• 2024-12-23
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Los tiempos idos

Por: Ramiro Bejarano.
Profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
Este será un año inolvidable en el Externado por todo lo sucedido a partir de marzo, cuando se movieron los cimientos de la centenaria casa universitaria con ocasión de unos derechos de petición a la Rectoría, presentados por el ex profesor Eduardo Montealegre y por el docente Néstor Osuna. A partir de ese “florero de Llorente”, empezó un período de crisis ante la necesidad de democratizar la Universidad y pedir cuentas a la administración, entre otros aspectos cardinales. El Consejo Directivo, movido por la necesidad de enfrentar una tutela, intempestivamente decidió reelegir al Rector Juan Carlos Henao, sin que esa decisión haya permitido que las aguas regresen a su cauce natural.
Ramiro Bejarano, profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
En el afán de honrar un proceso de democratización, se convocó el estamento profesoral para expedir el Estatuto de los Profesores, por primera vez en 135 años de existencia de esta alma mater, antaño considerada el templo del liberalismo radical. Convocar los profesores ha traído desde cosas buenas hasta nerviosismo, y por cuenta de esos extremos, en una primera asamblea de abril se formularon confusas propuestas para mantener esta crisis a salvo de los medios de comunicación, intento fallido porque las propias directivas patrocinaron los publirreportajes transmitidos en una emisora en la que entrevistaron a quienes supuestamente pretendían defender al rector Henao de la conspiración montada por Montealegre – la cual solo tuvo lugar en la obsecuente imaginación de algunos interesados en confundir para descalificar –. El resultado está por verse, pero ya quedó memoria de esta propuesta inesperada e impensable lanzada el pasado 1 de octubre que con matices nada democráticos se aprobó: “Conscientes  de la importancia de los debates y consensos a los que hemos llegado, consideramos relevante insistir y resaltar lo acordado en el mes de abril de este año, en el sentido de mantener las discusiones alejadas de los medios de comunicación, con respeto por el nombre de la Universidad y de las formas, elementos que nos permitirán fluir (sic) en el disenso. También insistimos en no replicar mensajes o realizar afirmaciones en medios de comunicación o redes sociales con contenido que puede ser constitutivo de afirmaciones deshonrosas o falsas, que afecten el buen nombre de la Universidad o cualquiera de sus miembros”. Escasas voces de algunos profesores rechazaron esa propuesta, por su talante censurador a los medios y a todo aquel que se considere asistido de razones para expresar sus opiniones sobre esta crisis en las redes sociales. Era evidente que en los salones libertarios del Externado, surgidos de las cenizas de “La Humareda” en respuesta al Estado confesional y represor, el mismo que mantuvo una actitud enhiesta en la hegemonía conservadora y en la dictadura de Rojas Pinilla, por primera vez, en vez del diálogo y la tolerancia, se abrían camino las imposturas intolerantes y represivas. ¿A quiénes pretendían callar y a qué le temen que se comente públicamente? La propuesta maquillada quedó así: “Conscientes  de la importancia de los debates y consensos a los que hemos llegado, consideramos relevante insistir y resaltar lo acordado en el mes de abril de este año, en el sentido de mantener las discusiones al interior de la Universidad y de las formas, elementos que nos permitirán fluir (sic) en el disenso. La Asamblea rechaza las afirmaciones falsas realizadas en medios de comunicación y redes sociales”. Democratizar cuesta y mucho, pero nunca puede significar el sacrificio y el olvido de los principios fundantes de una institución libre y pluralista.

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