el nuevo pénsum de Derecho
El debate sobre el Nuevo Pénsum tiene que abrirse efectivamente, hay que recibir con buenos ojos las reformas propuestas, pero también abrir un debate cercano a las Directivas para todos los estudiantes; ¡basta de mediación!
Por: Javier Andrés Pérez.
Estudiante de Derecho de la Universidad Externado de Colombia.
Desde antes de comenzar nuestras vidas en el Externado, la palabra “libertad” estaba siempre presente en el discurso ideológico. No está de más, para muchos ese fue el valor que marcó nuestra afinidad con esta Casa de Estudios. Y es que, en la vida profesional, académica y política, escuchar a un externadista sin duda es escuchar el talante radical del liberalismo, al menos en buena parte de los casos. Empero, tampoco sobra el quejoso que siempre utiliza este rasgo definitorio de nuestra comunidad para criticar nuestras incongruencias, propias de cualquier grupo humano, un argumento que a veces tiene fuerza, pero que, en otras, solo obedece a la necesidad de justificar las penas particulares.
Este escrito no es otra apología a un Externado incongruente, ni tampoco suma a la perfección del mismo, pero sí hay que decir algo: muchos hemos enarbolado la bandera y portado camisetas de robusto verde y de la palabra libertad en mayúsculas, pero sin darnos cuenta que hemos tenido el pecho tallado, y bien tatuado, con gran azul conservador. En efecto, noto que muchos estudiantes y docentes se han dedicado a cuestionar entre otras cosas la modalidad semestral, pero, en verdad, así de corta queda esa oposición al no examinar con antelación el porqué de la modalidad anual. Mejor dicho, fundamentan lo uno desacreditando lo otro, reduciendo la opinión a un escaso “como me siento bien así, entonces todo está bien”. No sobra invitar a recibir el cambio con buenos ojos, a no temerle a perder las cátedras, la anualidad, ojo, y también a perder una que otra materia de Derecho Civil, rompiendo las cadenas que a los directivos los han llevado a sugerir —ojalá a verdadero título de sugerencia— esta o esta otra cosa.
En mi opinión, y me incluyo, hemos estado intentando conservar un presunto sello externadista. El Externado es corriente, ideología, el Externado es una visión del mundo, así que una cuestión tal como la semestralización, y otras, no le quitará, nunca, la identidad a la Facultad de Derecho del Externado. Entonces, es un despropósito negarse a actualizarnos, a trascender a un estadio inevitable, tan natural que casi que, si no vamos a él, él vendrá a nosotros. Y así está sucediendo, la pandemia de coronavirus, toda esta situación, nos ha forzado a reinventarnos, a innovar, y dicho sea de paso, eso nos ha demostrado muchas cosas, como que los docentes de Derecho pueden modificar su metodología de evaluación y enseñanza sin conculcar el aprendizaje de sus pupilos; pero también otras, como que la arbitrariedad reina sobre la empatía en una situación de emergencia y sobre las recomendaciones de la Rectoría a la hora de programar y efectuar un examen.
Lo cierto es que, volviendo al devenir y al conservatismo, tarde acatamos a reabrir el debate sobre la reforma del pénsum del programa de Derecho, y hoy en día llevamos a otras instancias lo que en los pasillos y en las aulas con algunos compañeros hemos discutido. Tarde porque estas circunstancias, al menos de parte de nuestra Administración, no tendremos espacios para debatir el particular, ni tampoco la misma cercanía para presionar que se abran. Veo con profunda tristeza que esos escenarios sean ofrecidos por nuestros Representantes, por EL RADICAL y algunos docentes. Sin desagradecerlo, al contrario, congratularlo, pero me pregunto, ¿dónde está el Rector y dónde está la Decana? ¡Por qué ver tan relevante conversación desde el escritorio, por qué pretender poner todo este debate sobre la mesa, pero sobre la mesa de sus casas! Reforman hacia dentro. No veo puertas abiertas de su parte. No obstante, y tristemente, es una coyuntura que hay que asumir, con buena frente y con seriedad. Como muchas otras, la pregunta que hay que hacerse es si acaso todo cambio que se proponga al pénsum so pretexto de aquello de reinventarse resulta de recibo. En mi opinión, no puede ser así.
La pandemia, la semestralización, y la arbitrariedad de una Administración hermética, están siendo usadas como un comodín para introducir cualquier cambio en una colcha de retazos o, en el mejor de los casos, para igualarnos estructuralmente a las demás facultades de Derecho. Hay que entender algo: el Externado no es como aquellas otras facultades que a buena hora han construido o rediseñado sus programas, ni puede pretender serlo con solo una reforma después de tantos años de mantener a capa y espada ese statu quo. En efecto, pese a que hay que recibir las nuevas reformas con buenos ojos, sin prejuicios, sin miedo, sin conservatismo, también tenemos que ser sensatos. Es que cambiar tan abruptamente toda forma en que hemos funcionado no generaría otra cosa que trabas y más trabas. En otras palabras, el cambio hay que aceptarlo, pero tampoco llevarlo a lo que para nuestra Casa de Estudios sería un extremo.
Me refiero más particularmente a que, hoy día, todos los problemas que como Facultad hemos llegado a tener desde el punto de vista académico y estructural se le han terminado endilgando al esquema de cátedras, al esquema de cien estudiantes por curso, a nuestros cuatro exámenes anuales, o más bien dos para nosotros los arriesgados. En lo personal, claro que he percibido falta de cercanía con el docente, poca o casi nula evaluación continuada y dificultad para evaluar otro tipo de competencias en el estudiante. Es claro que estos problemas están, desde luego, pero otra cosa es que esto sea causa de nuestra actual estructura. Hay que cambiarla, sí, pero que ello no comporte la erradicación de otros esquemas que sí que ofrecen sus pros, y con los que muchos estamos de acuerdo.
En la modalidad cátedra, por hablar de un ejemplo, he visto que algunos profesores, los prepotentes, son los que desde el inicio de los cursos han levantado una barrera para acercarse a sus pupilos, que han evaluado oralmente sin más competencia u oportunidad, y con arbitrariedad, o que incluso en estas circunstancias se negaron a cambiar el método de evaluación. Pese a ello, también he tenido profesores que han reemplazado nuestra evaluación tradicional por controles de lectura, por trabajos escritos, por quices, en virtud de su libertad de cátedra, ¿y por qué no hacerlo por una evaluación continua? Lo digo francamente: el docente que siempre ha sido un acomodado, un perezoso, para utilizar su libertad de cátedra en favor de la pedagogía, la dinámica, o para evaluar otras competencias en sus alumnos, será el mismo que a la hora de poner en práctica cuanto cambio se le ocurre a la Dirección lo hará de la manera menos correcta, menos pedagógica posible, porque eso a muchos sí que les ha caracterizado. Dudo, y dudo demasiado, que la semestralización resulte incompatible con el esquema de cátedra, o que las cátedras resulten incompatibles con la evaluación continua, menos cuando todo eso obedece al docente apartado o amañado a evaluar solo dos veces en el semestre, que se ha negado a hacerlo de otra forma.
El tema hay que decantarlo. La propuesta planteada por la Facultad requiere ser profunda y democráticamente analizada. El verdadero problema es la desproporcionada celeridad que le se quiere imprimir a un proceso que versa sobre un proyecto oscuro y ambiguo, que no recoge las sugerencias de docentes y estudiantes, y al carácter hermético que siempre ha caracterizado a las directivas. Y creo que en esto estriba aquel afán por poner en clave de innovación cualquier cambio ajustado a la propia opinión, sin mayor debate, sin cerciorarse de no achacar al statu quo todas nuestras falencias; y al margen de todo esto, que otra limitante será que no podrá ser tratado en nuestras aulas de clase.
Finalmente, por todo esto, he de colegir que lo único claro aquí es que hay un gran temor en que este proyecto sea discutido, aprobado y puesto en práctica en estas circunstancias, y con ciertas personas en el poder, que con total seguridad pienso que hay que remover. Me sumo a aquellos que opinan que, frente a todo lo relacionado con el nuevo plan de estudios, no ha habido ni propuestas académicas ni debates.
profesionales. Aquí todo es lo que opina quien tiene el poder. Recibimos con buenos ojos toda propuesta, pero ojo que también se espera que se reciban no solo las sugerencias de todos, sino que se abran verdaderos espacios de diálogo democrático para depositar los granitos de arena de cada uno de nosotros. En un debate tan importante, un presupuesto básico tiene que ser la inmediación entre las directivas y los docentes y estudiantes. Además, este debate, como anoté anteriormente, tiene que ser sensato y tiene también debe evitar circunscribir cualquier problema al statu quo. Se requiere de un análisis mucho más racional, sin pasiones y pensamientos individualizados, verdaderamente abierto a toda la comunidad, académico y técnico.
Pese al silencio y apatía de las directivas del Externado, EL RADICAL sigue indagando por los temas que más le interesa conocer a la comunidad universitaria.
Pese al silencio y apatía de las directivas del Externado, EL RADICAL sigue indagando por los temas que más le interesa conocer a la comunidad universitaria.
Desde hace más de un año, EL RADICAL le viene haciendo preguntas al Doctor Juan Carlos Henao sobre aspectos de interés para el Externado, sin que él, la Secretaria General, el decadente consejo directivo ni ninguna otra autoridad hayan respondido un solo de los cerca de 200 interrogantes que en total le han sido formulados.
Como tales preguntas, en vez de haber perdido vigencia, siguen cobrando más importancia, este medio insiste en que se respondan ahora los siguientes interrogantes:
¿Se han analizado propuestas de empresas que puedan ofrecer un servicio serio de elecciones mediante voto electrónico que le permita a toda la comunidad académica vigilar el proceso, con presencia de ingenieros y expertos independientes?
¿Se va a actualizar el censo de electores y elegibles para las próximas elecciones, ya que el que se tuvo en cuenta corresponde a un período académico distinto a este en el que ellas van a tener lugar?
¿Cuántos requerimientos o quejas ha resuelto la Rectoría de la Universidad, ya que en la respuesta a un derecho de petición enviado a varios profesores se afirma que la totalidad de las mismas son resueltas?
¿Cuándo tiene pensado el Rector presentarle al consejo directivo el proyecto, borrador o esbozo de estatuto profesoral que mencionó en la contestación al derecho de petición presentado por varios profesores?
¿Qué salario recibe cada uno de los profesores miembros del consejo directivo?
¿Qué cargas adicionales a la de ser miembro del consejo directivo debe atender cada uno de esos profesores, cómo dirigir un departamento, dictar clases, etc. o si no tiene ninguna otra responsabilidad?
¿Cuánto devenga el Rector y a cuánto ascienden sus gastos de representación?
¿Cuánto devenga la Secretaria General, Marta Hinestrosa? ¿Tiene gastos de representación?
¿Por qué la Secretaria General está bajo el régimen salarial si por su sueldo debería ganar un salario integral? ¿Es cierto que recibe primas y cesantías, ya que nunca se modificó su régimen?
¿Cuánto devenga cada uno de los Decanos? ¿Todos ganan igual? ¿Tienen gastos de representación?
¿La universidad ha otorgado créditos al Rector, a la Secretaría General o alguno de los Decanos? ¿Cuándo? y ¿Por cuánto?
¿Cuáles profesores han obtenido créditos de la Universidad y cuáles están vigentes?
¿Cuánto gasta el Externado en publicidad?
¿Cuáles son los noticieros de TV en los que más pauta?
¿Quién define y con qué criterio la contratación de pauta en medios escritos?
¿Qué frecuencia puede identificarse entre las entrevistas que concede el Rector en cada uno de esos medios con la intensidad de la pauta contratada por la Universidad?
¿Paga la Universidad asesores o consultores de medios?
¿Cómo se mide la eficacia de ese gasto?
¿Cómo se piensa garantizar el secreto del voto y la pureza del escrutinio en la elección de profesores al consejo directivo, con votaciones a distancia?
Estas no son suficientes para explicar los problemas del mundo de papel y de números, de contabilidades y balances, de productos internos y exportaciones e importaciones, que nada nos dicen y si nos confunden a diario.
Estas no son suficientes para explicar los problemas del mundo de papel y de números, de contabilidades y balances, de productos internos y exportaciones e importaciones, que nada nos dicen y si nos confunden a diario.
Por: Luis Fernando García.
Profesor de la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia .
Han creído los expertos que las cifras son suficientes para explicar los problemas que vive el mundo. Su mundo, claro, que es de papel y de números, de contabilidades y balances, de productos internos y de exportaciones e importaciones, que explican con cifras y una que otra frase amañada y oscura. El déficit de estos informes es de tal proporción que nada ni nadie los cuestiona. Quizás los entiendan otros expertos de bancos y organismos nacionales y multinacionales que viven en un mundo extraño y fantasioso, medio esotérico. Su mundo, como hemos dicho.
De pronto, sin otra explicación, llegó otra de las muchas caídas, o subidas, de los precios del petróleo y, casi por fortuna, el Covid-19, que en una estampida cruel y desastrosa acabó, simuladamente, con ese mundo artificioso de las bolsas de valores, de los mercados mundiales, de las cámaras de comercio, de las ganancias desbordadas y de los discursos mercenarios y fingidos. Se quedó para que unos pocos, los banqueros y los indignos propietarios del mundo virtual –que de virtual ¿o virtuoso? tiene poco–, hagan de las suyas, sin elucidaciones válidas y con astucia premeditada. Otro mundo del que son dueños unos pocos usureros, mentirosos y déspotas, que han ido penetrando todos los secretos de la humanidad.
En esta última afirmación está lo grave de la crisis desatada por este virus todavía poco conocido por la comunidad científica. Sí. Todo se ha vuelto virtual, la palabra más estúpida que se haya creado en estos tiempos de desarrollo técnico, de avances científicos que estos genios revelados de la modernidad nunca consultaron en el portento de la realidad, pues han creído que la virtualidad, ese universo gaseoso e informe que en destellos lumínicos va cercenando la creación, la razón, la inteligencia, la investigación y la ética humanística, es el avance más notable de la ciencia en los cientos de siglos de historia vividos. Así, todo queda reducido a un clic, esa onomatopeya que, en su primera y válida acepción, según el Diccionario de la RAE, sirve “para reproducir ciertos sonidos, como el que se produce al apretar el gatillo de un arma, pulsar un interruptor”.
La otra acepción, atrevida y menesterosa, tiene menos tiempo de estar en el infinito de nuestra lengua, pues es otra acepción que los lexicógrafos, onerosos y despistados, van aceptando por eso de que las cifras le van dando la razón a los más absurdos sentidos que se ocurran a esa alevosa y poco certificada comunidad de acreditados genios que nos han lanzado a un nuevo vocabulario lleno de desconciertos y desatinos. ¿Qué es, en el más simple de los significados, esa “pulsación que se hace mediante un ratón u otro dispositivo apropiado de una computadora para dar una instrucción”?
No es esta, sin embargo, la razón de la afirmación que he hecho, pero queda como una pregunta a la que habremos de enfrentarnos algún día, y tiene que ver con esa desmedida y vergonzante capacidad de los lingüistas modernos de ir acercando el riquísimo mundo de los significados a una cientificidad descarnada y petulante que ahuyenta esas extraordinarias relaciones que existen entre significado, significante y referente.
Hemos perdido de vista a los viejos filólogos y filósofos del mundo clásico que, con frecuencia inusitada, no están al alcance de un clic. ¿Qué dirían los viejos maestros Saussure, Eco y Chomsky? Sí, la razón de estas líneas nace de una especie de asombro del manejo de las cifras y del lenguaje que se ha ido creando alrededor de ellas que, además, involucra el derecho a tener derechos, que decía Hannah Arendt. El derecho a la privacidad que tenemos quienes no somos figuras públicas, por citar uno de otros tantos derechos deshonrosamente atropellados.
Las cifras citadas todos los días por presidentes, ministros, gerentes y otros funcionarios, de alta y baja importancia, salen desbocadas cada día en esos infaustos medios de comunicación, en los informes de los organismos mundiales, en las citaciones de revistas especializadas y en periódicos económicos -y no- que recorren este mundo concreto y ese mundo virtual, lisonjeramente usado con el más pérfido y macabro de los sentidos que se puedan dar. Y los funcionarios, con gestos abrumadores y voces melifluas, nos van soltando números insinuantes y casi irreales. Billones que confundimos fácilmente con millones, trillones que son casi “inescribibles”, miles de millones y cientos de millones, para quedar reducidos a unos salarios mínimos que reciben millones de personas que nunca comprenden, ni comprenderán, esas cifras amañadas y autoritarias que van sucediéndose, como la pandemia, sin explicación alguna distinta, claro está, de la que con sinuosa argumentación van dando quienes manejan este planeta para decirnos que estamos quebrados, que hemos entrado en recesión, que la pobreza, que la miseria, que el desempleo, como si esos trillones y billones hubiesen desaparecido misteriosamente del mundo real en el que vivimos. Pero los números apenas son una vergüenza en el entramado de unas pocas multinacionales, del sistema financiero, de los paraísos fiscales, rebosantes de dólares y euros, por los que claman esos farsantes que dirigen los destinos de la Tierra. Sabemos que el dinero está en esas pocas y mezquinas manos. Sabemos que los grandes empresarios tienen guardados suficientes recursos en sus cuentas, legales e ilegales, que por ese mundo sórdido de los multimillonarios circulan todos los caudales y que el oro y las joyas y el petróleo están ahí, esperando otra oportunidad para que crezcan con la misma desmesura con que son escondidos en esas secretas cuentas bancarias.
No es un secreto, aunque algunos intentan convertirlo en tal. Detrás de ese lenguaje ampuloso y mediático de los números se han ido creando disculpas para que todos quedemos inscritos en el mundo farisaico de los déspotas. Encuestas que comprometen nuestra autonomía, nuestra dignidad y nuestros derechos más sagrados se han ido sumando a una desbarajustada capacidad de seguirnos a todas partes, de buscar arteramente nuestras debilidades, nuestros vicios, nuestras dolencias y no, claro, nuestras cualidades que, por fortuna, poco les importan. La libertad, tantas veces despojada de su único y valioso significado, la justicia, el derecho y la democracia son apenas gritos alucinados de una dirigencia mundial ignorante, hipócrita y marrullera. En persona, si lo podemos decir, 1984 de Orwell y hasta Rebelión en la granja.
De ahí surge la más infortunada de todas las chapuceras nominaciones que se les ocurren a estos autócratas sin ilustración, como llamar a la nueva educación y al trato de los seres humanos remota, como muchos quieren que sean las próximas relaciones de los seres humanos para evitarnos las protestas, las manifestaciones, las verdades políticamente incorrectas y toda esa invocación que se va dando y, con seguridad, terminará con el dominio completo de las redes sociales para que ese mundo rebelde sea callado de una vez y para siempre. Las elecciones y las lecciones serán remotas para que no haya confrontaciones de ninguna clase, para que las venalidades de los autócratas no sean descorridas, para que sus odios y venganzas sean más sutiles y simples. ¡Una afrenta a la libertad!
De las cifras podemos deducir varias evidencias. Una de ellas es que no siempre uno más uno son dos y que detrás de los números se esconden sutiles perversiones. Todos lo saben de una u otra forma. Con disimulada provocación detrás del discurso económico hay fórmulas intangibles, soterradas formas de esconder o desaparecer la relación del todo y sus partes. Las sombrías estadísticas muestran con ambigua certeza la proporción de la justicia en la repartición del todo. Según ellas tenemos derecho a ese todo todos. Pero sabemos que no es así. Pocos se quedan con todo, y los residuos, los que van luego de la coma, se reparten entre muchos. Esos porcentajes abren las brechas entre la riqueza y la pobreza. Casi sin sutilezas.
Así, un ejemplo, el escándalo por la corrupción durante la pandemia, que ha reunido a tres célebres personajes de la vida política colombiana, es una pintura, sin exageraciones, de cómo los millones de millones robados se van dilatando en juicios y escándalos mediáticos que parecen indicarnos toda una política anticorrupción que se desvanece en ridículas presentaciones de los tres citados con indecorosas actuaciones con las que pretenden justificar, con cifras dichas lenta y dramáticamente, que el que la hace la paga, una de las más sólidas mentiras que se han propuesto en los últimos años de la agitada vida delincuencial del país.
Es un llamado de atención a la academia seria y responsable para que aleje de su espíritu una tentación que, a veces, surge entre sus miembros: el autoritarismo. Solo la academia tiene la responsabilidad histórica de confrontar ese dogmatismo exacerbado con la libertad y la democracia reales, las que, en efecto, se requieren para que el país y el mundo cambien este acelerado rumbo hacia la definitiva destrucción.
Trogloditas modernos como Bolsonaro, Trump, Maduro y otros, han sido reacios a la consolidación de una academia libre, promotora de la construcción de un mundo menos desigual, contestataria, creativa, renovadora y justa.
Una academia en la que primen los derechos y en la que el ser humano sea el epicentro de la historia, sin jugaditas malévolas, sin intereses personales, sin egoísmos vergonzantes. Una academia libre, democrática, justa, universal, investigadora, provocadora, cuya alianza con la ética humanista sea más fuerte que con los grandes capitales y con los desprestigios de las cifras y los poderosos.
Este proceso debe incluir a todos los integrantes de la Facultad de Derecho, profesores y estudiantes, entre otros. Es una tarea de tal envergadura que demarcará el futuro de la carrera.
Este proceso debe incluir a todos los integrantes de la Facultad de Derecho, profesores y estudiantes, entre otros. Es una tarea de tal envergadura que demarcará el futuro de la carrera.
Por: Alfonso Palacios.
Profesor de Derecho Constitucional de la Universidad Externado de Colombia.
Y nos empezamos a pensar nuevamente el pénsum de Derecho, y como en todo proceso en donde se deciden elementos esenciales, por ahora hay más dudas y retos, que certezas y resultados.
El primer paso fue una propuesta, en la que de alguna forma se replantea la manera en que hasta ahora el Externado ha enseñado Derecho. La propuesta incluye la adición de los contenidos obligatorios –y la consecuente disminución de las horas de los hasta ahora existentes-, la posibilidad de elegir algunas materias –esto con dos grados distintos de libertad-, el aumento de las horas de formación, tanto en clase, como de estudio individual, y la posibilidad de cursar programas con doble titulación.
Como es habitual, la propuesta plantea más dudas que certezas sobre los aspectos
puntuales que la componen; pero, por sobre todo, exige que las directivas comprendan que esta es una tarea de tal envergadura, que supera instancias como la Rectoría, la Decanatura o las mismas Direcciones de los Departamentos que componen la Facultad. Es decir, nos define como Facultad, y por tanto debe surgir de un proceso que nos incluya a todos los que hacemos parte de ella, incluirnos de
verdad, en una consulta regida por la buena fe, y por tanto generando un proceso en donde las voces de estudiantes y profesores/as tengan una injerencia eficiente en la construcción del pénsum, y no simplemente nos sea concedido un espacio para preguntar por lo ya decidido, o cambiar detalles superfluos de una estructura ya definida.
Al final siempre es una instancia la que decide. Eso está claro. Pero no implica que el proceso para llegar a la decisión sea superfluo. El Externado tiene como lema ‘Educación para la Libertad’, en cuya base está el principio kantiano de reconocimiento de responsabilidad moral individual, haciendo a cada uno/a partícipe en la determinación del camino por recorrer. Sin duda alguna, el respeto del espíritu radical que nos identifica, así como el valor que siempre hemos reconocido en la Comunidad Externadista, imponen la obligación moral de realizar un proceso en términos dialógicos, en los que la participación de estudiantes y profesores/as no sea una mera formalidad, sino que tenga un peso específico determinado en la idea de construcción conjunta del pénsum.
Un aspecto esencial es ponernos de acuerdo en el objetivo de la Facultad de derecho, es decir, en qué tipo de abogados/as aspiramos que se formen durante el tiempo de carrera en el Externado, y a partir de este punto definir aspectos como qué tanto debe ser dejado a la formación fuera de las aulas de clase; qué tanto aceptaremos que se reduzca lo que hasta ahora conforma el pénsum, para dar paso a programas de doble titulación en un tiempo razonable –es decir, alrededor de 13 o 14 semestres-; qué debe quedar a la elección de los/as estudiantes, de acuerdo con sus preferencias; si en un calendario reducido resulta adecuada la obligación de cursar materias de otras facultades, etc., todos estos aspectos importantes a este propósito. Para esto no existe otro camino que escucharnos entre todos/as. Esto implica escuchar a los/as estudiantes que ya llevan un recorrido en nuestra Facultad, escuchar qué extrañan de nuestro pénsum, escuchar qué les gustaría ampliar del mismo, tratar de comprender qué herramientas sienten ellos/as que necesitan para salir lo mejor preparados posible al mundo que les espera fuera del campus y más allá de la vida universitaria. Implica, así mismo, que los que llevamos algún camino recorrido recordemos cómo nos sentimos cuando nos enfrentamos al mundo post universitario, qué nos hubiera gustado que nos aportara la Universidad para prepararnos en mejor forma, e incorporarlo con sapiencia en las propuestas que formulemos en este proceso.
Por esto, creo que un primer paso es caer en la cuenta de que somos una comunidad capaz de deliberar. Seguro que como Externado podemos superar las polarizaciones, alejarnos de la “democracia del enemigo” y entendernos como interlocutores que podemos aportar a la construcción de los conceptos que constituyen la “razón pública universitaria”.
Si la decisión se toma como fruto de un proceso verdaderamente deliberativo, seguro que será la correcta, pero por sobre todo, y sin miedo a equivocarnos, podremos decir que será una decisión del Externado, que al final es lo que más nos debe importar.
Esta propuesta no puede desconocer la importancia de la enseñanza de la formación en Derechos Humanos (DDHH), pieza fundamental en la preparación jurídica e integral de un buen abogado.
La apuesta por la reforma del Plan de Estudios de Derecho
Esta propuesta no puede desconocer la importancia de la enseñanza de la formación en Derechos Humanos (DDHH), pieza fundamental en la preparación jurídica e integral de un buen abogado.
Por: Alejandro Salamanca.
Estudiante de la Facultad de Derecho de la Universidad Externado de Colombia.
La educación moderna exige, más allá de una simple transmisión de información, el desarrollo de capacidades analíticas y reflexivas, pues bien decía Nicolás Pinzón Warlosten que “Un pueblo irreflexivo jamás será ni digno, ni independiente, ni soberano”; ahora bien, el derecho se asemeja a la educación en tal sentido, pues el abogado y el jurista del siglo XXI no es simplemente quien recita las leyes.
Nuestra Facultad de Derecho no es ajena a estas exigencias, pues consigo acarrea el deber histórico de formar a los abogados y juristas representantes del sentimiento de libertad, propio de nuestra casa de estudios, en la defensa de los derechos y las leyes de la patria y ser exponentes ante el mundo de la educación para la libertad con la que han sido formados. Ante semejante responsabilidad la decanatura de nuestra Facultad ha decidido emprender la menuda tarea de reformar el Plan de Estudios (PE) de la tradicional carrera de Derecho.
Aplaudo la aproximación que ha hecho la decanatura de la reforma al PE, sin embargo, noto que este carece de una formación en Derechos Humanos (DDHH).
Por eso es necesario entender que la educación en DDHH es una pieza fundamental en la formación jurídica integral de un abogado, en el desarrollo humanista de una persona, en el reconocimiento de valores democráticos dentro de un ciudadano y en promover la igualdad, la dignidad y el respeto por otros dentro de la sociedad; por tal motivo en este texto expondré la necesidad de abordar el estudio de los DDHH dentro del PE de la carrera Derecho
La enseñanza de DDHH como pieza fundamental en la formación jurídica integral de un abogado se aborda desde el fenómeno de la constitucionalización del Derecho: proceso innegable, inaplazable e ineludible. Es de pleno entendimiento en el mundo jurídico que la constitución como norma suprema del ordenamiento jurídico ha “desplazado” a la ley en su carácter material y formal. Las constituciones modernas, y sucesivas a la constitución norteamericana “The Bill of Rights”, han incluido en sí una carta de DDHH positivos en el ordenamiento jurídico que conocemos como derechos fundamentales (la parte dogmática de la Constitución) y que son la base de cualquier relación jurídica y abarcan transversalmente todas las áreas del derecho; tan es así que la escuela de formación jurídica Rodrigo Lara Bonilla la enseñanza de DDHH es el primer módulo del curso de formación de los jueces de la república.
Por otro lado, facultades de Derecho como la de la Universidad Nacional, El Rosario, La U. de Antioquia y La Sabana, incluyen en su PE la enseñanza de los DDHH a modo de una materia semestral con una importante carga de créditos académicos, mientras que en el Externado resalta su ausencia en el plan de reforma del PE.
La enseñanza de DDHH es necesaria dentro de las sociedades democráticas modernas, su objetivo es poner en plano de igualdad a todos sus titulares y permitir que el hombre, (raza humana), como ser social, en su ejercicio natural de establecerse en sociedad con otros, se funden sobre imperativos categóricos de grupo y mandatos de optimización de individuo representados en valores como la tolerancia, la solidaridad, la legalidad, el bien común, el pluralismo y demás. Estos principios y valores son además la base las democracias liberales modernas, como la colombiana; de igual forma, el Estado Social de Derecho (y la UEC) se fundan en principios básicos de respeto, libertad, e igualdad. Esta conjunción de valores (y de muchos otros) perfeccionan el estado de bienestar y de dignidad humana que permiten el cierre de brechas sociales y la consolidación de sociedades realmente desarrolladas en cualidad y calidad humana.
Sea dicho de paso, y a modo de conclusión, que en Colombia históricamente el conflicto armado y la criminalidad ha estigmatizado y perseguido a aquellos que se hacen llamar defensores de DDHH y se puede ver la educación en esta área como una reivindicación a aquellos quienes los cañones y las balas la voz apagaron. Además, considero que como institución la UEC está en el deber histórico de aportar a la paz y la democracia de Colombia inculcando los valores democráticos de los DDHH en su máxima amplitud, para así poder afirmar sin lugar a duda que en esta casa de estudios se da la educación para la libertad.
En virtud a lo anterior, señalo la importancia de desarrollar integralmente un programa de formación en DDHH, sin limitar este a un modulo de la Cátedra de Derecho Constitucional o a un seminario electivo, o intensificación u optativa sino darle la relevancia que las coyunturas modernas exigen y a la que el nuevo PE no puede ser ajeno.