• 2024-12-22
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Plan de reactivación académica

La pandemia deja terribles efectos académicos que sólo se pueden remediar con un plan específico de recuperación y reactivación intelectual.

Por: Néstor Osuna.
Profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.

En varias universidades de Colombia y del mundo es creciente la preocupación por el deterioro académico que trajeron consigo los confinamientos y la educación remota, problema que estará en el primer orden de asuntos para resolver cuando se reactive plenamente la presencialidad que es inherente a la educación de buena calidad. Este efecto devastador de la pandemia no aparece en los titulares de la prensa ni entre las prioridades de las políticas públicas para enfrentar los efectos del virus, pero es grave y puede dañarle la vida a esos millones de jóvenes que han pasado los dos últimos años de sus vidas encerrados en sus casas viendo la escuela o la Universidad en una pantalla de computador o de teléfono.

Ya se sabe que la educación remota, aséptica y solitaria de las pantallas, a la que de un día para otro se vio abocado el mundo, no equivalía a la educación presencial en los campus que por esencia son un hervidero de ideas y de interacción humana: quienes acaban de terminar sus estudios de bachillerato pegados del internet e inician así su vida universitaria tienen menos conocimientos, competencias y habilidades que sus pares de hace dos años, y los universitarios que van por la mitad de sus carreras tienen carencias académicas que antes quedaban resueltas en los primeros semestres de vida universitaria. En todo el mundo se relajaron las exigencias académicas (y no podía ser de otra manera, ante semejante calamidad), pero ahora tenemos que reconstruir ese tejido intelectual que se deterioró de modo inevitable. Además, la falta de interacción propia de la educación remota y virtual, acompañada del aislamiento, disminuyó de modo notable las cotas de aprendizaje y de rendimiento estudiantil.

Néstor Osuna, profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.

Así pues, a los problemas de salud mental, de deterioro económico y de desentrenamiento generalizado para la vida en sociedad, se agrega esta caída de niveles académicos que concierne específicamente a las universidades y para el cual el Externado tiene que construir una respuesta certera y eficaz: para los años 2022, 2023 y 2024 hay que adoptar un plan inédito de recuperación intelectual que ponga a nuestros estudiantes, al menos, al nivel académico previo a la pandemia. Ojalá podamos incluso mejorar y aprovechar esta situación de crisis para reformar algunas estructuras académicas y prácticas universitarias ya desuetas.

Según indican los expertos, lo adecuado no sería comprimir los contenidos curriculares de los años de pandemia para “repasarlos” cuando vuelva la presencialidad, a modo de los “cursos remediales”, sino diseñar unos espacios académicos específicos cuyo punto de referencia no sean los contenidos de cada disciplina, carrera o asignatura, sino la situación académica cierta de los estudiantes, y a partir de esa información, que arrojará datos diferenciados, diseñar entrenamientos en habilidades esenciales y básicas de la vida intelectual, en asuntos como razonamiento matemático, comprensión de lectura, razonamiento crítico y capacidades de argumentación. Es decir, una estrategia para despertar la capacidad de pensar, que también se vio afectada en estos años aciagos, y no para embutir en dos años la información que ha debido analizarse a lo largo de cuatro o cinco.

Una estrategia, en fin, que apunta a los llamados estudios generales o artes liberales, entendidas como aquellas capacidades básicas que le permiten, a las personas que las dominan, aprender en libertad, según su criterio y sin necesidad de maestros ni lecciones.

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