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Temo que quienes emprendan la aventura independiente de participar en las elecciones al Consejo Directivo del Externado, sin el apoyo del establecimiento, puedan quemarse.
Temo que quienes emprendan la aventura independiente de participar en las elecciones al Consejo Directivo del Externado, sin el apoyo del establecimiento, puedan quemarse.
Por: Juan Pablo Estrada.
Profesor de la Universidad Externado de Colombia.
La vida ha sido generosa conmigo y por cuenta de ello he podido ejercer la docencia no solo en el Externado de mis amores sino también en otras Facultades de Derecho del país. Por eso no deja de sorprenderme que lo que en el vecindario es normal, por ejemplo en Los Andes o en El Rosario, en nuestra Universidad se haya convertido en una situación excepcional que despierta todo tipo de sentimientos.
En efecto, el anuncio de las tan esperadas y, porque no decirlo, inéditas para varias generaciones, elecciones del Consejo Directivo que en algo nos devuelve la fe a los que creemos en los valores y principios fundacionales del Externado, generan válidas inquietudes que, como ya es costumbre, se comentan en privado y se callan en público.
Convocar el certamen más importante de nuestra democracia universitaria debería dar lugar a la expresión libre de las distintas corrientes de pensamiento que habitan en nuestras centenarias aulas y permitir la postulación de aspirantes que con compromiso y rectitud quieran servir a la institución, mantener lo que está bien y corregir el rumbo en asuntos en los que indiscutiblemente se ha extraviado. Pero, lamentablemente, no parece que ello vaya o pueda ser así. El sistema electoral que aplica a esta convocatoria, a menos de que se le hagan necesarios ajustes, no da espacio para las expresiones minoritarias y allana el camino a las listas que tengan el “guiño” del establecimiento. Lo digo con la certeza que me concede haberlo padecido.
Juan Pablo Estrada, profesor de la Universidad Externado de Colombia.
Hace un par de años, ante la convocatoria a elecciones en el Consejo Directivo de la Facultad de Derecho decidí participar desoyendo las voces de muchos que de forma despectiva me señalaban que cuál era el afán de meterme “a aprobar solicitudes de revisión de exámenes” descalificando así la importancia de ese órgano de dirección de la más tradicional de las facultades. Hice la tarea y convoqué a los profesores con los que consideraba existía afinidad, me conocían y sabían de mi trayectoria profesional y académica. Algunos de los que están vinculados a la Universidad y al mismo tiempo ejercen con brillo su oficio de abogado me ofrecieron su apoyo irrestricto. Otros, de frente y sin tapujos, me expresaron no tener coincidencias y anunciaron el respaldo de otros nombres, como debe ser. Pero, tristemente, una mayoría de los docentes que abordé, que me conocen, con los que coincido en distintos escenarios y con los que debatimos amistosamente sobre diferentes temas, guardaron prudente silencio y otros, no pocos, en clara muestra de su talante vacilante, manifestaron que “ese día no estarían en la U” o que “ellos a eso no le paraban bolas”. Como era lógico, concentré mis “esfuerzos electorales” en el Departamento de Derecho Administrativo, en donde he dictado clases en pregrado y maestría de forma ininterrumpida desde el año 2004, a pesar de que los registros de Recursos Humanos digan otra cosa. También lo hice en el Departamento de Procesal, en donde tengo carga académica en posgrado y maestría desde el año 2008.
Mi sorpresa no fue menor cuando supe que en el departamento de Derecho Administrativo alguien con mucha audiencia “sugirió” que lo correcto era apoyar nombres de ese departamento y precisó que yo era un candidato de Procesal. Obviamente un comentario de esa naturaleza tiene una poderosa incidencia en quienes sienten que se lo “deben todo” a la Universidad y los que con humor vergonzante no tienen empacho en señalar que “no hay que patear la lonchera” y más si el otro candidato de Administrativo era nada más y nada menos que el Director del Departamento.
El resultado de mi experiencia electoral fueron 38 votos. Si mi memoria no me falla la más alta de un candidato por el que nadie desde el poder del establecimiento sugirió votar. 38 profesores que libres de ataduras juzgaron que podía representarlos en el órgano de dirección de la Facultad. Sin embargo, esa “inmensa minoría” parafraseando el eslogan de la querida HJCK, no tuvo representación.
Esa mañana luego del conteo de votos, mientras salía a comprar caléndula para mi primera y espero única quemada, sentí que algunos jugaron la partida con los dados cargados y ahora, de cara a esta nueva contienda temo que quienes emprendan la aventura independiente sin el apoyo del establecimiento, si las reglas no cambian, experimentarán la misma sensación. Ojalá me equivoque.
Posdata: La comunidad jurídica está de luto. La temprana partida del litigante y profesor del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, Gabriel de Vega Pinzón, nos dolió a todos. Hombre recto, impoluto, contraparte leal, juez justo, amigo de sus amigos, fue como lo dijo su hermano de la vida Alejandro Venegas, un “gladiador con o sin legión”. En el foro se extrañará por siempre al colega y al amigo.
Las elecciones para nombrar a un nuevo Consejo Directivo en el Externado son una oportunidad histórica que no podemos desaprovechar.
Por: Néstor Osuna.
Profesor ordinario de la Universidad Externado de Colombia.
Se avecinan las elecciones, tantas veces postergadas, para renovar el Consejo Directivo de nuestra Universidad Externado. Por lo que hace a la representación profesoral en el Consejo, este ejercicio, que debería formar parte de la rutina universitaria, se ha vuelto excepcional, casi que inaugural, pues hace ya más de veinte años no se convoca un certamen de este tipo.
Néstor Osuna, profesor ordinario de la Universidad Externado de Colombia.
El evento tiene además un punto de partida que no es deseable en ninguna democracia: la ausencia de reglas electorales previas, que no susciten sospechas de haber sido elaboradas ad hoc, con algún efecto distorsionador que tienda a premiar o a castigar a alguna candidatura. Ello le impone un deber especial de transparencia e imparcialidad a quienes diseñen tales reglas, de modo que el resultado de su trabajo garantice una participación amplia, en condiciones de libertad e igualdad, con reglas neutrales, suficientemente conocidas y reconocidas, que conduzcan a una genuina representación proporcional, pues sólo así el órgano resultante gozará de legitimidad institucional para asumir sus funciones.
La participación debe ser la más amplia posible. Para ello, no sólo debe garantizarse el derecho a votar con entera libertad a todo el cuerpo profesoral; también se debe permitir la presentación de candidaturas sin requisitos adicionales a la antigüedad establecida en los estatutos de la Universidad. Las reglas que establezcan restricciones o inhabilidades deben ser muy excepcionales y tener un fundamento prácticamente consensuado. De lo contrario, esas reglas tendrán que soportar tachas por excluyentes y sesgadas. Ojalá se presenten múltiples candidaturas: la riqueza intelectual de la Universidad se reflejará mejor en su órgano de gobierno mientras más abierto sea el debate.
Ese debate debe estar rodeado de garantías de libertad, deliberación suficiente, neutralidad de las autoridades e igualdad entre las candidaturas. El acceso a la información institucional para presentar las propuestas debe estar plenamente garantizado a todos, así como la posibilidad de difundir esas propuestas entre el cuerpo profesoral, sin privilegios para ninguna lista.
Por último, el resultado de la votación debe conducir a una representación proporcional que refleje, del modo más fidedigno posible, la decisión de los sufragantes. Existen múltiples sistemas conocidos de recuento de votos y asignación de escaños. Dentro de ellos, se suele reconocer que la circunscripción universal y el sistema de cociente electoral y mayor residuo contienen las reglas más neutrales de representación: son las que en mejor modo garantizan la igualdad del voto. Además, por ser reglas conocidas en nuestro país, no despiertan suspicacias de favorecimientos indebidos. Por el contrario, la creación de circunscripciones especiales, o de cuotas fijas o mínimas de representación, siempre contienen un sesgo que distorsiona la decisión democrática para favorecer o desestimular a algún grupo específico. Por tanto, esas normas especiales deben ser también muy excepcionales, suficientemente justificadas, y en verdad, resultan desaconsejables si se está ante la inmediatez de una elección determinada, que es el caso que nos ocupa.
A pesar de la fragilidad que supone la ausencia de reglas previas, tenemos una situación muy favorable para el funcionamiento de cualquier gobierno democrático: la lógica de la igualdad. Todos los profesores del Externado somos personas libres, que por igual le entregamos lo mejor de nuestras mentes a las generaciones de jóvenes que llenan nuestras aulas; entre nosotros no hay jerarquías, ni reconocemos mesías ni personalidades sobrenaturales. Somos profundamente racionales y estamos en capacidad de informarnos bien sobre lo que está en juego.
En fin, nos enfrentamos a la posibilidad de darle un ejemplo a nuestra sociedad de un ejercicio democrático de buena calidad, enaltecedor, que nos enorgullezca como colectivo y proyecte la Universidad Externado hacia lo mejor. Ojalá no lo desperdiciemos.
Los alumnos elegidos deberán actuar con carácter firme, independencia de criterio e integridad absoluta, de tal manera que resulten inmunes a los halagos y a la crítica.
La nueva representación estudiantil en el Externado
Los alumnos elegidos deberán actuar con carácter firme, independencia de criterio e integridad absoluta, de tal manera que resulten inmunes a los halagos y a la crítica.
Por: Hernando Parra.
Profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
El mes de marzo culminará en el Externado con la elección de los nuevos representantes de los estudiantes ante el Consejo Directivo de la Universidad.Nuestra casa de estudios debe sentirse orgullosa de contar con esta oportunidad mediante la cual el estamento estudiantil participa formalmente en principal órgano de gobierno universitario, tanto más cuando fue el Externado una de las primeras instituciones de educación superior que consagró en sus estatutos esta figura, plasmada en la reforma de 1959, donde por primera vez se establecieron unos requisitos para elegibles y electores, algunas funciones y termino de vigencia de esta representación.Hernando Parra, profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.Los estudiantes que reciben este mandato han de cumplir una importante labor, que debe desplegarse con vocación de atender tres dimensiones diferentes, referidas ellas en su orden, a la vocería de sus representados, en primer lugar, a la participación en el gobierno universitario, y finalmente a la veeduría frente a la gestión tanto académica como administrativa. En cuanto a la función vocera, debe ella orientarse a plantear ante el órgano directivo las inquietudes, reclamos y anhelos de la comunidad representada, actuación esta que no le priva a la representación estudiantil de contribuir también en la preparación de respuestas y soluciones a las temáticas enunciadas. En cuanto a la función participativa, ella cubre especialmente lo relacionado con la intervención activa en la formulación de planes, programas e iniciativas que promuevan la modernización y el fortalecimiento institucional; y en cuanto a la función veedora, ella ha de extenderse sobre la gestión tanto del propio Consejo, como también sobre la del rector y la de los demás funcionarios que desempeñan tareas directivas, con especial relevancia en la operación patrimonial de la Universidad, de manera que también los estudiantes puedan apoyar al aseguramiento del apropiado destino de los recursos de la Universidad.Así entonces, la tarea de la representación estudiantil exige, ciertamente, compromiso con la causa, dedicación a las ejecutorias y devoción por los principios y valores que han inspirado el ser del Externado. Sin embargo, lo anterior solo puede ser alcanzado, si y solo sí, los representantes estudiantiles optan por obrar con carácter firme, independencia de criterio e integridad absoluta, de tal manera que resulten inmunes a los halagos y a la crítica, u a ofertas de promisorias vivencias en la academia, pues lamentablemente en este espacio circulan también monedas de intercambio, que por su abusiva utilización vienen envileciéndose notoriamente.Ahora bien, como ocurre frente a toda función político representativa, la comunidad estudiantil debemantenerse vigilante frente al desempeño de sus nuevos representantes, no solo mediante la exigencia de un actuar decoroso y digno del cargo que ellos ostentarán, sino también requiriendo de ellos la necesaria, periódica y oportuna rendición de cuentas, entendida esta última comola explicación a sus electores sobre las acciones emprendidas y el resultado de las mismas, con la ilusión de que ello se traduzca en un inspirador para que la rectoría y el propio Consejo Directivo se resignen finalmente a cumplir con ese elemental deber de responsabilidad y de transparencia, inherente a todomandatario y administrador de recursos ajenos.Frente a los grandes desafíos que ocupan hoy la atención de toda la Universidad, tales como la conformación del Consejo de Profesores, el estatuto docente, las proyecciones presupuestales, la reforma estatutaria, la elección de directivos y tantas otras, es grande la expectativa respecto de estos nuevos dignatarios, pero nos asiste la convicción de que obrarán en coherencia con el momento histórico que vive el Externado, y que sin duda alguna dibujará el próximo trecho de su camino.
La elección del nuevo Consejo Directivo debe tener garantías de independencia, para que no se vuelvan a presentar los hechos que nublaron la reelección del actual Rector.
La elección del nuevo Consejo Directivo debe tener garantías de independencia, para que no se vuelvan a presentar los hechos que nublaron la reelección del actual Rector.
Por: Saúl Sotomonte.
Profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
En lo relativo a su Gobierno, la Universidad Externado de Colombia ha tenido en los últimos cincuenta años dos etapas bien definidas.
En una primera, que se inició en 1963 y se prolongó hasta el 2012, bajo la dirección del maestro Fernando Hinestrosa, todo el poder se concentró en él, quien dada su capacidad, formación y responsabilidad, llevó a la institución al más alto nivel de reconocimiento en el orden nacional e internacional. Más que del protagonismo que el país le reconocía, se dedicó en especial a los asuntos internos de la Universidad, lo que le facilitó los buenos resultados.
Luego de su fallecimiento y el vacío de poder que dejó, se inició una segunda etapa con la rectoría del Doctor Juan Carlos Henao, momento a partir del cual se han debido iniciar los cambios requeridos, pero que no se han dado, quizá no solamente por la falta de voluntad política, sino también por el desorden y la ausencia del liderazgo al que estábamos acostumbrados.
Saúl Sotomonte, profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
Llegó el momento en el que toda la Comunidad Externadista se debe ocupar del futuro de la institución debatiendo los temas en procura de la democracia y la transparencia, bases del respeto y del reconocimiento institucional.
Como ya se anuncia la retrasada y esperada elección de un nuevo Consejo Directivo, se requiere que su nombramiento se haga dentro de la mayor transparencia y respetando a plenitud las reglas del juego democrático.
Además de lo anterior, las reformas se deben orientar en el sentido de dotar a este selecto grupo de la debida independencia y autonomía dentro de los límites de los estatutos, de la ley y de la constitución Nacional, de manera que no se vuelvan a presentar acontecimientos como los que se sucedieron con la reelección del actual Rector, como la reiterada aprobación de las cuentas y la del reglamento para la entrega de la información contable y de las actas del mismo Consejo.
En efecto, varias de esas mayorías se obtuvieron con el voto de directivos que a su vez tienen un status con una remuneración mayor a la de cualquier docente, creándose un nivel de dependencia del Rector que es inocultable.
Su reelección se hizo ajustando mayorías con el voto de dos decanos y de un director de departamento, sin dar lugar a un amplio debate en donde hubieran podido participar formalmente otros candidatos. Sin tener en cuenta que es al Consejo Directivo a quien corresponde dar el visto bueno de las cuentas que le presenta el Rector, no las ponen previamente a su disposición, sino que con los mismos impedimentos el Consejo aprobó que para poder cumplir con cualquier pedido de información por parte de un directivo, la solicitud debe ser sometida a la aprobación del mismo Consejo. Con esas mismas mayorías aprobaron que si un directivo solicita copia de las actas de las reuniones, tan solo le suministran la parte pertinente a sus intervenciones, desconociendo el legítimo derecho que se tiene para acceder a la memoria integral de las reuniones de cuyo cuerpo es parte. Se presentaron propuestas en sentido contrario, pero en ningún momento fueron controvertidas. No obstante que los directores de departamento y los decanos miembros del Consejo Directivo son ordenadores del gasto en la práctica, ellos terminan avalando sus propias cuentas.
Entendemos que para el nuevo Consejo Directivo que se elija se deben tener en cuenta entre los varios aspectos, los siguientes: que quienes tengan cargos administrativos en la institución no puedan hacer parte del mismo, y que a su salida tampoco puedan llegar a ellos; que toda política de inversiones de la Universidad sea previamente sometida al estudio y aprobación del Consejo; que este a su vez decida las grandes orientaciones que determinen el futuro de la institución; que el mismo pueda definir la independencia que debe mantener el Externado hacia los gobiernos de turno; y que sea el mismo Consejo Directivo el que establezca el reglamento de becas y los diversos escalafones en la Universidad.
Presuntos casos de malos manejos y corrupción siguen manchando el buen nombre de la Universidad, mientras los directivos guardan silencio.
Por: Juan Simón Vásquez.
Representante de Estudiantes ante el Consejo Directivo de la Universidad Externado de Colombia.
Un evento que marcó la agenda del cuerpo directivo de la Universidad, auspiciado por el suscrito directivo. En efecto, más de 40 derechos de petición tuvo que resolver el Consejo Directivo, el Rector, y varios comités de ‘científicos’ ad hoc.
Durante el semestre pasado, un sinnúmero de personas entre los cuales se encuentran: docentes, estudiantes y funcionarios administrativos de diferentes rangos, y por diferentes medios –correo electrónico, WhatsApp, redes sociales e incluso, en persona–, movidos por la preocupación en el manejo de recursos de la institución, me contactaron para tomar un café, eso sí, a kilómetros del Externado y pidiendo reserva de sus identidades, apelaron a mí con el argumento que, de cualquier forma, generaba alguna confianza exteriorizarme algunos aspectos que les consta. Algunas de estas personas, incluso tenían documentos que constataban aspectos propios de malos manejos y de sus afirmaciones.
Juan Simón Vásquez, representante de Estudiantes ante el Consejo Directivo de la Universidad Externado de Colombia.
Ahora bien, recibida alguna información, en ocasiones alarmante, en otra solo confirmatoria, se hacía el correspondiente trámite de “consulta” a la Universidad para que esta tuviera la oportunidad de manifestarse sobre la información, tal vez, en todas las ocasiones, fueron evasivas sus respuestas, que dejaban muchos indicios que derivar de esa actitud secretista.
Podemos estar hablando de 40 derechos de petición aproximadamente, entonces: ¿De qué se tratan estos documentos? Una sola respuesta: TRANSPARENCIA. Con esto se pretendía saber si es cierto que la institución desembolsa dinero injustificado en las cuentas bancarias de representantes estudiantiles, contrata firmas que interceptan personas, sufraga conductores y/u otros gastos a la familia Hinestrosa, después de despedir a José Gregorio Pachón (por conductas corruptas) se mantuvo vinculado para continuar su comportamiento en favor de alguna familia, enajenó todos los bienes sin la aprobación del órgano directivo, algunos de sus funcionarios facturan a diario alarmantes sumas por concepto de transporte, hay profesores que sin dar una sola clase en un año perciben salarios de hasta nueve ceros.
También solicité copias de las actas del Consejo Directivo, los Estados Financieros –sobre los cuales me corresponde pronunciarme–, el presupuesto (que por cierto me corresponde expedir).
La respuesta de la Universidad, cuando menos no es ética, pues significa pedirle a alguien que apruebe algo sin leerlo respectivamente, también es estandarizada y evasiva como lo han manifestado los dos Jueces de la República que, en sede de tutela, han amparado las peticiones del suscrito.
Por otra parte, no es forma de responder a afirmaciones de propios funcionarios de la Universidad tendientes a sugerir corrupción interna, las insinuaciones de malos manejos se rechazan de plano, no con discursos huérfanos existencialistas en su contra, sino con transparencia.
Evidentemente, no se puede calificar de difamador a quien pregunta, pero mucho menos se puede calificar como tal, aun cuando se tiene escondida la información que sirve de soporte para las afirmaciones, es allí donde se observa un indebido ejercicio del poder. Por su parte, la comunidad en etapa de negación, bajo la idea de ‘solo se invierte en jardines’, se ha hecho ajena de revisar hechos que no tendría por qué presentarse, es deber de los externadistas de hoy, el Externado que dejamos a nuestros sucesores.
Como corolario y respuesta a la pregunta introductoria de estas líneas, tenemos que en el marco de las restringidas capacidades de un estudiante en el Consejo Directivo –que no negocia por debajo de la mesa–, esto se trató de Control Político como un ejercicio de transparencia. ¿Acertado? ¿Errado? La historia responderá…
Adenda: Importante la elección de nuevos estudiantes al Consejo Directivo, ya no son los que se sentaban al final de la mesa y aprobaban como borregos lo que se ponía al frente. Difícilmente los vuelven a subestimar.
Igualdad y respeto son los valores que deberían primar en la relación entre estudiantes y profesores.
Por: Emmanuel Márquez.
Estudiante de la Universidad Externado de Colombia.
La educación que caracteriza a nuestra alma mater está basada en relaciones de igualdad y respeto, donde el aprendizaje es un trabajo en equipo, más no un sometimiento.
Me refiero a los casos cuando el profesor menosprecia las opiniones de un alumno, pretendiéndose sabio; al que insulta el estudiante por no cumplir sus caprichos; o el que apenas en su primera clase, muestra posición dominante y prepotente, separando desde el primer día la relación docente-alumno; y finalmente, al que no recibe críticas sobre la metodología de su clase, ese mismo que examina con hostilidad y sin garantías. En fin, casos hay muchos, e inclusive pude traer apenas ejemplos blandos.
Emmanuel Márquez, Estudiante de la Universidad Externado de Colombia.
Debo admitir que, en mi recorrido como estudiante del Externado, nunca he recibido tratos denigrantes por ningún profesor y jamás me han hecho sentir sometido a sus órdenes o menospreciado. Pero esto no significa que este tipo de situaciones no se presenten en la Universidad, pues no pertenecemos a en una institución exenta de errores. Existen muchas cosas por corregir. Si denuncio este tipo de circunstancias, es porque sé de testimonios de quienes han vivido tales episodios, los cuales no son pocos y si, al contrario, muy preocupantes.
La educación basada en la igualdad y el respeto tiene todas las ventajas. Permite al estudiante abrir sus opiniones, ser crítico, motivarse por las materias correspondientes y relacionarse con la academia. Más allá de las ventajas de esta formación, también se aprende, junto con los conocimientos científicos, de los valores. Esos mismos que son claves en una sociedad que, al no tenerlos claros, evidencia cada día más casos de corrupción, egoísmo, irrespeto e individualismo.
Esta enseñanza en valores no es algo secundario en nuestra universidad, pues fueron nuestros padres fundadores quienes lucharon contra la intolerancia, en pro de la educación, y además el preámbulo de nuestro reglamento tiene como base la libertad y los valores.
En cuanto al deber de los profesores con la igualdad y el respeto, estas dos cualidades parecen no calar del todo en algunos de los docentes actuales, que desconocen en medio de su arrogancia que también pueden aprender de sus estudiantes. Pareciera que olvidarán que para la calidad de la clase, es elemental el estudiantado.
Añado, el maestro siempre estará sujeto al reglamento y la permanente evaluación y crítica de la comunidad académica a la que pertenece, la cual se caracteriza en esencia por la tolerancia y la libertad. Tampoco podemos olvidar que la Universidad tiene un compromiso social, una meta de transformación, que sólo se cumplirá difundiendo conocimiento y valores, como dos elementos complementarios que forman una unidad.
En conclusión, la educación se construye en equipo, con aportes del alumno y del profesor. No es posible alcanzar la meta sin entender que estos dos sujetos están comprometidos, el uno con el otro, para obtener el máximo provecho del saber y del conocimiento.
No pretendo en esta columna hacer una reflexión al aire, sin eco; ni mucho menos lanzar simples quejas. Anhelo que quien lea este texto entienda que es más ventajosa la educación igualitaria y respetuosa. Pero si no, al menos estaré tranquilo si dejo claro que el espíritu de la enseñanza de la Universidad Externado tiene estos principios y quien no los acepte o no esté de acuerdo con ellos simplemente no está en el lugar correcto. Quizá podrá ser un gran académico o profesional, pero nunca un externadista.
No hay nada más contradictorio a sus principios y valores que el actual Rector que comanda con estilo tirano y dictador las riendas de la Universidad.
Por: Jhon Jairo Armesto.
Colaborador de EL RADICAL.
La Universidad Externado de Colombia, como todas las instituciones tiene una “psique”, un modo de ser y concebir la realidad de su labor formativa. Si quiere salir de su crisis, debe primero conocer su psique con defectos y virtudes, aceptarla y cambiarla. En este caso, aceptar como problema y contradicción el sentir monarquista del liberal, como causa principal del empoderamiento de tiranos en el poder político, empresarial y académico del país, en este caso, el secuestro de la Rectoría del Externado.
Según rezaba el editorial publicado el pasado 25 de octubre de 2018 en El Radical, “(…) El Externado es de todos, no de nadie en particular, es de las generaciones futuras (sic). Es cierto que los tiempos cambian, pero la ideología inspiradora de este legado que hemos recibido de Nicolás Warlosten, Diego Mendoza Pérez, Ricardo y Fernando Hinestrosa, ha de seguir siendo el faro orientador de esta Universidad al que debemos rendir culto las generaciones futuras, inclusive su actual Rector, Juan Carlos Henao, responsable hoy de los destinos de la “sagrada heredad”.
Jhon Jairo Armesto, colaborador de EL RADICAL.
Salvedades previas
Antes que cualquier cosa, quien escribe debe hacer una salvedad, tal vez soy el único escritor de este periódico que no es liberal ni activo dentro de la comunidad universitaria del Externado. En lo ideológico soy conservador nacionalista, partidario de la regeneración y del pensamiento de Gilberto Álzate Avendaño; en lo religioso cristiano católico, en lo espiritual abierto a las prácticas precristianas de Asia Menor y Europa –es decir nada de indigenismo local–.
Alguien dirá, ¿y entonces qué hago escribiendo en El Radical? Uno, porque generosamente sus directivos aceptaron mis contribuciones y dos, porque esto me da la suficiente objetividad para analizar otros puntos de vista y así garantizar la continuidad en el tiempo de una de las 150 mejores Escuelas de Leyes del mundo y una institución con más de 130 años de historia y aportes al país –incluso a los profesionales conservadores–.
El objetivo de estos escritos es dilucidar, desde afuera –institucional y doctrinariamente hablando– la psique del Externado como institución, como comunidad educativa, incluyendo a sus egresados profesionales, su sello característico de comportamientos, pensamiento y forma de enfrentar la vida cotidiana y universitaria. Esto sin caer en las generalizaciones, clichés o dogmatismos. Pero, entremos en materia.
El Externadista es un liberal monárquico
Si, así es. Suena una contradicción que haría revolcar en su tumba a los pretenciosos herederos de la Revolución de 1789 en Francia que destronó a la Monarquía, y que fue copiada en las insurrecciones y guerras costosas que frenaron el dominio de España en América Latina, y empoderó a las clases altas criollas que llevaban más de dos siglos empoderadas en la sociedad discriminando a los criollos pobres, a la población rural y ni se diga de los minorías étnicas.
Pero pese a todo, como dicen muchos sociólogos, nuestras sociedades tienen aún nostalgia de la monarquía, y que por eso hay tantos reinados de belleza –ya no tantos por cuenta del feminismo radical–, llamar reyes a los ganadores de certámenes musicales, deportivos o gastronómicos. Y en política, el liberalismo colombiano siempre se ha destacado por ser lo más parecido a lo que ataca cuando tiene el poder.
El párrafo del primer editorial de El Radical enmarca esa esencia de seguir patrones conductuales forjados por un pionero y sus sucesores rectores, inclusive el actual al que nos oponemos. Y es allí donde tenemos una gran problemática con el liberalismo y el Estado Social de Derecho.
En otras palabras: democracia interna o tiranía. Una decisión y asunto de vida.
Adriana Zapata irónicamente hizo público su nombramiento en los medios de comunicación, los mismos que hace unos meses censuró. ¿Memoria selectiva u oportunismo?
Adriana Zapata irónicamente hizo público su nombramiento en los medios de comunicación, los mismos que hace unos meses censuró. ¿Memoria selectiva u oportunismo?
Por: Ramiro Bejarano.
Profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
Ramiro Bejarano, profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
Bienvenida la Decana de la Facultad de Derecho, ahora que habiendo sido ungida por el dedo omnímodo del Rector, se acerca al poder con buen tono y, sobre todo, despojada de las prevenciones que acusó en la memorable asamblea profesoral del 1 de octubre de 2018. En esa reunión, la entonces directora de uno de los departamentos de la Facultad, impulsó y promovió una propuesta a la asamblea profesoral, la cual fue presentada al final de la misma cuando ya el agotamiento y el tiempo habían desmantelado el quorum y en el salón solo quedaban sus amigos y la excluyente moderadora de la jornada que concedía la palabra, según sus preferencias e intereses. Esta fue su propuesta:
“Conscientes de la importancia de los debates y consensos a los que hemos llegado, consideramos relevante insistir y resaltar lo acordado en el mes de abril de este año, en el sentido de mantener las discusiones alejadas de los medios de comunicación, con respeto por el nombre de la Universidad y de las formas, elementos que nos permitirán fluir (sic) en el disenso. También insistimos en no replicar mensajes o realizar afirmaciones en medios de comunicación o redes sociales con contenido que puede ser constitutivo de afirmaciones deshonrosas o falsas, que afecten el buen nombre de la Universidad o cualquiera de sus miembros”.La propuesta no fue aclamada, como seguramente lo esperaba su postulante, pues no faltó quien alertara sobre el peligro de que en el otrora centenario templo del radicalismo derrotado en la batalla de la Humareda se pudiera adoptar una medida de tinte censurador. Ante esa advertencia, se le introdujeron algunas variantes a la propuesta que sin ser del todo modificada quedó aprobada honrando el mismo propósito y finalidad de la inicial, así:
“Conscientes de la importancia de los debates y consensos a los que hemos llegado, consideramos relevante insistir y resaltar lo acordado en el mes de abril de este año, en el sentido de mantener las discusiones al interior de la Universidad y de las formas, elementos que nos permitirán fluir (sic) en el disenso. La Asamblea rechaza las afirmaciones falsas realizadas en medios de comunicación y redes sociales”.
Era evidente que para octubre de 2018 la hoy Decana miraba con distancia el papel de los medios en la inocultable crisis de la Universidad, que sigue vigente y creciendo, pero ahora elevada a tan importante posición, por fortuna, ha cambiado positivamente de criterio.
La comunidad de nuestra Universidad todavía no le ha oído un solo discurso, porque ni estudiantes ni profesores han sido convocados para oír sus directrices; empero ya ha dado las primeras señales de lo que podría ser su tarea, paradójicamente, a través de los medios de comunicación que hace unos meses le incomodaban tanto que proponía a los externadistas mantenerse “alejados” de ellos.
En efecto, una primera entrevista en Semana.com y un publirreportaje en la sección de Asuntos Legales en La República, anuncian la que sería la agenda de la histórica Facultad. A juzgar por tales revelaciones mediáticas tal parece que los tiempos del humanismo en la formación de un jurista libertario, su educación en los temas de la paz, el derecho agrario, los derechos humanos y el derecho internacional humanitario, urgentes y necesarios en estas horas de reconciliación nacional, tendrán que esperar a concretar el empeño de educar abogados capaces de comprenderse con los ingenieros y de competir en el complejo universo de la infraestructura de las 4G.
En vida del Rector Fernando Hinestrosa, la hoy Decana propuso sin éxito una reforma similar del pensum pero para habilitar a los estudiantes en conocimientos contables o financieros. Los tiempos y las personas cambian, ya hoy lo primordial son las 4G y los medios no son inconvenientes.
Amanecerá y veremos.
La rama judicial no levanta cabeza. Con algunas excepciones, el perfil de los jueces no es el deseado y la corrupción se ha vuelto parte de su cultura.
La rama judicial no levanta cabeza. Con algunas excepciones, el perfil de los jueces no es el deseado y la corrupción se ha vuelto parte de su cultura.
Por: Juan Pablo Estrada.
Profesor de la Universidad Externado de Colombia.
En 1991 el entonces Presidente César Gaviria dijo en un discurso que la Rama Judicial iba a dejar de ser la rama marchita del Estado. Hacía referencia a los nuevos salarios que decretó y con los que se quiso dignificar la remuneración de los jueces y magistrados. Este reajuste salarial, tal vez el más importante en la historia de la judicatura, estuvo acompañado de otras decisiones que procuraban hacer atractivo el ingreso de los abogados al ejercicio de la función judicial. Normas transitorias que apuntaban a la descongestión de los despachos y unos nuevos perfiles para nuestros jueces, acompañadas de un sistema de elección -que se esperaba fuera transparente-, a partir de listas elaboradas por el Consejo Superior de la Judicatura en las que solo estuvieran los más capaces y preparados, fueron parte de la fórmula.
Veinte y ocho años después es doloroso registrar que no solo no reverdeció, sino que cada día se ve más marchita. Con honrosas excepciones el perfil de nuestros jueces sigue sin ser el deseado y la corrupción se ha vuelto parte de la cultura judicial. Funcionarios que olvidan su rol de servidores y entran a la rama no para administrar justicia sino para volverse expertos en maniobras torticeras con las que llenan irregularmente sus bolsillos.
Ya no existe la disculpa de las malas remuneraciones. Un juez civil municipal se gana nueve millones de pesos y un magistrado de Corte recibe casi treinta y cinco millones al mes. Tienen vacaciones remuneradas, prestaciones de ley y otras gabelas. Desde luego que podían estar mejor pagos, sobre todo los de la parte baja de la pirámide, pero si se compara con los salarios que se pagan a los abogados de firma o a otros servidores del Estado, forzoso es concluir que no están mal remunerados. Sin embargo, y a pesar de que el tema económico ha dejado de ser pretexto, llama poderosamente la atención que las universidades como el Externado aporten tan pocos egresados al servicio judicial.
Juan Pablo Estrada, profesor de la Universidad Externado de Colombia.
No voy a incurrir en la ligereza de señalar que el buen abogado o el buen juez solo lo es si se recibe de una facultad con trayectoria. No. Buenos y malos salen de todas las facultades. Pero tampoco se puede desconocer que escuelas de derecho con menos tradición que nuestro Externado, contribuyen en mayor proporción con abogados que optan por la judicatura. Ni siquiera en las denominadas Altas Cortes la participación de las más tradicionales escuelas de derecho es mayoritaria en nuestros tiempos. ¿Cuál es la razón para la apatía Externadista hacia la judicatura? ¿Es un tema vocacional? ¿Nuestro programa no apunta a formar jueces? ¿Deberían existir dentro de las electivas más alternativas que conecten al estudiante con la función judicial?
Estas inquietudes me han rondado hace unos años y cobran fuerza ahora que nuestra nueva Decana, la doctora Adriana Zapata, a quién le deseamos buen viento y buena mar desde esta tribuna, ha señalado en medios que se deben preparar abogados para el mundo de las concesiones y la infraestructura.
Me pregunto si no se prestaría un mejor servicio a nuestra sociedad despertado en nuestros estudiantes la vocación por la judicatura. La facultad de Derecho de los Andes el año pasado, lanzó un programa de formación para jueces. Crecí oyendo los lamentos fundados de mis maestros por la muerte prematura de los suyos en la toma y retoma del Palacio de Justicia en ese oscuro noviembre de 1985. Me hice abogado admirando y respetando a los profesores que administraban justicia y nos instruían en la cátedra.
Espero que la vida me permita ser juez permanente en algún momento de mi existencia y contribuir a la recta y cumplida administración de justicia. La Rama Judicial debe reverdecer y estar siempre en florida primavera, solo eso garantizará la convivencia pacífica de los colombianos y nuestro Externado debe contribuir decididamente en ese propósito. Tengo la sensación de que tenemos esa asignatura en pendiente.
Seis nuevos docentes entrarán a reemplazar a quienes se marchan. Su renovación parece responder a un continuismo ascendente, es decir, más de lo mismo.
Seis nuevos docentes entrarán a reemplazar a quienes se marchan. Su renovación parece responder a un continuismo ascendente, es decir, más de lo mismo.
Por: Juan Simón Vásquez.
Representante de Estudiantes ante el Consejo Directivo de la Universidad Externado de Colombia.
Juan Simón Vásquez, representante de Estudiantes ante el Consejo Directivo de la Universidad Externado de Colombia.
Este año parece enmarcarse por un acontecimiento sin precedentes en la Universidad: la renovación del Consejo Directivo. Vergonzoso decirlo, pero sí, es un acontecimiento. Tal vez, tres veces en la historia haya ocurrido este evento, en cuanto a docentes corresponde.
Ciertamente, la regularidad de las elecciones de estudiantes que inició en 2010 tuvo como fundamento la presencia de un profesor como representante de estudiantes. Hoy, el motivo responde a lo incomoda que se tornó la voz de algún alumno en el Consejo Directivo para un Rector acostumbrado a los aplausos de sus “empleados-jefes”, figura exótica creada por el Externado desde antaño.
La comunidad, sigilosa espera semejante momento. Pero, ¿Está preparado el “continuismo ascendente” para ver partir a su consejo de modernos áulicos?
En primera medida, hablemos de los que se van, para saber si rendirán cuentas a su estamento sobre el sinnúmero de resultados que han tenido como directivos, y si, es sarcasmo, porque lo único que podemos contar son las tazas de café que han departido en ese escenario. Basta con mirar a sus ojos para percibir las pocas o nulas intensiones de marcharse del Consejo Directivo aunado a las nulas intenciones del Rector de querer sustituir a sus “empleados-jefes”. No ocurre lo mismo con la urgencia de ver partir al suscrito directivo, por lo obvio, es incómodo para su estabilidad inactiva en mentado órgano, porque lo cierto es que la inactividad del Consejo Directivo es absurda, por ejemplo: cuarenta y cinco minutos duramos leyendo el acta de la reunión anterior a fin de aprobarla, todo porque la Secretaria del Consejo (Martha Hinestrosa) cree que las actas son de ella y nadie más puede verlas, pues ni siquiera le permite al Rector disponer de estas, como bien lo ha reconocido este. Las reuniones suceden sin mayor contenido.
Ahora hablemos de los que vienen. Todo cambio genera incertidumbre, lejos de esta que produce la sustitución de la Junta Directiva, máxime con un Rector que no sabe dónde está parado, genera cierta preocupación necesaria en quienes desde el exilio veremos nuestra alma mater. Empero la preocupación más importante no nos asiste a los simples espectadores, sino a quienes ostentan el poder en la Universidad, así es, la familia Hinestrosa. Seis nuevos docentes entrarán a reemplazar a quienes se marchan.
En efecto, las elecciones de profesores no han tenido lugar por la potísima razón que no han logrado cuadrar los resultados; el Rector (mandatario de Martha) se encuentra diseñando una lista de áulicos con el objetivo de imponerla. A manera de información, el Consejo Directivo ni siquiera se ha puesto de acuerdo en quiénes pueden votar. Bajo esa lógica, el Rector y sus secuaces en el Consejo Directivo ha implementado un plan tortuga a la aprobación del reglamento del Consejo de Profesores, no sin antes “meterle los dedos a la boca” a estos. Quienes habitan una realidad paralela, pensando que el Rector está de su lado y que en diciembre aprobaría su reglamento, el cual volvió a ser aplazado en febrero, por cierto.
A esta primavera, ni elecciones de profesores, ni reglamento de Consejo Profesoral, ni reformas de estatutos, ni investigación científica. Hace siete años no pasa algo, por lo menos algo bueno, en el Externado.
Adenda. Ya se preguntaron: ¿Por qué no subieron salarios este año como de costumbre? Dirían las abuelas: “El palo no está pa’ cucharas”, porque la plática se está perdiendo, ojalá en la Universidad.
Adenda 2. ¿Qué pasó con los cien mil millones de pesos en reservas que evaporó el “continuismo ascendente”? El Rector solo responde: “Ahí están”, como si lo perdido fueran las llaves. Ahí. ¿Dónde?
La institucionalización de la Universidad, bajo los parámetros de la democratización y la transparencia, se debe iniciar sin más dilación de la rectoría.
La institucionalización de la Universidad, bajo los parámetros de la democratización y la transparencia, se debe iniciar sin más dilación de la rectoría.
Por: Saúl Sotomonte.
Profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
Bajo el entendido de que la institución no constituye un patrimonio personal y menos de familia, sino que responde al interés de sus beneficiarios, que son la comunidad en general y en particular los estudiantes, hemos insistido en la institucionalización de la misma bajo los parámetros de la democratización y de la transparencia.
Pero pese a que la actual rectoría está próxima a cumplir siete años, no se ha querido dar el gran debate sobre el estado de la Universidad. Ni siquiera se aprovechó el momento de la reelección de Juan Carlos Henao para darlo. Tan sólo se hizo una especie de posible publirreportaje sobre lo presentable, pero no se habló de lo que se hizo mal o de lo que se había dejado de hacer después de seis años de mandato.
Es el momento para darlo. Sobre todo, ahora que por presión o por estrategia se empieza a hablar de cambios. El interrogante es para cuándo y bajo qué postulados democráticos se va a cumplir la tarea, la que no se puede limitar a proyectar el futuro de la institución buscando mostrarla en sus diversas facetas de crecimiento material, sino que se debe tener como paradigma la formación sustantiva e integral de nuestros estudiantes, sin caer en los anuncios de cambios para distraer la atención y así mantener el odioso acaparamiento del poder que se está viviendo.
En escritos anteriores se trajo a colación la organización formal de la institución con sus vacíos de poder. La forma como se está dando el ejercicio del mismo y la necesidad de que se cumpla con el principio de transparencia, requerimientos que desde hace más de seis años hemos venido planteando y tan sólo se ha obtenido como respuesta la evasión, la dilación, el silencio o el querer de las mayorías.
Durante la administración del Doctor Fernando Hinestrosa, existían los mismos estatutos y el poder estaba concentrado en cabeza de él, pero dado a su capacidad, su profesionalismo, decoro, dedicación y autoridad, logró proyectar a la Universidad al alto nivel en que la dejó. Ahora, por muchas razones, las cosas son distintas y exigen la institucionalización de la misma.
Saúl Sotomonte, profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
El futuro del Externado en todos los órdenes está en juego. Se requiere una reforma de estatutos que defina los diversos aspectos de su Gobierno Corporativo, la responsabilidad de sus administradores, la independencia política que siempre mantuvo, el respeto por los principios democráticos en su manejo y la transparencia en su gestión, que se respete el derecho de unos y otros a estar informados sobre el diario manejo de la Universidad.
En la parte patrimonial se debe tener en cuenta que nuestra institución goza de una gran fortaleza lo cual exige profesionalismo y no improvisación en su gestión. Así mismo, los varios sistemas de control que se establezcan para que sean creíbles deben tener total independencia y por lo mismo la dirección de la institución no puede tener la más mínima intervención en su nominación o en el cumplimiento de su encargo.
En procura de la democracia institucional, lo primero que se debe hacer sin dilación alguna es colaborar con la organización del Consejo de Profesores y así mismo con la anunciada elección de nuevos representantes de los estudiantes al Consejo Directivo, de manera que estas se hagan sin condicionamiento alguno, respetando la independencia de unos y otros. Razón por la cual se sugiere que en la reforma de estatutos se incluya que los profesores que ocupen cargos administrativos no puedan ir al Consejo Directivo y que los estudiantes que lleguen allí, por ese sólo hecho no terminen siendo beneficiarios de becas o de cargos profesorales.
Asumamos sin interés personal o de grupo el compromiso de adelantar pronto todos los cambios necesarios para institucionalizar la Universidad Externado de Colombia bajo los postulados de la democracia y la transparencia.
Esta es la invitación que le hago a toda la comunidad externadista.
La Universidad está mora de hacer una verdadera transformación y modificación de su organización académica, administrativa y financiera. Ya no hay excusas.
La Universidad está mora de hacer una verdadera transformación y modificación de su organización académica, administrativa y financiera. Ya no hay excusas.
Por: Hernando Parra.
Profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
Diez años atrás, la Universidad contempló como verdadera novedad para las facultades de Administración de Empresas y Finanzas y Relaciones Internacionales, la posibilidad de ofrecer programas de posgrados con opción de doble titulación, siendo coherente con la orientación marcada por las Instituciones de Educación Superior (IES) de países con mayor grado de desarrollo, adoptada ante las nuevas dinámicas de la economía y de la sociedad globalizada.
Esta oferta de doble titulación en posgrados –especialmente en el área de maestrías– se afianzó con apoyo en diversos convenios de cooperación internacional, los cuales permitieron a los estudiantes de estos programas, avizorar panoramas académicos que exceden los de nuestras fronteras, habiendo iniciado una nueva etapa en la formación de profesionales, preparados para enfrentar con mayores destrezas los desafíos que imponen los avances tecnológicos y los mercados emergentes.
En el área del pregrado, sin embargo, no hemos logrado ofrecer a nuestros estudiantes esa opción, pese a que, por un lado, existe de antaño la autorización legal para ello y, por otro, contamos con la estructura organizacional en esta Universidad para hacerlo.
Hernando Parra, profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
En efecto, la Ley 30 de 1992 consagró en los artículos 28 y 29, en desarrollo de la llamada autonomía universitaria, la facultad de las IES para crear y desarrollar programas académicos, adoptar sus correspondientes regímenes y ofrecer los respectivos títulos. Así pues, se encuentra autorizada la definición de reglamentos que incorporen los criterios y requisitos esenciales para ofrecer programas de doble titulación, entre aquellos que cuentan con registro calificado vigente, y tanto mejor si esos mismos se encuentran acreditados. El reglamento así configurado no requiere especial autorización, pues resulta suficiente informarlo cuando quiera que se decida la renovación de los respectivos registros ante la autoridad que atiende las labores de supervisión de la educación superior, es decir el Ministerio de Educación Nacional.
Ahora bien, el sistema de orientación académica de las diversas facultades también lo permitiría, pero requiere necesariamente estructurar la oferta de programas en función de créditos académicos, especialmente en la Facultad de Derecho, toda vez que en esta última la mención de tales créditos en la actualidad es simplemente nominal y de desconocimiento por parte de los estudiantes.
La oferta de esta clase de programas de doble titulación en el pregrado, exige entonces la adopción de un claro estatuto en materia de créditos académicos, y ello habría de convertirse en la oportunidad para revisar el pensum de las diversas facultades, entre ellas la de Derecho, con miras a su actualización, pero especialmente a organizarlo con referencia a módulos básicos de asignaturas comunes a varias facultades, y a módulos esenciales respecto de cada una de ellas, de manera que el estudiante pueda elegir entre estas opciones, e inclinarse, o bien por concentrarse sólo en las áreas de la profesión de su interés, o en cursar además de estas, las comunes entre facultades, lo que puede conducirlo a una formación con un énfasis en temáticas diferentes a la de su orientación académica primigenia, o definitivamente a un doble título profesional.
Estaríamos entonces ante una nueva generación de externadistas, por ejemplo, de abogados y economistas o administradores de empresas y abogados, o contadores y profesionales en finanzas, entre las muchas combinaciones que tal oferta podría llegar a consolidar en el cercano futuro.
Una transformación de esta naturaleza requiere una profunda modificación en la organización académica, administrativa y financiera de la Universidad, pero es el momento de tomar una posición de vanguardia ante los nuevos vientos de la educación, que pregonan el llamado a los estudiantes para que abandonen el viejo paradigma de formarse en un solo campo del conocimiento, y opten por atender los llamados de la evolución científica, que señalan un derrotero diferente para los profesionales de hoy, quienes observarán cómo la humanidad duplicará sus saberes, ya no en términos de años, sino de pocos meses.
Esta será otra tarea que habrá de encarar la nueva Decana de la Facultad de Derecho por el bien del Externado de ahora y del futuro.
Adenda: Resulta lamentable que el Consejo Directivo de la Universidad no haya considerado el reglamento del Consejo de Profesores después de cuatro (4) meses de haberle sido remitido con ese propósito.
Este valor es un deber ser para la Universidad Externado, sin el cual no podemos reconocernos.
Por: Néstor Osuna.
Profesor ordinario de la Universidad Externado de Colombia.
Nuestra Universidad Externado necesita apostarle a la transparencia si quiere mantener (¿o recuperar?) el lugar que ha ocupado en la conciencia crítica del país. Más allá de una obligación legal, la transparencia es un presupuesto para el Gobierno democrático de la institución, una buena práctica de gestión que la fortalece, genera confianza y compromiso entre los miembros de la comunidad académica y ubica a la universidad, en el contexto de la sociedad colombiana, como una institución privada ejemplar, seria, cristalina, sin dogmas ni secretos, dedicada al fomento de las ciencias sociales y a la formación de los mejores profesionales.
Néstor Osuna, profesor ordinario de la Universidad Externado de Colombia.
La transparencia no puede ser vista como un límite a la autonomía universitaria ni como una carga para incomodar a sus autoridades. Por el contrario, la transparencia es imprescindible para que los universitarios podamos tomar decisiones autónomas, pues sólo a partir del conocimiento de aquello con lo que la universidad cuenta, puede planearse su futuro. Como corolario, sin transparencia, no hay posibilidad de realizar la autonomía universitaria. Por otra parte, la transparencia de una institución como el Externado refuerza sus vínculos con la sociedad, una sociedad como la colombiana que está urgida de reconocerse en instituciones que, precisamente por su independencia, su tradición de libertad y de rigor, puede servirle como faro y punto de encuentro en la coyuntura actual tan desasosegada de su vida política.
Comportarse ante los reclamos de transparencia con menosprecio y con lógica empresarial destruye la esencia de la universidad como institución para el cultivo del pensamiento crítico y como entidad sin ánimo de lucro, que surgió y se mantiene, no está de más recordarlo, por la decisión de unas personas independientes, decididas a desarrollar actividades académicas y científicas en un ambiente de libertad, de laicidad y de igualdad entre ellas. El manejo de los recursos del Externado no debe despertar suspicacia alguna, así como tampoco los motivos de las decisiones sobre la dirección de las distintas facultades, el número de estudiantes y de profesores, sus calidades, las políticas de empleo y hasta el manejo de la infraestructura de las sedes. La opacidad siempre generará desconfianza y sospechas, que no se acallan con erráticos golpes de autoridad.
Existen varias organizaciones, en Colombia y otros países, dedicadas a luchar por la transparencia universitaria, algunas de las cuales proponen índices de medición, incluso para Instituciones de Educación Superior privadas. La información de las universidades, a la luz de estas organizaciones, debe ser visible, accesible, integral y actualizada, y debe contener datos verídicos sobre aspectos como el número de trabajadores, el perfil de los profesores y las distintas escalas salariales, los principales resultados de investigación, el número de estudiantes matriculados en cada programa académico, los resultados académicos, los canales de comunicación con los alumnos, la información completa sobre becas y ayudas económicas, el presupuesto con información desglosada sobre sus ingresos y gastos, los estados financieros, la memoria de las cuentas y los informes de auditoría externa.
Sólo con la publicidad de esta información, que en los modelos de transparencia debe ser incluso de libre acceso en el sitio de Internet de la institución, se hace posible que la propia universidad determine en qué materias y en qué proporción se invierten sus recursos, así como qué tan ambiciosos pueden ser sus planes de investigación hacia el futuro, o cómo fortalecer sus programas académicos.
La opacidad es un disvalor para la universidad, pues sugiere y propicia un ambiente oscuro de gestión, así sus encargados actúen de buena fe. La transparencia nos permitirá actuar a plena luz. Post tenebras spero lucem.
Poco interés y el escalamiento de las faltas de ortografía ponen en jaque a los abogados externadistas.
Por: Daniel Felipe Mateus.
Estudiante de la Facultad de Derecho de la Universidad Externado de Colombia.
Daniel Mateus, estudiante de la Facultad de Derecho de la Universidad Externado de Colombia.
Hace poco leía con interés un artículo publicado por varios medios digitales de cómo las faltas ortográficas, una suerte de síndrome, había escalado hasta la universidad. Este es el fiel reflejo de lo que significa la educación superior, un afán por hacer sin entender, un afán por escribir sin caer en cuenta de las reglas más básicas. (Repita conmigo, la «m» va antes de «p» y «b»).
Este hecho, que causa sorpresa solo a unos pocos, se agrava cuando se generaliza y se refuerza por causa de los maestros. Del Externado se dicen varios mitos: uno, es un exterminio; dos, el título (sea cual sea) pesa mucho y; tres, si ve un texto mal escrito por parte de su abogado de confianza, no se pregunte de qué paquete sacó el título, de seguro estudió derecho en la Universidad Externado de Colombia.
Tal vez sea una exageración, pero en cuanto a escritura se trata, somos el hazmerreír de la Facultad de Comunicación Social – Periodismo. Este «síndrome» no es único. La asimetría en las formas de enseñanza (pedagogía) de los docentes universitarios, la falta de preparación de clases y el poco interés del alumno, colocan al cuerpo externadista en una penosa situación.
Hace algún tiempo el profesor Néstor Osuna, ponía sobre la mesa el debate de si era necesario o no pasar bajo un modelo semestral la carrera de Derecho. Yo creo que es necesario primero incluir una materia para la formación en géneros, escritura e investigación. Pese a que pregonan la excelencia educativa, no somos los mejores, estamos lejos de serlo, así insista el rector Henao en sus clases, que más que clase, parece pronunciarse frente a las cámaras. ¿Por qué no? Ha de saber que graban sus discursos, a los cuales, por cierto, se evidencia el síndrome expuesto.
Ha llegado la hora, de quienes optamos por recibir una educación de calidad, de exigirla. Que no se nos olvide que el ejercicio de un derecho individual genera la exigencia de un deber colectivo.
A los docentes: que ni el miedo ni la orden de no «rajar» sea impedimento en su labor de enseñar. No más estudiantes mediocres que al finalizar su carrera profesional, no han podido redactar por su cuenta un ensayo. No más alumnos que al dirigirse a ustedes, les hablan como si fuesen compadres: «marica o huevón ¿Cómo va? ¿Me puede recomendar bibliografía?»
A los estudiantes: no más docentes de fachada, no más figuras públicas que se ufanan de conocer el tema como nadie y asisten al 10% de sus clases, el resto del tiempo viene un remplazo. Pareciese que hoy el cuerpo docente se encuentra en el extremo sobrevalorado, donde ni exige escribir (no cuenta un examen de opción múltiple) ni se esfuerza en corregirle.
Adenda: no existe la «v» de vaca ni la «b» de burro, se pronuncia el fonema /b/ y fonema [β] respectivamente.
Absurdo que en pleno Siglo XXI, la información en el Externado se siga manejando con el mismo recelo y secretismo de hace 100 años.
Por: Santiago Castro.
Graduado de la Facultad de Derecho de la Universidad Externado de Colombia.
Santiago Castro, graduado de la Facultad de Derecho de la Universidad Externado de Colombia.
Como es sabido por todos aquellos que adelantamos nuestros estudios en el Externado, cualquier trámite, por superfluo o simple que sea, resulta tedioso, e inclusive agotador, dada la excesiva burocracia a la que somos sometidos los miembros de la comunidad universitaria.
Sin embargo, esta precaria situación, en la que un simple certificado de estudios puede tardar hasta 5 días hábiles en ser expedido, y exigen un absurdo y engorroso proceso de descarga de un recibo de pago en un teléfono celular para poder hacer cualquier pago, sin importar lo insignificante que sea, no es más que un síntoma de un mal mucho mayor que aqueja a nuestra casa de estudios. La absoluta falta de canales de comunicación entre las múltiples dependencias de la institución.
Resulta hoy incomprensible que una Universidad como el Externado sea tan deficiente en su manejo de comunicaciones internas. Es un problema transversal a la estructura universitaria, empezando por la rectoría y el Consejo Directivo universitario, el cual es manejado con total y absoluto hermetismo, para los estudiantes es casi imposible saber el objeto de las discusiones, mucho menos el resultado de dichas deliberaciones.
En la Facultad de Derecho vemos que la mayoría de los departamentos, en lugar de articular esfuerzos y coordinar sus actividades académicas, actúan como si fueran celosos competidores empeñados en adelantar sus actividades con el mayor recelo y secretismo posibles, siguiendo el ejemplo de los regentes de la Universidad, que en ocasiones pareciera más una sociedad secreta que un cuerpo colegiado que ostenta la administración de una de las casas de estudios más importantes del país.
Resulta completamente ajeno a los principios democráticos que se nos inculcan desde nuestro tiempo como primerizos esta manera de administrar, toda vez que es apenas obvio que la verdadera garantía de la democracia es la publicidad de sus deliberaciones, procesos, decisiones y ejecuciones.
De no ser por la representación estudiantil, el grueso de la comunidad externadista sería absolutamente ignorante ante la gestación de las decisiones que han de afectarlos directamente, derivando, en muchos casos, en estudiantes absolutamente desinteresados que solo acuden a la Universidad a recibir sus clases y, en el momento en el que estas terminan, emprenden su camino de regreso a casa.
Esta desinformación resulta perniciosa tanto para las directivas, incluidos el Rector y la Secretaria General, como para los demás miembros de la comunidad, especialmente los estudiantes como principales beneficiarios de las actividades de la Universidad como fundación que es. Para las directivas, si bien pueden sentir una falsa seguridad en su manejo reservado, el mantener a la comunidad externadista ajena a todas sus decisiones es un grave error, ya que, en caso de tomar una decisión que derive en un beneficio esta pasa inadvertida, por otro lado, al evitar la formación de opiniones informadas respecto de sus decisiones y posturas se aíslan a las necesidades reales de los estudiantes y profesores, lo que deriva en el equivalente a conducir un automóvil con los ojos vendados y los oídos cubiertos, una receta que garantiza el desastre.
Es claro que, en un tiempo de polarización en prácticamente todos los debates públicos, debemos volver nuestra atención a los principios fundacionales que los Abuelos Radicales nos legaron. Hemos de recordar que somos herederos y representantes de unas ideas simples, pero no por eso poco importantes, que nos unen a todos como externadistas y nos invitan a deliberar con transparencia, y respeto.
La única manera de superar estos turbulentos tiempos que atraviesa nuestro amado Externado es abrir espacios para un debate constructivo, cuyo requisito necesario e ineludible es un acceso efectivo a información veraz.
En estos programas se hace necesario más competencias y menos memorización. La carrera de Derecho en el Externado no puede seguir teniendo las mismas materias y contenidos de hace décadas. Algo tiene que cambiar.
En estos programas se hace necesario más competencias y menos memorización.
La carrera de Derecho en el Externado no puede seguir teniendo las mismas materias y contenidos de hace décadas. Algo tiene que cambiar.
Por: Carlos Fernando Guerrero.
Graduado de la Facultad de Derecho de la Universidad Externado de Colombia.
Carlos Fernando Guerrero, graduado de la Facultad de Derecho de la Universidad Externado de Colombia.
Las dificultades de juristas recién egresados y algunos con varios años de trabajo para resolver problemas reales y proponer verdaderos cambios son evidentes; los reclamos de potenciales empleadores y destinatarios de los servicios jurídicos así lo demuestran.
Si en los primeros años de vida profesional un abogado no cuenta con una buena escuela o un buen mentor, su éxito profesional estará en entredicho. ¿Por qué pasa esto? ¿Acaso la Universidad no brinda las herramientas suficientes para que un abogado sea un buen profesional? Parece que no.
Aún hoy, el pregrado de Derecho la memorización y la repetición; la máxima calificación se asegura si se repite lo dicho en clase, incluyendo la puntuación del docente. En esa formación básica, el debate y la argumentación todavía son excepcionales. Esto explica las dificultades mencionadas: los abogados son simple reflejo de la educación recibida. No es posible que el pregrado de Derecho, como el externadista, tenga las mismas asignaturas, contenidos y metodologías de hace varias décadas; el sentido común dice que algo debe cambiar.
La construcción de la respectiva reforma debe ser profunda, relativamente pausada y con participación de personas de distintos perfiles. Desde estas páginas solo se pueden indicar algunas ideas que han surgido con el paso de los años, a partir de la reflexión personal y la socialización.
Para empezar, si bien no se pueden dejar al lado las lecciones de ciertos conceptos fundamentales, debe enfatizarse la adquisición y perfeccionamiento de competencias: argumentación, oralidad, redacción, entre otros. También esa educación debe ser más transversal e integral, es decir, no se puede seguir fraccionando a la minucia el Derecho ni aislando al abogado de otras áreas del conocimiento: los problemas que afronta este profesional no son solo de Derecho Penal o Comercial, ni mucho menos son solo jurídicos, por lo tanto la educación del jurista no debe ser como si las situaciones reales fueran limitadas a una rama del Derecho y sin relación con temas de economía, matemáticas, finanzas, etc.
Por supuesto, no puede olvidarse la presencia de la tecnología en esa formación, no simplemente con presentaciones hechas en computadoras para hacer más vistosas las clases o usando los celulares para fotografiar los tableros de los profesores, sino comprendiendo el impacto que la tecnología tiene en el ejercicio del Derecho y su uso para resolver los problemas de la justicia; inclusive, hay que aceptar que la tecnología hará muy pronto -sino es que ya lo hace- lo que los abogados tradicionalmente hacemos. Esto obliga a preparar abogados que entiendan la tecnología en todo su potencial y que la utilicen más allá de simples carteleras digitales o máquinas de escribir mejoradas.
Ojalá la vanidad y el sectarismo no impidan los cambios. Es irónico que los discursos de libertad invitan a generar cambios, pero las mismas palabras se utilizan para solo escuchar o a quien acomoda con cierto tipo de libertad o cierto grupo que defiende algunas ideas. Ojalá la libertad nos haga sensatos y que los futuros juristas cuenten con herramientas de verdadera libertad y no solo las que ofrecen quienes se empecinan es seguir ‘tradiciones’ académicas.
Se ha venido luchando por una institucionalización democrática y transparente de la Universidad, en este momento se pretende sorprender a la comunidad externadista con una inesperada y amañada reforma de estatutos.
¡EXTRA! ¡EXTRA! ¡EXTRA!
¿Vientos chavistas en el Externado?
Después de que por más de 6 años, sin haber sido escuchados, se ha venido luchando por una institucionalización democrática y transparente de la Universidad, en este momento se pretende sorprender a la comunidad externadista con una inesperada y amañada reforma de estatutos que de manera subliminal busca consolidar el acaparamiento personal y familiar que, de hecho, se está dando de los aspectos administrativos, académicos y patrimoniales de la Fundación Universidad Externado de Colombia, la que, por su propia naturaleza, no tiene herederos o propietarios sino beneficiarios como son los estudiantes, profesores y la sociedad en general.
Por esa razón y, pensando solamente en el supremo interés de la Universidad, El Radical exhorta al consejo directivo para que, asumiendo una actitud de independencia y autonomía que de ellos se reclama, no de paso a esta reforma de manera inconsulta sin tener en cuenta la opinión de la comunidad externadista y su deseo de que en ella tengan cabida y merezcan respeto y consideración todas las voces.
Se enseñan las ventajas de incrementar el número de doctores en una universidad. Estos son expertos en temas específicos, pero no puede ser concluyente que un doctor es un buen docente.
Profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
Ramiro Bejarano, profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
Colciencias ha contribuido a mejorar algunos aspectos de la educación, principalmente la universitaria, pero también es fuente de decisiones bastante recias, que no siempre garantizan buenos resultados.
Por ejemplo, la elaboración de artículos de revistas especializadas son sometidos a unas ritualidades que no siempre se advierten sensatas y productivas. La exigencia del número de hojas o caracteres de cada artículo para poder clasificar en esa competencia que hoy trasnocha a muchos académicos urgidos de puntajes, como también la del número obligatorio de citas de pies de página, no son necesariamente satisfactorias.
¿Es mejor un artículo en función de su extensión y del número de libros consultados por el autor? Tengo probadas dudas de que eso sea así. Cada vez es más frecuente aproximarse a artículos cuidadosamente elaborados en los que no se aprecia en últimas qué quiso expresar el autor, porque su criterio o sus hallazgos quedan extraviados en la copiosa invocación de textos consultados, a la cual hay que rendirle odioso culto para merecer la acogida universitaria. Por ese camino, se le cumple más a las formas que al contenido.
Otro tanto ocurre con el papel de los Doctores en la docencia. Nadie discute la preparación de quien ha obtenido ese grado, en especial en los vericuetos temáticos de su tesis doctoral. No hay nadie que sepa más sobre un tema que el Doctor que ha escrito su tesis sobre el mismo. Pero una cosa es la investigación y otra la docencia, y ello parece no tenerlo claro Colciencias al diseñar una lánguida competencia que está deteriorando la educación que reciben los estudiantes.
La ecuación que dice “De que quien es Doctor es un magnífico docente”, ni es cierta, ni está bien diseñada. Abundan los reparos de alumnos inconformes con las clases regentadas por encumbrados Doctores que, sacados de sus temas doctorales, a la hora de transmitir sus conocimientos se ofrecen inseguros, confusos y caóticos. Eso no pone en duda su profesionalismo, sino su competencia como docente, en lo que no hay censura alguna, porque ser profesor demanda conocimiento, experiencia, capacidad de comunicar y saber moverse en los escenarios académicos. El maestro sabe que luego de cada clase el éxito consiste en que sus alumnos hayan aprendido algo de lo que se expuso o comentó.
Está bien que en una Universidad crezca el número de Doctores. Eso no está en duda, pero es necesario conciliar esa aspiración con tener presente las destrezas para ser docente. Lo ideal sería que todo investigador o Doctor fuese un excelente profesor, pero como ello no siempre es así, además por insalvables limitantes humanas, es necesario que la docencia no sea mirada con desdén, porque es allí donde se construyen los prestigios sólidos, esos que resultan indestructibles a los ojos de los estudiantes severos pero justos críticos.
De otro lado, es preciso advertir que la exigencia hoy es ser Doctor, no importa cuál Universidad haya dispensado tal distinción. Los españoles, para no ir muy lejos, ofrecen en todas sus universidades doctorados en lo divino y lo humano, inclusive hacen propaganda en América para que los “sudacas” vayan a doctorarse allá, pero las élites, por lo general, no se doctoran en sus propias universidades, porque prefieren principalmente las universidades norteamericanas, como así lo comentó César García, profesor de la Universidad del Estado de Washington, en un artículo intitulado La enfermedad del clientelismo, publicado en EL PAÍS de Madrid el 28 de marzo de 2013.
Ya veremos si Colciencias, un ente respetable ascendido a Ministerio, desciende a la tierra de los mortales y en su empeño de que nuestros centros universitarios sean competitivos no se olvide de que en el origen de todos esos esfuerzos, por encima de todo, está la docencia.
La universidad se encuentra en manos de una persona totalmente inexperta y ajena a la academia, no podemos decir lo mismo del tema económico, evidentemente su preocupación más grande es el futuro de Grupo Bolívar donde se encuentran empleados sus familiares que no están en el Externado.
Representante de Estudiantes ante el Consejo Directivo de la Universidad Externado de Colombia.
Juan Simón Vásquez, representante de Estudiantes ante el Consejo Directivo de la Universidad Externado de Colombia.
¿Alguna vez se han reunido con el Rector a fin de proponerle algo? Pues les aconsejo que lo hagan, y en el evento de que les conceda una entrevista dos meses después, les anticipo: la mitad de la conversación no tendrá idea de que le están hablando, y usará su teléfono para llamar a contextualizarse, (la verdad no importa qué le planteen, nunca sabe de qué se trata), la otra mitad de la conversación llamará a pedir permiso para tomar decisiones, o en sus palabras: “a ver que dice Marthica”. La historia siempre es igual, la reunión concluirá en nada.
Para empezar, recuerdo que se rumoraba la rectoría de facto de Martha Hinestrosa, Secretaria General. Con el tiempo, este rumor se fue tornando cada vez más sustentado. Con mi llegada al Consejo Directivo de la Universidad, dejó de ser un rumor, en lo que a mí respecta, para ser una realidad. Martha Hinestrosa no solo tiene derecho de veto sobre las decisiones del Rector, en los informes de éste ante el Consejo Directivo le entrega notas con lo que debía decir, las que, por cierto, ni siquiera se tomaba el trabajo de repasar. Asimismo, mientras el doctor Henao se sienta en la silla a comer rosquitas de arroz, firmar diplomas y entonar que él es el Rector, Martha Hinestrosa gobierna despóticamente la Universidad.
En efecto, la gestión a cuestionar no es la de Juan Carlos Henao, sino la de Martha Hinestrosa. Es común que en el exterior vean a la Universidad como una sociedad familiar de los Hinestrosa, y no es comedia ni sarcasmo, pues no resulta extraño que se pregunten en la calle, cuál es la participación accionaria de esta familia en la institución, y tarda un tiempo considerable contar la historia de que es una fundación. ¿Qué hará pensar al mundo que el Externado es propiedad Hinestrosa? Tal vez, que ellos mismos se regocijan con la propiedad en sus hipócritas reuniones sociales con el nombre de nuestro Externado.
A causa de esto, Martha Hinestrosa cuenta con amplias facultades de hacer, básicamente, lo que a bien tenga con nuestra casa de estudios, no es gratis el poder general que le otorgó el Rector, el cual se traduce en delegar la representación legal.
En consecuencia, nuestra Universidad se encuentra en manos de una persona totalmente inexperta y ajena a la academia, no podemos decir lo mismo del tema económico, evidentemente su preocupación más grande es el futuro de Grupo Bolívar donde se encuentran empleados sus familiares que no están en el Externado. Martha Hinestrosa ha anclado el progreso de la institución pues es una persona reacia al cambio, al progreso y no tiene la capacidad de dirigir el rumbo, conforme a los parámetros del siglo XXI, y que tal vez, su único mérito sea ser hija de su padre, de quien, por cierto, conserva pocas cosas. Sobre el “continuismo ascendente”, que promueve Juan Carlos Henao como su gran obra, el verdadero lema debería ser que ha ejercido su rectoría como un albaceazgo.
Hoy, el Externado no cuenta con un proyecto institucional, no va para ningún lado; lo más grave, no existe preocupación alguna por este tema, y lo que es más deteriorante, ya en Valledupar se da por cierto que el presidente de la Asociación de Exalumnos, Edgardo Maya, comenta que Henao e Hinestrosa le tienen asegurado que será el sucesor en la rectoría, a pesar de que ningún mérito tiene ni académico, ni profesional y ni siquiera político pues ha sido un dicretísimo burócrata al servicio de todos los gobiernos. Es urgente retomar el rumbo de nuestros fundadores y apropiarnos del legado externadista. Martha debe dar un paso al lado por el bien de la Universidad.
Se nombran algunos aciertos al tener mayor énfasis en el ora Gobierno y ora en Relaciones Internacionales, pero también algunos desaciertos como dejar marchitar los convenios y políticas de internacionalización.
Profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
En 1986, con ocasión del primer centenario de nuestra Casa de Estudios, se presentó a la comunidad estudiantil del país el más novedoso programa diseñado hasta entonces en el contexto de las llamadas ciencias sociales, “Finanzas y Relaciones Internacionales”, cuya acogida fue inmediata y grandiosa, a juzgar por el alto número de aspirantes registrados para el primer semestre, y por los positivos comentarios que suscitó su estructura, metodología y contenido en los círculos académicos.
Hernando Parra, profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
Su diseño culminó merced al trabajo mancomunado de destacados profesores de la facultades de Derecho, Economía y Administración, a la asesoría del prestigioso Instituto de Estudios Políticos de París (Sciences Po) y al apoyo del Gobierno de Francia, auspicio internacional que permitió su pronta consolidación, y la vinculación al mismo de ilustres docentes nacionales y extranjeros, atraídos estos últimos por las oportunidades de vinculación al país que ofrecía una Universidad privada, todo lo cual determinó una alta demanda de cupos por parte del estudiantado colombiano, a pocos años de su apertura.
El propósito de crear un perfil profesional propio-diferente al del administrador, el abogado, el economista o el politólogo- fue ciertamente alcanzado y, lo más importante, su pronto reconocimiento por los sectores empresariales del país y por la propia administración pública fue notorio, de suerte que una nueva dimensión profesional apareció en el ámbito social, caracterizada por una sólida formación interdisciplinaria e indispensable en el contexto de los nuevos tiempos.
Al conmemorar el décimo aniversario de la Facultad se llevó a cabo una división del programa, que buscó responder a recientes necesidades del país, habiéndose entonces introducido una oferta con mayor énfasis, ora Gobierno, ora en Relaciones Internacionales, pero preservando en cada una la esencia de la formación en Finanzas, acertada decisión que imprimió mayor rigor académico en tales áreas. La mejor muestra del éxito logrado fue la réplica del programa por parte de otros centros de educación superior, sin que ninguno de ellos haya alcanzado el lustre del primigenio, el del Externado; empero, conquistada esta posición, no se surtió el tan vociferado “continuismo ascendente”, sino que de manera inexplicable la directiva de la Universidad optó, desde hace algunos años, por restar dinamismo a este programa, mediante la imposición de restricciones administrativas, la generación de interferencias por parte de distintas áreas de otras facultades, el marchitamiento de las políticas de internacionalización, y el desestimulo a las iniciativas sobre foros y convenios, todo lo cual ha obrado en desmedro del afianzamiento del programa, y consecuentemente precipitado su declive, al extremo que el número de aspirantes, que antaño superaba los registrados para Derecho, hoy muestra un descenso verdaderamente inquietante, unido ello a la pérdida de liderazgo de la Facultad como centro de análisis de problemáticas nacionales e internacionales, espacio que ha sido evidentemente ocupado por otras instituciones educativas.
En adición a las problemáticas antes expuestas, ha de mencionarse que por el esquema federal que caracteriza nuestra Universidad, la gestión de la Facultad de Finanzas no puede ajustarse forzosamente al modelo de otras, y menos asimilarse al que se aplica en Derecho. Los docentes son mucho más heterogéneos en su formación, precisamente por la propia naturaleza del programa, y su origen más exógeno. Por estas razones, el anhelado estatuto profesoral tendrá que valorar estas circunstancias, para consignar disposiciones que estimulen la permanencia de los estos docentes, pero que a la vez permitan atraer a los que por sus sobresalientes calidades pueden participar en los procesos de necesaria renovación.
Es hora entonces de impulsar un renacimiento de esta Facultad, de “soltar amarras” y recobrar la supremacía de un programa que debe volver a ser atractivo para las nuevas generaciones de estudiantes y referente académico por antonomasia, habida cuenta de su carácter innovador, su factura interdisciplinaria y su vocación internacional.