Inquietudes de cara a la renovación de la acreditación del Externado
La actual acreditación se dio por ocho años, pero a la luz de la situación actual de la Universidad se especula que la renovación se otorgue por menos tiempo.
Por: Hernando Parra.
Profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
Las Instituciones de Educación Superior –IES– que voluntariamente opten por someterse al proceso de mejoramiento de su calidad, deben surtir el trámite de la llamada acreditación institucional, contemplado por la ley marco de la educación, cuya dirección y ejecución le fue asignada a un Consejo Nacional –CNA–, institución que, entre otras funciones le corresponde el nombramiento de los pares académicos encargados de practicar las visitas y los análisis a cada ente educativo.
El Externado emprendió labores en busca de la acreditación a mediados de 1998, y luego de arduo trabajo en equipo logró el primer reconocimiento para su Facultad de Derecho, habiendo alcanzado la mayor calificación, fijada entonces en el término de 10 años. Con sustento en esta experiencia se adelantaron luego los procesos de acreditación para varias facultades, y finalmente le fue reconocida la institucional, con sobresaliente calificación. Esta última se encuentra actualmente en curso de renovación, y en espera de visita de los pares académicos ya designados.
Y es precisamente de cara a este nuevo proceso cuando emergen fundadas preocupaciones relativas a diversas temáticas que serán objeto de evaluación, y sobre varias de cuales la Universidad continua rezagada o con un desempeño precario, que la alejan de aquellos indicadores de gestión que resultan determinantes para un alcanzar a una destacable calificación culminado el proceso.
En primer término, la Universidad desatendió el compromiso asumido en las últimas visitas en el sentido de incorporar un estatuto docente, que hoy continúa añorando la comunidad profesoral, tanto más ante la actual coyuntura, pues es ante situaciones de crisis cuando se impone brindar a los docentes elementos de estabilidad en su contratación y de cierta solidez en su proyección. Otro factor a evaluar será el del gobierno universitario, que permanece caracterizado por un anacrónico régimen, donde un poder rectoral omnímodo mantiene sometido a un Consejo Directivo sin muestras de renovación, pese a tantas promesas, y que ahora ante la pandemia hacen más que ilusorio el momento para lograr ese cometido. Lo cierto es que este sistema de administración no puede ser modelo para ninguna universidad que aspire en la actualidad a prestigio alguno.
La tan anhelada rendición de cuentas tampoco se ha llevado a efecto, y por tanto la comunidad externadista continúa sin información certera acerca del verdadero estado financiero de la Universidad, circunstancia que propicia una aguda especulación en diversos sentidos, pues mientras en los medios de comunicación se menciona a nuestra Casa de Estudios como la más solvente del país, en foros más reducidos se comenta acerca de un posible déficit en el giro ordinario de su actividad.
Ahora más que nunca cobra importancia conocer la capacidad económica del Externado para atender las afugias de sus estudiantes, profesores y funcionarios, pues lo cierto es que nadie saldrá indemne de esta situación. Todo lo anterior justifica que buena parte de la tarea de los pares académicos estará dedicada a estudiar la sostenibilidad económica de la institución.
Por su parte, el indicador relativo a la actividad investigativa, tampoco parece halagüeño, si se le compara con el registrado por otras instituciones universitarias de similar condición. Algo similar puede anotarse respecto del llamado índice de movilidad estudiantil, que señala el número de alumnos en programas de intercambio académico internacional, donde nuestras ejecutorias son muy reducidas.
Sin duda también llamará la atención de los pares el bajo desempeño en las pruebas Saber Pro -verdadero referente oficial- pues desaparecimos del grupo de las diez primeras universidades del país destacadas en estos exámenes, según el último reporte de 2019.
En fin, la aspiración en todo proceso que conduzca a la renovación de la acreditación institucional o de programa, es la de superar –o al menos conservar– el resultado previo, de suerte que en razón de lo anotado, las directivas del Externado se enfrentarán al enorme reto de explicar con detalle la razón de estas deficiencias, y de asumir el compromiso de corregirlas, y para lo último no tienen opción distinta de requerir el concurso de un sólido estamento universitario, es decir del trabajo mancomunado de todos los externadistas.
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Una respetuosa precisión a una fecha en el artículo de Hernando Parra: la Cartilla de acreditación institucional se publicó en agosto de 1994; en 1995 visitó el Externado Herb Kells -consultor en acreditación- a quien se presentaron resultados de autoevaluaciones de 1994 y 1995 (como se registró en el INFORMATIVO No. 30 de diciembre de 1995).