En El Radical hemos invitado a las cuatro listas que participarán, el próximo martes 29 de octubre, en la elección de las y los representantes de profesoras al Consejo Directivo de …
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Estas no son suficientes para explicar los problemas del mundo de papel y de números, de contabilidades y balances, de productos internos y exportaciones e importaciones, que nada nos dicen y si nos confunden a diario.
Estas no son suficientes para explicar los problemas del mundo de papel y de números, de contabilidades y balances, de productos internos y exportaciones e importaciones, que nada nos dicen y si nos confunden a diario.
Por: Luis Fernando García.
Profesor de la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia .
Han creído los expertos que las cifras son suficientes para explicar los problemas que vive el mundo. Su mundo, claro, que es de papel y de números, de contabilidades y balances, de productos internos y de exportaciones e importaciones, que explican con cifras y una que otra frase amañada y oscura. El déficit de estos informes es de tal proporción que nada ni nadie los cuestiona. Quizás los entiendan otros expertos de bancos y organismos nacionales y multinacionales que viven en un mundo extraño y fantasioso, medio esotérico. Su mundo, como hemos dicho.
De pronto, sin otra explicación, llegó otra de las muchas caídas, o subidas, de los precios del petróleo y, casi por fortuna, el Covid-19, que en una estampida cruel y desastrosa acabó, simuladamente, con ese mundo artificioso de las bolsas de valores, de los mercados mundiales, de las cámaras de comercio, de las ganancias desbordadas y de los discursos mercenarios y fingidos. Se quedó para que unos pocos, los banqueros y los indignos propietarios del mundo virtual –que de virtual ¿o virtuoso? tiene poco–, hagan de las suyas, sin elucidaciones válidas y con astucia premeditada. Otro mundo del que son dueños unos pocos usureros, mentirosos y déspotas, que han ido penetrando todos los secretos de la humanidad.
En esta última afirmación está lo grave de la crisis desatada por este virus todavía poco conocido por la comunidad científica. Sí. Todo se ha vuelto virtual, la palabra más estúpida que se haya creado en estos tiempos de desarrollo técnico, de avances científicos que estos genios revelados de la modernidad nunca consultaron en el portento de la realidad, pues han creído que la virtualidad, ese universo gaseoso e informe que en destellos lumínicos va cercenando la creación, la razón, la inteligencia, la investigación y la ética humanística, es el avance más notable de la ciencia en los cientos de siglos de historia vividos. Así, todo queda reducido a un clic, esa onomatopeya que, en su primera y válida acepción, según el Diccionario de la RAE, sirve “para reproducir ciertos sonidos, como el que se produce al apretar el gatillo de un arma, pulsar un interruptor”.
La otra acepción, atrevida y menesterosa, tiene menos tiempo de estar en el infinito de nuestra lengua, pues es otra acepción que los lexicógrafos, onerosos y despistados, van aceptando por eso de que las cifras le van dando la razón a los más absurdos sentidos que se ocurran a esa alevosa y poco certificada comunidad de acreditados genios que nos han lanzado a un nuevo vocabulario lleno de desconciertos y desatinos. ¿Qué es, en el más simple de los significados, esa “pulsación que se hace mediante un ratón u otro dispositivo apropiado de una computadora para dar una instrucción”?
No es esta, sin embargo, la razón de la afirmación que he hecho, pero queda como una pregunta a la que habremos de enfrentarnos algún día, y tiene que ver con esa desmedida y vergonzante capacidad de los lingüistas modernos de ir acercando el riquísimo mundo de los significados a una cientificidad descarnada y petulante que ahuyenta esas extraordinarias relaciones que existen entre significado, significante y referente.
Hemos perdido de vista a los viejos filólogos y filósofos del mundo clásico que, con frecuencia inusitada, no están al alcance de un clic. ¿Qué dirían los viejos maestros Saussure, Eco y Chomsky? Sí, la razón de estas líneas nace de una especie de asombro del manejo de las cifras y del lenguaje que se ha ido creando alrededor de ellas que, además, involucra el derecho a tener derechos, que decía Hannah Arendt. El derecho a la privacidad que tenemos quienes no somos figuras públicas, por citar uno de otros tantos derechos deshonrosamente atropellados.
Las cifras citadas todos los días por presidentes, ministros, gerentes y otros funcionarios, de alta y baja importancia, salen desbocadas cada día en esos infaustos medios de comunicación, en los informes de los organismos mundiales, en las citaciones de revistas especializadas y en periódicos económicos -y no- que recorren este mundo concreto y ese mundo virtual, lisonjeramente usado con el más pérfido y macabro de los sentidos que se puedan dar. Y los funcionarios, con gestos abrumadores y voces melifluas, nos van soltando números insinuantes y casi irreales. Billones que confundimos fácilmente con millones, trillones que son casi “inescribibles”, miles de millones y cientos de millones, para quedar reducidos a unos salarios mínimos que reciben millones de personas que nunca comprenden, ni comprenderán, esas cifras amañadas y autoritarias que van sucediéndose, como la pandemia, sin explicación alguna distinta, claro está, de la que con sinuosa argumentación van dando quienes manejan este planeta para decirnos que estamos quebrados, que hemos entrado en recesión, que la pobreza, que la miseria, que el desempleo, como si esos trillones y billones hubiesen desaparecido misteriosamente del mundo real en el que vivimos. Pero los números apenas son una vergüenza en el entramado de unas pocas multinacionales, del sistema financiero, de los paraísos fiscales, rebosantes de dólares y euros, por los que claman esos farsantes que dirigen los destinos de la Tierra. Sabemos que el dinero está en esas pocas y mezquinas manos. Sabemos que los grandes empresarios tienen guardados suficientes recursos en sus cuentas, legales e ilegales, que por ese mundo sórdido de los multimillonarios circulan todos los caudales y que el oro y las joyas y el petróleo están ahí, esperando otra oportunidad para que crezcan con la misma desmesura con que son escondidos en esas secretas cuentas bancarias.
No es un secreto, aunque algunos intentan convertirlo en tal. Detrás de ese lenguaje ampuloso y mediático de los números se han ido creando disculpas para que todos quedemos inscritos en el mundo farisaico de los déspotas. Encuestas que comprometen nuestra autonomía, nuestra dignidad y nuestros derechos más sagrados se han ido sumando a una desbarajustada capacidad de seguirnos a todas partes, de buscar arteramente nuestras debilidades, nuestros vicios, nuestras dolencias y no, claro, nuestras cualidades que, por fortuna, poco les importan. La libertad, tantas veces despojada de su único y valioso significado, la justicia, el derecho y la democracia son apenas gritos alucinados de una dirigencia mundial ignorante, hipócrita y marrullera. En persona, si lo podemos decir, 1984 de Orwell y hasta Rebelión en la granja.
De ahí surge la más infortunada de todas las chapuceras nominaciones que se les ocurren a estos autócratas sin ilustración, como llamar a la nueva educación y al trato de los seres humanos remota, como muchos quieren que sean las próximas relaciones de los seres humanos para evitarnos las protestas, las manifestaciones, las verdades políticamente incorrectas y toda esa invocación que se va dando y, con seguridad, terminará con el dominio completo de las redes sociales para que ese mundo rebelde sea callado de una vez y para siempre. Las elecciones y las lecciones serán remotas para que no haya confrontaciones de ninguna clase, para que las venalidades de los autócratas no sean descorridas, para que sus odios y venganzas sean más sutiles y simples. ¡Una afrenta a la libertad!
De las cifras podemos deducir varias evidencias. Una de ellas es que no siempre uno más uno son dos y que detrás de los números se esconden sutiles perversiones. Todos lo saben de una u otra forma. Con disimulada provocación detrás del discurso económico hay fórmulas intangibles, soterradas formas de esconder o desaparecer la relación del todo y sus partes. Las sombrías estadísticas muestran con ambigua certeza la proporción de la justicia en la repartición del todo. Según ellas tenemos derecho a ese todo todos. Pero sabemos que no es así. Pocos se quedan con todo, y los residuos, los que van luego de la coma, se reparten entre muchos. Esos porcentajes abren las brechas entre la riqueza y la pobreza. Casi sin sutilezas.
Así, un ejemplo, el escándalo por la corrupción durante la pandemia, que ha reunido a tres célebres personajes de la vida política colombiana, es una pintura, sin exageraciones, de cómo los millones de millones robados se van dilatando en juicios y escándalos mediáticos que parecen indicarnos toda una política anticorrupción que se desvanece en ridículas presentaciones de los tres citados con indecorosas actuaciones con las que pretenden justificar, con cifras dichas lenta y dramáticamente, que el que la hace la paga, una de las más sólidas mentiras que se han propuesto en los últimos años de la agitada vida delincuencial del país.
Es un llamado de atención a la academia seria y responsable para que aleje de su espíritu una tentación que, a veces, surge entre sus miembros: el autoritarismo. Solo la academia tiene la responsabilidad histórica de confrontar ese dogmatismo exacerbado con la libertad y la democracia reales, las que, en efecto, se requieren para que el país y el mundo cambien este acelerado rumbo hacia la definitiva destrucción.
Trogloditas modernos como Bolsonaro, Trump, Maduro y otros, han sido reacios a la consolidación de una academia libre, promotora de la construcción de un mundo menos desigual, contestataria, creativa, renovadora y justa.
Una academia en la que primen los derechos y en la que el ser humano sea el epicentro de la historia, sin jugaditas malévolas, sin intereses personales, sin egoísmos vergonzantes. Una academia libre, democrática, justa, universal, investigadora, provocadora, cuya alianza con la ética humanista sea más fuerte que con los grandes capitales y con los desprestigios de las cifras y los poderosos.
Esta propuesta no puede desconocer la importancia de la enseñanza de la formación en Derechos Humanos (DDHH), pieza fundamental en la preparación jurídica e integral de un buen abogado.
La apuesta por la reforma del Plan de Estudios de Derecho
Esta propuesta no puede desconocer la importancia de la enseñanza de la formación en Derechos Humanos (DDHH), pieza fundamental en la preparación jurídica e integral de un buen abogado.
Por: Alejandro Salamanca.
Estudiante de la Facultad de Derecho de la Universidad Externado de Colombia.
La educación moderna exige, más allá de una simple transmisión de información, el desarrollo de capacidades analíticas y reflexivas, pues bien decía Nicolás Pinzón Warlosten que “Un pueblo irreflexivo jamás será ni digno, ni independiente, ni soberano”; ahora bien, el derecho se asemeja a la educación en tal sentido, pues el abogado y el jurista del siglo XXI no es simplemente quien recita las leyes.
Nuestra Facultad de Derecho no es ajena a estas exigencias, pues consigo acarrea el deber histórico de formar a los abogados y juristas representantes del sentimiento de libertad, propio de nuestra casa de estudios, en la defensa de los derechos y las leyes de la patria y ser exponentes ante el mundo de la educación para la libertad con la que han sido formados. Ante semejante responsabilidad la decanatura de nuestra Facultad ha decidido emprender la menuda tarea de reformar el Plan de Estudios (PE) de la tradicional carrera de Derecho.
Aplaudo la aproximación que ha hecho la decanatura de la reforma al PE, sin embargo, noto que este carece de una formación en Derechos Humanos (DDHH).
Por eso es necesario entender que la educación en DDHH es una pieza fundamental en la formación jurídica integral de un abogado, en el desarrollo humanista de una persona, en el reconocimiento de valores democráticos dentro de un ciudadano y en promover la igualdad, la dignidad y el respeto por otros dentro de la sociedad; por tal motivo en este texto expondré la necesidad de abordar el estudio de los DDHH dentro del PE de la carrera Derecho
La enseñanza de DDHH como pieza fundamental en la formación jurídica integral de un abogado se aborda desde el fenómeno de la constitucionalización del Derecho: proceso innegable, inaplazable e ineludible. Es de pleno entendimiento en el mundo jurídico que la constitución como norma suprema del ordenamiento jurídico ha “desplazado” a la ley en su carácter material y formal. Las constituciones modernas, y sucesivas a la constitución norteamericana “The Bill of Rights”, han incluido en sí una carta de DDHH positivos en el ordenamiento jurídico que conocemos como derechos fundamentales (la parte dogmática de la Constitución) y que son la base de cualquier relación jurídica y abarcan transversalmente todas las áreas del derecho; tan es así que la escuela de formación jurídica Rodrigo Lara Bonilla la enseñanza de DDHH es el primer módulo del curso de formación de los jueces de la república.
Por otro lado, facultades de Derecho como la de la Universidad Nacional, El Rosario, La U. de Antioquia y La Sabana, incluyen en su PE la enseñanza de los DDHH a modo de una materia semestral con una importante carga de créditos académicos, mientras que en el Externado resalta su ausencia en el plan de reforma del PE.
La enseñanza de DDHH es necesaria dentro de las sociedades democráticas modernas, su objetivo es poner en plano de igualdad a todos sus titulares y permitir que el hombre, (raza humana), como ser social, en su ejercicio natural de establecerse en sociedad con otros, se funden sobre imperativos categóricos de grupo y mandatos de optimización de individuo representados en valores como la tolerancia, la solidaridad, la legalidad, el bien común, el pluralismo y demás. Estos principios y valores son además la base las democracias liberales modernas, como la colombiana; de igual forma, el Estado Social de Derecho (y la UEC) se fundan en principios básicos de respeto, libertad, e igualdad. Esta conjunción de valores (y de muchos otros) perfeccionan el estado de bienestar y de dignidad humana que permiten el cierre de brechas sociales y la consolidación de sociedades realmente desarrolladas en cualidad y calidad humana.
Sea dicho de paso, y a modo de conclusión, que en Colombia históricamente el conflicto armado y la criminalidad ha estigmatizado y perseguido a aquellos que se hacen llamar defensores de DDHH y se puede ver la educación en esta área como una reivindicación a aquellos quienes los cañones y las balas la voz apagaron. Además, considero que como institución la UEC está en el deber histórico de aportar a la paz y la democracia de Colombia inculcando los valores democráticos de los DDHH en su máxima amplitud, para así poder afirmar sin lugar a duda que en esta casa de estudios se da la educación para la libertad.
En virtud a lo anterior, señalo la importancia de desarrollar integralmente un programa de formación en DDHH, sin limitar este a un modulo de la Cátedra de Derecho Constitucional o a un seminario electivo, o intensificación u optativa sino darle la relevancia que las coyunturas modernas exigen y a la que el nuevo PE no puede ser ajeno.
El tiempo transcurrido desde que la doctora Adriana Zapata asumió como Decana de la Facultad de Derecho al día de hoy, ha desnudado gran parte de la crisis que atraviesa la Universidad Externado.
El tiempo transcurrido desde que la doctora Adriana Zapata asumió como Decana de la Facultad de Derecho al día de hoy, ha desnudado gran parte de la crisis que atraviesa la Universidad Externado.Esta afirmación simplista solo confirma el grotesco intento de las directivas de la Universidad de silenciar la crítica. También, ratifica el gesto totalitario de que por fuera del Externado nadie se entere de lo que está pasando.
Por: Ramiro Bejarano.
Profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
Con razón el maestro uruguayo Eduardo J. Couture, en sus imprescindibles mandamientos del abogado, sentenció que “el tiempo venga las cosas que se hacen sin su concurso”. Tuvo razón no solamente como reglas éticas para profesionales del derecho, sino para toda actividad.
Digo esto porque el tiempo transcurrido desde que la doctora Adriana Zapata asumió como Decana de la Facultad de Derecho al día de hoy, ha desnudado gran parte de la crisis que atraviesa la Universidad, y en particular la oficina y tareas que a dedo le fueron encomendadas.
Todo lo que está ocurriendo es hijo de la desorganización creada con la llegada a la rectoría del doctor Juan Carlos Henao, en cuyas manos la Universidad ha perdido liderazgo en el concierto nacional y, lo que es también evidente y preocupante, aún entre la propia comunidad externadista.
Lo primero en lo que se extravió Henao fue en no haber entendido que su rectoría tenía que haberse preocupado por servir de puente entre el pasado y el futuro. Henao continuó anclado al esquema administrativo unipersonal que sin duda fue importante y útil para la Universidad a pesar de sus propias fallas inevitables, en las que también incurrió esa otra persona quien, no obstante gobernar con su sola voz, sin embargo, oía, consultaba, ponderaba distintas opiniones y tomaba decisiones que no lastimaban ni irritaban porque nunca parecieron impuestas a la fuerza.
Fruto de esa imperdonable equivocación, Henao depositó en cabeza de la Secretaria heredada de la pasada administración -no en la Secretaría General-, el control patrimonial, administrativo y académico de la institución, hasta el punto de encomendarle funciones rectorales, con el deterioro inocultable al que hoy asistimos. Los resultados están a la vista: una administración que se niega a rendir cuentas comprobadas de su gestión, que no permite el desarrollo de una auditoria externa transparente y objetiva, que maneja como bien propio la principal inversión del Externado en el Grupo Bolívar, cuyas acciones son representadas oficialmente en las asambleas por un subalterno que hace parte del poderoso engranaje administrativo de las actuales directivas.
Si bien los estatutos de la Universidad desde antes de su llegada establecían la obligación de nombrar un Decano para la Facultad de Derecho, el Rector no lo quiso hacer y dejó esa función en cabeza de la Secretaria, quizá pretendiendo con base en su falta de tradición académica, proporcionarle algo de lustre para escalar los peldaños del ansiado acervo hereditario.
Siete años después de iniciada su rectoría, Henao decidió nombrar una Decana, para lo cual se ufanó de supuestamente haber roto la tradición externadista al nombrar por primera vez a alguien para ese cargo. Olvidó referir que llevaba 7 años incumpliendo los estatutos. Ese desacato estatutario habría sido perdonable si se hubiese acertado en la persona designada para esa importante responsabilidad, pero el desacierto fue, y ha seguido siendo, mayúsculo.
En efecto, la doctora Zapata no fue elegida en el marco de un proceso de selección pluralista y objetivo, como debió haber ocurrido en un Externado libre y democrático, sino con base en la exclusiva agenda personal de Henao. Como consecuencia de esta maniobra clientelista, en la Decanatura se sentó a una amiga del Rector que nunca había sido profesora en pregrado, la base de la Universidad. El resultado no se ha hecho esperar: ni ella conoce el universo del que se erige como la más antigua o Decana, ni tampoco los estudiantes sienten respeto y credibilidad por quien improvisa en cada movimiento. Es probable que esa designación de la doctora Zapata obedezca a una jugada a tres bandas, cuya estocada final estaría por darse en la próxima elección del sucesor de Henao, cuyo proceso electoral para elegir representantes de profesores al Consejo Directivo por fin está andando, aunque sea a medias.
A propósito, todos a una, como en Fuenteovejuna, varios candidatos en la sombra a esos cargos que ya están protegidos y auspiciados por las directivas, saltaron nerviosos a oponerse a la propuesta que lancé en la pasada reunión del Comité de Impulso Profesoral, para que se revise el antidemocrático y excluyente Reglamento Electoral diseñado para conculcar el derecho a elegir y ser elegido, y para que sigan los mismos con las mismas.
Mi idea sonó a herejía a esos postulantes inseguros y a varios de sus pregoneros y áulicos, a quienes solo les importa ganar las elecciones, así sea con artificios y marrullas o excluyendo a quienes tengan iguales derechos.
Y traigo a cuento todo este resumen, porque la última actuación de la Decana, obviamente en asocio con la rectoría, la Secretaria y los escribidores panfletarios que deambulan en los pasillos rectorales, ha consistido en un ataque visceral, no solo a este profesor, sino además al otrora sagrado derecho de la libertad de cátedra, como de ello puede enterarse la comunidad externadista en los documentos mostrados en estos enlaces, que recogen correspondencia con la doctora Zapata y mis escritos de recusación a ella y la queja formal que, por acoso laboral en su contra, he elevado ante el Comité de Convivencia, así:
¿Es posible desarrollar un proyecto académico humanista por medios electrónicos? Lo interesante sería poner las nuevas tecnologías al servicio del Externado, y no al Externado al servicio de ellas.
¿Es posible desarrollar un proyecto académico humanista por medios electrónicos? Lo interesante sería poner las nuevas tecnologías al servicio del Externado, y no al Externado al servicio de ellas.
Por: Néstor Osuna.
Profesor ordinario de la Universidad Externado de Colombia.
El confinamiento obligatorio que se decretó en medio mundo para disminuir los contagios de Covid-19 trajo como consecuencia que, de un día para otro, la educación universitaria tuviera que trasladarse a las clases a distancia, a los seminarios en línea, a las prácticas y exámenes en aplicaciones de software y, en general, a la vida académica sin contacto entre sus protagonistas y sin el entorno maravilloso del campus universitario.
El Externado no ha sido ajeno a todo eso, y como medida de emergencia tuvo que migrar a las volandas a “Zoom”, plataforma a la que hay que agradecerle que hayamos podido culminar el semestre académico en medio de estas circunstancias tan adversas. Tengo la percepción de que los estudiantes y profesores hemos hecho nuestro mejor esfuerzo para superar este reto inédito y así seguir adelante con nuestros planes universitarios.
Pero de ahí a proponer, sin más, que dado que la pandemia nos obligó a familiarizarnos con unas plataformas de internet y que el resultado no ha sido desastroso, entonces ha llegado la hora de implantar la educación virtual como modelo permanente de enseñanza, y además, que esa decisión le corresponde a la administración universitaria sin previa deliberación y acuerdos con la comunidad académica, hay un largo trecho erizado de riesgos que no se debe recorrer sin suficiente reflexión y sin el consentimiento informado de esa misma comunidad. Lo que está en juego no es la capacidad de los profesores para familiarizarse con unos programas de computador –como lo creen los propagandistas de la virtualidad–, sino la posibilidad de lastimar lo que define al Externado: una educación humanista en ciencias sociales con rigor científico, comprometida con la libertad, crítica, sin dogmas y volcada hacia los problemas de la sociedad colombiana.
En ese orden de ideas, antes de lanzarse a ofrecer programas virtuales, la primera tarea sería determinar si la educación a distancia por mecanismos electrónicos es un medio idóneo para la realización de esos principios del Externado, porque a primera vista pareciera que una educación sin contacto físico entre los estudiantes, es decir, sin la vida efervescente de las aulas, los pasillos y los cafés universitarios, y sin las discusiones que surgen de modo espontáneo en ese hábitat natural que es el campus, se asemeja más bien a un proceso solitario y acrítico de acopio de información que a una educación universitaria humanista.
Es importante recordar que en las Universidades que gozan de prestigio, los conocimientos, más que adquirirse, se crean. Ni qué decir de la formación ciudadana de unos estudiantes que apenas se verían con otros y a cambio pasarían aún mas horas de soledad ante sus pantallas conectados a internet. También habría que servirse de los datos ya existentes sobre la deficitaria calidad académica de buena parte de los programas de educación virtual que se ofrecen en varios países del mundo, entre ellos Colombia.
Si después de esas reflexiones se sigue adelante con el plan de virtualización, entonces cabría elegir cuáles de las herramientas informáticas que se ofrecen en el mercado son las adecuadas para que la Universidad se sirva de ellas, no vaya a ser que terminemos sacrificando lo que hemos sido por adaptarnos a una máquina, es decir, reduciendo la Universidad a lo que esos programas de internet permitan hacer.
Es obvio que esos programas son novedosos, pero no nos engañemos: tienen limitaciones importantes y no son ninguna panacea. En buena parte, mediante ellos se puede hacer lo mismo que se logra, sin tantas pretensiones, con una combinación de correo electrónico y mensajes de sonido o de imagen como los que ya se han vuelto comunes en las redes sociales. Se suele ofrecer como ventaja de las aplicaciones tipo Moodle o Zoom que ofrecen la posibilidad de un control casi total de la actividad que en ellas se despliega, lo cual más bien entraña un peligro cierto y grave para la libertad de cátedra y para otros derechos y libertades de estudiantes y profesores. Todo ello hay que advertirlo antes de zarpar.
Así que mejor vayamos sin prisas por ese camino de la virtualidad. El discurso autocomplaciente del Centro de Educación Virtual de la Universidad, con sus documentos de bonitos colores pero mal redactados y con sus trámites burocráticos casi kafkianos, no va a convencer a la masa crítica del Externado de aceptar, así porque sí, que ya está decidido que el futuro de la Universidad es virtual, que unas personas sin mayor experiencia en docencia saben más del oficio de formar profesionales que los profesores que se han dedicado a ello por años, y que el manejo de la jerga enrevesada de los pedagogos y los técnicos en informática le agrega valor a la vida universitaria, vida que muchos no concebimos sin la existencia de una comunidad humana viva, presente, deliberante, crítica y soñadora.
Las cosas que ocurren en los centenarios salones de la Universidad Externado, que fuera referente entre las Instituciones de Educación Superior del país por su liberalismo y talante democrático, son increíbles e impensables.
Las cosas que ocurren en los centenarios salones de la Universidad Externado, que fuera referente entre las Instituciones de Educación Superior del país por su liberalismo y talante democrático, son increíbles e impensables.
Por: Juan Pablo Estrada.
Profesor de la Universidad Externado de Colombia.
Nuestro premio nobel de literatura, indagado por su Macondo, sentenció que en Colombia lo verdadero no siempre es verosímil. La sentencia le cae como anillo al dedo al Externado de Juan Carlos Henao. Las cosas que ocurren en los centenarios salones de la que fuera referente entre las universidades por su liberalismo y talante democrático, son de no te lo puedo creer.
El Consejo Directivo, elegido en 1998, lleva más de 22 años en funciones, cuando su periodo es de 2 años. Solo ha habido renovación para excluir las voces de Representantes de los Estudiantes que no le resultan cómodas al régimen. ¿Con qué autoridad nuestros maestros enseñan constitucional colombiano? Ni las juntas militares duraron tanto y solo los Castro y el chavismo han tenido el poder por periodos superiores.
El Consejo tiene miembros principales y suplentes. Los últimos están llamados a reemplazar los primeros en sus ausencias temporales y absolutas. Andrés González, externadista con una hoja de vida ejemplar que le ha dado brillo a nuestra Universidad, fue elegido principal en 1998 y no ha renunciado. Durante su desempeño en distintos cargos públicos, algunos de elección popular, ha ejercido su suplente en el Consejo. Regresó al país y el Rector, de la mano de la Dra. Martha Hinestrosa, decidió no citarlo a las reuniones y aplicarle un “abandono del cargo” para dejar a su dócil suplente ejerciendo. Y, para respaldar tamaño abuso, se amparan en un concepto de un profesor del Externado rendido a posteriori. ¿Cómo hacen nuestros docentes para enseñar a sus estudiantes las normas aplicables a las fundaciones? ¿Quién enseña acerca de conflictos de interés?
Las sesiones del Consejo Directivo no se graban como se hace hoy, desde luego con el consentimiento de los asistentes, en todas las reuniones de cuerpos colegiados de manera que, i) se haga el acta con fidelidad de lo debatido y ii) ante las dudas acerca de los consignado en el acta y la realidad haya dónde consultar y ajustarla. Así, en las actas, que por lo demás son reservadas incluso para los miembros, se escribe solo y únicamente lo que la Secretaria General considera y punto. Ella escribe su verdad. Ni Stalin se atrevió a tanto.
El año pasado, luego de 7 años, el Rector nombró Decana de la Facultad de Derecho. Un paso importante, aunque tardío. No era la miembro más antigua de la tribu, ni mucho menos las más experimentada. El compás de espera se le dio. Hoy su labor deja mucho que desear. ¿Cuántas reuniones de docentes se han convocado durante la pandemia? ¿Qué decisiones relevantes ha tomado?
Por lo pronto su gestión pasará a la historia por ser una juiciosa subalterna, que mal asesorada y estando recusada, decidió perseguir a un profesor sin tacha como Ramiro Bejarano, por liderar las justificadas críticas a su gestión y defender el inviolable derecho a la libertad de cátedra. ¿Cómo hacen nuestros docentes para hablar de méritos, de imparcialidad y de los efectos de una recusación?
Podría seguir. Porque también es de no te lo puede creer que haya lagartos y mediocres que tienen cátedras que no merecen, becarios por amiguismo, gastos no justificados, eternos directores de departamento que le han quitado espacio legítimo a varias generaciones y de tantas otras cosas que no parecen verosímiles, pero que para tristeza de nuestra comunidad son verdaderas gracias al esfuerzo del Dr. Henao y la Dra. Martha.
Posdata. Me imagino que los más de 300 docentes de tiempo completo que paga la Universidad han venido trabajando en la definición de los programas de clases virtuales de pregrado y posgrado para el segundo semestre. Preparando material, talleres y presentaciones vanguardistas. Los que no somos profesores sino meros contratistas por horas, que nos toca andar en el rebusque del litigio, y sobre todo los estudiantes, lo vamos a agradecer.
Los únicos ideales de quienes impulsamos este espacio periodístico, es que el poder sea tomado por la democracia, la transparencia, la participación y la tolerancia, causas que identifican además el ser propio del Externado.
Los únicos ideales de quienes impulsamos este espacio periodístico, es que el poder sea tomado por la democracia, la transparencia, la participación y la tolerancia, causas que identifican además el ser propio del Externado.
Por: Hernando Parra.
Profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
De un tiempo para acá el régimen que administra el Externado ha divulgado la tesis según la cual, quienes creamos este espacio de EL RADICAL, con el propósito de expresar nuestras opiniones acerca del rumbo que ha tomado la Universidad en los últimos ocho años, lo único que pretendemos es “apoderarnos” del Externado. Nada más alejado de la realidad, de manera que lo único que refleja tal afirmación es el temor a que se conozca abiertamente la realidad académica, administrativa y financiera de la institución.
Las leyes de Newton nos enseñaron desde la etapa escolar, que toda acción genera una reacción, de suerte que en nuestro caso las infundadas descalificaciones promovidas por el régimen, camufladas bajo el oprobioso sistema de rumores – propio de quienes eluden la confrontación de ideas y propuestas– unido ello a una administración del todo excluyente, obraron como el detonante de este movimiento de expresiones libres, con el ánimo de informar de manera objetiva sobre la verdad del Externado.
El ideario y el patrimonio de nuestra Casa de Estudios pertenecen a su comunidad, conformada por sus profesores, estudiantes, funcionarios y antiguos alumnos, y en consecuencia a todos nos es exigible la obligación de fungir como veedores de su preservación y mejora continua, de manera que nos asiste también la carga de censurar todo aquello que se aleje de los postulados que inspiran las buenas prácticas de la administración académica, sin cuyo concurso el futuro de cualquier institución educativa aparece sombrío. Atender con carácter tal deber no configura sinónimo de apropiación alguna.
Los ideales de quienes impulsamos este espacio periodístico –único en su género dentro de la comunidad externadista y cuyo número de lectores aumenta en cada edición– se orientan simplemente a que ese llamado poder sea tomado por la democracia, la transparencia, la participación y la tolerancia, causas que identifican además el ser propio del Externado.
De lo anterior dan cuenta muchas luchas del EL RADICAL, como la relativa a que se reconociera la voz de los estudiantes, principales y suplentes en el Consejo Directivo, habida cuenta que todos en conjunto representan la esencia universitaria. En el mismo sentido abogamos hoy porque se reconozca el derecho de un miembro principal del Consejo Directivo a reincorporarse al mismo, luego de cumplir funciones meritorias en el servicio público, tanto más cuando lo único que persigue dicho directivo es el aporte de nuevas ideas ante los inmensos desafíos que enfrenta la Universidad.
La verdadera toma del poder les corresponde, primeramente, a órganos como el Consejo de Profesores, que encarna la auténtica expresión de la autonomía universitaria, y cuya tarea prioritaria es lograr la tan esquiva pero anhelada renovación del Consejo Directivo. Así pues, esa llamada lucha de poderes sólo la conciben aquellos que pretenden eternizarse en la dirección de la Universidad, prevalidos de sus facultades de gasto y nominación, refractarios por ello a toda manifestación libre y desinteresada.
Nuestro carácter e independencia no los desvanecerán ni las descalificaciones, ni tampoco los rumores.
La recuperación de la década pérdida en la Universidad Externado de Colombia no se obtiene con ligereza e improvisación, se logra con mística, carácter, independencia y responsabilidad.
La recuperación de la década pérdida en la Universidad Externado de Colombia no se obtiene con ligereza e improvisación, se logra con mística, carácter, independencia y responsabilidad.
Por: Saúl Sotomonte.
Profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
Bajo los principios de la tolerancia, la libertad y la transparencia, el profesor Nicolás Pinzón creó la Universidad Externado de Colombia como un centro educativo, ideario que mantuvieron sus sucesores, con la particularidad de que, no obstante que se trataba de una valiosa institución, durante un largo período no se hablaba de manejo democrático, pues se trataba de un ente sin peculio material alguno, hasta el punto de que sus profesores no cobraban por sus clases.
Fue a partir de 1963, con el ingreso del Dr. Fernando Hinestrosa, quien no obstante el ejercicio personal del poder, superado por su valía como intelectual como jurista y por su sobriedad y buen comportamiento, que se inició un proceso de crecimiento en lo académico y en lo material, hasta el punto de lograr un gran reconocimiento en el orden nacional e internacional, habiendo establecido como norma la absoluta independencia institucional y como paradigma la excelencia y el mérito propio. Sin embargo, no se preocupó por dejarla institucionalizada, situación que se hizo más evidente cuando debido a su enfermedad fue perdiendo el control y se dio paso a un notorio desarreglo administrativo, iniciando con ello la década pérdida que en este escrito denominamos “El Tiempo Perdido” y que se acrecentó con la administración que se inició en mayo de 2012 con el ingreso como Rector del Dr. Juan Carlos Henao, quien denominó su estrategia “continuismo ascendente”, pero todo indica que era sobre el desorden ya reinante.
El actual Rector en lo material continúo con los planes establecidos de tiempo atrás por el Dr. Hinestrosa, como son los concernientes al nuevo edificio y a la sistematización llena de altibajos, habiendo cambiado al contratista que él había señalado para la construcción; y para lo segundo, se fueron dando una serie de contratos y subcontratos que requieren ser revisados al igual que los de la construcción, y así mismo se siguió con la habitual alimentación de la biblioteca.
Es decir, se dio continuidad a lo visible que ya estaba programado y que se puede hacer mientras exista liquidez. Pero el gran vacío es notorio en la parte institucional y en lo académico.
Tan pronto tomó posesión del cargo Henao, en lugar de buscar el paradigma de la excelencia, se dedicó a buscar protagonismo en los medios, comprometiendo de paso la independencia institucional que siempre habíamos invocando y a su vez, como si se tratara de un designio testamentario, depositó de hecho todo el manejo administrativo, patrimonial y académico en una persona sin legitimidad y capacidad alguna, profundizando así el desorden que se inició al final de los días del anterior Rector y para consolidar lo buscado, con argumentos sin peso alguno distrajo la necesaria reforma estatutaria propuesta en el Consejo Directivo desde antes de su nombramiento, entorpeciendo de esta manera la institucionalización de la Universidad, quizá para mantener acaparado el ejercicio del poder sin control alguno, por lo que tampoco se conoce un manual de funciones ni los debidos controles y menos un Estatuto Profesoral, ya que en esta materia impera el amiguismo o el distanciamiento provocado y no siempre se tienen en cuenta los méritos de los docentes.
La ausencia de liderazgo y la carencia de paradigma o propósito común llevan a que la presencia de un brillante cuerpo profesoral y su importante producción pasen desapercibidos, y que las desarticuladas apariciones en los medios hayan hecho perder el reconocimiento y respeto por la institución, afectando seriamente el compromiso académico de la misma. Situación que se complica aún más de acuerdo con las cifras que se anuncian, las que dejan ver que la suerte económica de la Universidad depende de su participación en un grupo económico, pues su operación como institución es ampliamente deficitaria sin posibilidad de una recuperación inmediata.
Esperábamos que el Rector no fuera consciente de todo, como si con su designación se hubiera aplicado el nivel de incompetencia del “Principio de Peter” Sin embargo, cómo se explica que para blindar el desgobierno sus asesores le hayan preparado la desvergonzada llamada por muchos “ley del silencio”, aprobada después por las mayorías numéricas del Consejo Directivo sin un verdadero debate, con base en la cual la comunidad –ni siquiera los miembros del Consejo Directivo–pueden conocer el detalle de las cuentas, ni tampoco tener copia de las actas de las reuniones del mismo, las que no pueden ser grabadas porque al Rector no le gusta.
Para rematar, en estos días se ha propuesto, sin mayor explicación válida, impedir al Dr. Andres Gonzalez su ingreso al Consejo Directivo como miembro principal. ¿Por qué será?
Son todas razones de más que exigen que se haga una verdadera auditoría externa e independiente que revise, entre otras cosas, la racionalidad del gasto, las compras y la contratación de la década. Lo que también hace necesaria la elección de un nuevo Consejo Directivo respetable e independiente que, bajo los postulados de la democracia y la transparencia, quiera luchar por la recuperación del tiempo perdido y que no dependa de intereses ajenos a los de la institución.
Nuestra Universidad está enferma de autoritarismo. Las formas antidemocráticas del actual gobierno no resisten más y atravesamos una crisis muy profunda. Por fortuna parece que las cosas empiezan a cambiar.
Nuestra Universidad está enferma de autoritarismo. Las formas antidemocráticas del actual gobierno no resisten más y atravesamos una crisis muy profunda. Por fortuna parece que las cosas empiezan a cambiar.
Por: Felipe Castrillón.
Representante estudiantil ante el Consejo Directivo de la Universidad Externado de Colombia.
Este escrito incluye algunas de mis palabras de bienvenida a los estudiantes de primer semestre de este año (20 de enero) y algunas ideas posteriores, que quizá no eran oportunas en esa ocasión.
Mucho ha cambiado en estos meses, principalmente por cuenta de la pandemia que padecemos y sus crisis aparejadas. Adicionalmente, siguen los problemas de antes, ahora intensificados y las soluciones parecen más difíciles. El confinamiento, única medida que ha resultado eficaz para combatir la pandemia, ha hecho más difícil la acción colectiva. Somos seres gregarios, necesitamos de los demás. La virtualidad es asfixiante y antinatural.
Dudé mucho si era acertado poner por escrito estas reflexiones. Pensaba que era limitado hablar de los problemas de nuestra universidad, habida cuenta de lo que pasa a escala planetaria. Hace apenas unos meses hubo masivas protestas en muchos países, no solo en nuestro continente, en las que tuvo una gran participación el movimiento feminista. Y las protestas contra el racismo sacuden a Estados Unidos. El asesinato de George Floyd fue la gota que derramó el vaso.
En todo ese malestar hay distintas motivaciones, pero tienen un denominador común: la gente excluida quiere ser escuchada y atendida. Por ello se enfrenta a las barreras que inactivan la ciudadanía: la desigualdad, el clasismo, el machismo, el racismo… Puesto que esas barreras también se manifiestan en nuestra universidad, decidí redactar algunas reflexiones que pueden ser un pequeño aporte a los justos reclamos para cambiar las cosas, a pequeña y gran escala.
Mis palabras de bienvenida van en cursiva.
Buenos días.
Me gustaría iniciar por felicitarlos, la mayoría inicia hoy su carrera universitaria. Se trata de un momento importante de la vida; escoger carrera y universidad es un asunto muy difícil, o al menos para mí lo fue. Ustedes ya lo hicieron, han elegido al Externado: una universidad reconocida nacional e internacionalmente y exigente académicamente.
El Externado no se reduce a su reconocimiento. Es también una ideología, un talante, una forma de ser. Los principios de nuestros fundadores, que los estudiantes nos esforzamos por mantener, son el respeto al otro, la tolerancia, el amor a la libertad y al principio de igualdad, el espíritu republicano, la honradez, etc.[1]
Los principios que mencioné no son simples palabras, no son un eslogan ni una estrategia de ventas. Es necesario un esfuerzo constante para que esos valores se vivan realmente. El rector ha dicho que el Externado es el faro democrático del país, y que es la universidad más pública de las privadas, pero una cosa son las palabras y otra las acciones, lo que hacemos realmente. Las instituciones no perduran y se mantienen sin el esfuerzo constante de las personas que forman parte de ellas. Los personajes radicales que fundaron esta universidad hace años que no están, pero estamos nosotros para mantener en alto sus banderas.
No se debe acudir a eufemismos, la verdad se debe decir tal como es, por incómoda que sea, pues solo si sabemos lo que sucede realmente, las buenas ideas y el trabajo abnegado de todos, podrán remediar y enderezar la situación.
Nuestra universidad sufre una crisis muy profunda, una realidad evidente para cualquier observador honesto intelectualmente. Hay gran malestar entre estudiantes, profesores, funcionarios, exalumnos y familias. Por ello es noticia casi permanente, por hechos lamentables y vergonzosos. Un día nos enteramos que un profesor adopta reglas irracionales para presentar exámenes, en el entorno virtual que se ha vuelto obligatorio para todos (los estudiantes y especialmente los profesores, que han hecho grandes esfuerzos para superar las dificultades) y otro día se difunde el escándalo de un director de recursos humanos que renunció de forma oculta por acoso sexual, en abuso de su cargo, en vez de obrar conforme a la ley como se enseña en toda escuela de derecho respetable.
Pero no solo a través de los medios de comunicación se ventilan nuestras vergüenzas, también en las redes sociales: #ExternadoCensura, #ExternadoDignoEs, #PasaenelExternado, etc. Medios que han encontrado los externadistas, principalmente estudiantes, para mostrar su inconformismo.
La comunidad externadista también ha presentado sus reclamos en cartas abiertas, como la del grupo de profesores llamado Externadistas Libertarios[2], o en columnas de opinión en medios no institucionales, como El Radical[3].
La crisis también es clara para los profesores que, pese a no tener un estatuto docente, y a que sus contratos se renuevan año a año, sin garantía de continuidad, se han manifestado y protestado. Gracias a ellos, los nuevos estudiantes Llegan en un momento importante en la historia de la universidad, este semestre, gracias al esfuerzo constante de nuestros profesores, apoyados por nosotros los estudiantes, se realizará la primera renovación en 23 años de los representantes profesorales al Consejo Directivo. Los profesores, con su impulso y organización, nos enseñan democracia y hacen gala de los valores externadistas.
Hasta ahora solo he mencionado los signos de una crisis profunda, pero poco se ha dicho de cómo llegamos a ella. Las razones de la crisis no se han discutido de manera abierta. Esbozo algunas ideas acerca de esas razones.
Una crisis tan grave no es culpa de una sola persona, ni de unas cuantas. Sería torpe e injusto atribuir la responsabilidad total al actual rector. Para usar una metáfora: Henao toca mal una mala partitura. Eso no niega que a veces atina con alguna nota, pero así la tocara totalmente bien, la partitura seguiría siendo mala.
En efecto, el rector ha avanzado en el área de internacionalización e informática, pero su gestión se ha limitado a administrar la crisis y ocultarla con eufemismos. Cuando no la niega inescrupulosamente, como cuando dijo que los críticos solo eran diez gatos, pero que tenían libertad para hacer críticas porque no los iba a despedir[4] (un argumento impensable en una universidad que nació en defensa de la libertad de expresión); o cuando pagó pauta en la revista Semana[5] para vender la transición a las clases virtuales como un éxito.
En mi opinión, la crisis del Externado es una crisis de su régimen, es decir del sistema jerárquico que rige a la universidad. La manera de gobernar la universidad desde hace décadas es sumamente autoritaria, y contraría gravemente sus valores fundacionales.
El autoritarismo consiste en la interferencia arbitraria de una persona en la vida de otras. En un régimen no autoritario puede existir interferencia, pero no puede ser arbitraria. El conflicto existe en cualquier comunidad, como la universidad; y la interferencia justificada (conforme a la razón y la ley) no es autoritarismo. En cambio, el autoritarismo rompe el principio de igualdad, uno de los principios que llevó a fundar el Externado, porque es una imposición caprichosa del que puede, que obliga a pedir permiso a los que no pueden.
Para probar que el régimen del Externado es autoritario y que no concuerda con la ley (con sus normas estatutarias) basta mencionar algunos de los numerosos ejemplos:
Según los estatutos, los miembros del Consejo Directivo tienen un periodo de dos años. Pero solo se renuevan los representantes estudiantiles, pues los representantes de los profesores fueron elegidos en 1998 (!ya hace más de 20 años!), y no rinden cuentas de sus decisiones. Siguen en el cargo porque el estatuto prevé que si no se celebran elecciones continúan ejerciéndolo. Esa situación, nada razonable, es una interferencia arbitraria en la expresión comunitaria y política de los profesores, que les niega su derecho de representación. Henao ha dicho varias veces que hay razones históricas para no celebrar elecciones durante 21 años, incluidos sus ya casi 9 años de rectoría. Es evidente que son razones de conveniencia y, por tanto, autoritarias e inaceptables en una comunidad democrática.
Así como la composición del Consejo no es democrática, su funcionamiento tampoco lo es. No es democrático que el rector niegue la entrada a un representante de los profesores por razones de conveniencia[6]. Ni que rompa la tradición de que los representantes estudiantiles suplentes asistan con derecho a voz, que se ha respetado en rectorías anteriores, para evitar la presencia de los dos suplentes actuales, elegidos conforme a los estatutos. Esta es otra muestra de autoritarismo, porque no da razones para cambiar esa tradición, e interfiere en forma arbitraria en los derechos políticos de los estudiantes, que no tendrían cuatro voces en el Consejo sino dos.
Las actas y demás documentos del Consejo Directivo tienen carácter privado; solo se expide copia integral por requerimiento judicial, lo que obliga a sus miembros a exigir judicialmente el acceso a las actas. Esto también es autoritario, porque el secreto de las deliberaciones niega a los representados el derecho a conocer cómo se gobierna la universidad, y es una interferencia arbitraria porque no está sujeta a más razones que la conveniencia del rector.
Los estatutos de la universidad conservan ciertas formas republicanas del Externado original, principalmente que la composición del Consejo Directivo -máximo y único órgano de decisión de la universidad- consiste de profesores y estudiantes elegidos por sus pares. Sin embargo, como ya es sólo una pequeña caparazón para la camarilla que gobierna, han consultado a unos expertos en gobierno corporativo para modificar su composición añadiendo miembros externos, y tomar otras medidas desconocidas. Las conclusiones del informe se mantienen en reserva, y así la comunidad universitaria no conoce ni puede discutir el futuro que se planea. Esto es medida es autoritaria pues interfiere en la acción colectiva de la comunidad.
La falta de un estatuto docente lleva a que no se garantice la estabilidad de los profesores, de modo que es posible no renovar sus contratos cada año de manera arbitraria, es decir, sin causa justa.
El nombramiento de decanos es potestad exclusiva del rector. Los profesores y estudiantes de la facultad respectiva no participan en su designación. En una universidad supuestamente federal, este procedimiento es una interferencia arbitraria en la vida académica y administrativa de las unidades académicas, pues los decanos no son responsables ni siquiera ante los consejos de facultad, cuyo carácter es exclusivamente consultivo. No es una expresión de federalismo, sino de feudalismo, porque el decano es rey y señor de su facultad. Aunque no todos los decanos actúan de esa manera, pero puede actuar como señores porque las normas lo permiten.
Ni los decanos ni los directores de departamento tienen un periodo de mandato establecido, y es usual que duren varias décadas en su cargo, impidiendo de hecho la posibilidad de que sus profesores y estudiantes influyan en la orientación de cada facultad.
No hay planes de gobierno universitario, es decir, no hay una hoja de ruta que se pueda conocer, discutir, mejorar, aprobar o rechazar. El rector dice que estos procedimientos son innecesarios porque considera que son inventos marxistas, desconociendo falazmente que son la base de toda democracia.
Para que se revise un examen en la Facultad de Derecho es necesario enviar una solicitud a un comité, cuya composición no es conocida, y que nunca expresa las razones para admitir o negar el trámite de una revisión.
El acoso sexual de un jefe de recursos humanos a las empleadas de la universidad es, como otras formas de machismo, un acto autoritario porque interfiere de manera arbitraria en la vida de las víctimas, además de ser sancionado por el código penal colombiano.
La lista de ejemplos es muy larga y basta mencionar los anteriores para demostrar que el régimen monárquico y absoluto de gobierno ha impuesto un orden antidemocrático y ha llevado a la apatía por la discusión pública entre estudiantes y profesores, que encuentran una gran discordancia entre los principios que llevaron a fundar el Externado y lo que hoy se hace realmente en la universidad. Después de una rectoría de casi 50 años, muchos han interiorizado unos valores contrarios, y otros han adoptado un doble estándar: la democracia política en el país y la antidemocracia en la universidad.
Hasta ahora he descrito el régimen interno del Externado, pero no he mencionado porqué entró en crisis. Quizá el cambio de rector hizo patentes las contradicciones entre el ideario original y la práctica política. El cambio de una monarquía absoluta pero ilustrada a un delfinato pone en cuestión algunos intereses y despierta algunas mentes.
La llegada de nuevas generaciones de profesores, más comprometidos, la decadencia de la universidad o la simple desaparición de los ideales republicanos y democráticos de los fundadores han resquebrajado el orden interno del Externado. Hoy, sus gobernantes no tienen atado y bien atado el poder. Es de justicia poética que nuestro lema –Post tenebras spero lucem– recobre su sentido original.
En mi campaña como aspirante a la representación estudiantil pasaba por los salones exponiendo mis ideas. La principal era que debemos volver a los valores fundacionales de la universidad, que debemos recuperar la República que nos arrebataron. En un salón, un profesor interrumpió mi exposición y la calificó de falacia, porque según él, una universidad no es una república.
Una universidad es una comunidad de personas pensantes, comprometida en un proyecto común, el de formar a los nuevos ciudadanos, que debe hacer aportes al conocimiento y al progreso de la población. El contraste de ideas y de opciones alternativas amplía las fronteras del conocimiento y solo es posible en un ambiente de igualdad. De lo contrario, la disparidad de las ideas y las opciones no se resolvería en beneficio de la verdad sino del poder.
Una universidad imparte conocimientos, pero no solo instruye para ejercer una profesión. También es un medio para ampliar y ejercer la libertad; de modo que debe inculcar valor civil, enseñar ética y fomentar la solidaridad[7]. En ese sentido, es la institución más republicana que existe. La universidad es república porque es cosa (res) de todos (publica).
Aun si se piensa que la universidad no es intrínsecamente republicana, el Externado sí lo es por sus orígenes históricos[8]. Se fundó en 1886, en oposición a la dictadura conservadora conocida de la Regeneración. Fue creada por un grupo de radicales, expulsados de otras universidades por los conservadores triunfantes en la guerra civil de 1884-1885. Los fundadores, los abuelos radicales aún se los recuerda, se empeñaron en brindar una educación moderna, librepensadora, al servicio del país, comprometida con el federalismo derrotado en la guerra, y democrática; como lo demuestra el hecho de que a comienzos del siglo pasado fue la primera universidad del país en vincular a los estudiantes al gobierno universitario, muchos años antes de que la ley lo ordenara. Incluso su nombre fue una expresión revolucionaria: Externado, en oposición a internado. Es indudable que la intención de los abuelos radicales era crear una República.
Si queremos, y muchos sí queremos, recuperar la República que se nos ha arrebatado, debemos saber qué es el republicanismo, esa tradición milenaria de la filosofía política que defendían los abuelos radicales. Por ello esbozaré algunas ideas tentativas, que me ha suscitado la lectura de varios escritos, entre ellos los del filósofo catalán, fallecido hace poco, Antoni Domènech, uno de los principales estudiosos del republicanismo en lenguas romances[9]. A quien invito a leer.
Puesto que somos seres corpóreos y gregarios, debemos interactuar entre nosotros para existir biológicamente. Y debido al desarrollo específico de nuestro cerebro, debemos interactuar entre nosotros para existir intelectualmente. Solo compartiendo con nuestros semejantes podemos reconocernos a nosotros mismos y existir individualmente.
Las relaciones con otros y con nosotros mismos, en la familia y fuera de ella, son políticas, es decir atravesadas por relaciones de poder. De ahí que para ser libres no debemos ser esclavizados por nuestros vicios, sino gobernarnos a nosotros mismos con base en la razón; y no ser interferidos arbitrariamente por otros, es decir, ser sujetos de derecho propio. Puesto que somos materialmente independientes, no tenemos que pedir permiso a otros para existir. Esa es la libertad republicana, una libertad material porque tiene los medios para hacer real la posibilidad de elegir.
A la hora de elegir, no nos comportamos considerando únicamente el beneficio propio, sino que, gracias a la razón, y a la existencia de otros motivos, podemos preferir el bien ajeno o colectivo. Por ello es posible la existencia de la República, porque no somos siempre egoístas. Para participar en la discusión pública, dentro de una república, es necesario ser libre.
Para el republicanismo democrático, esa libertad debe extenderse a toda la especie humana, pues siendo naturalmente iguales, capaces de razón, solo diferimos en los medios materiales. Propone, entonces, redistribuir los medios materiales para conseguir libertad externa, e instrucción gratuita para cultivar la razón y tener libertad interna.
El republicanismo también implica que no puede haber gran desigualdad, pues, cuando provoca enormes diferencias graves entre lo que los ciudadanos pueden hacer, niega la libertad de los que tienen menos, y ponen en riesgo a la República, al disputarle la capacidad de definir el bien público[10]. Por esa razón, los Estados de Bienestar dejaron algunas cosas por fuera del mercado, como la sanidad, la educación y la justicia.
El Externado tuvo un origen republicano democrático. Nació en la pobreza y fue refugio de profesores purgados, que no cobraban. Ofrecía una educación abierta y sin discriminaciones. Se cobraba una matrícula porque no había otro medio para financiar los gastos del colegio, no para limitar el acceso al estudio. Desde su fundación, en su ideario figuraba el sentimiento patrio y la confianza en la perfectibilidad de las instituciones humanas. Buscaba contribuir al país en su totalidad, incluidos los desposeídos, que antes y ahora son tan numerosos. Y confiar en la perfectibilidad de la sociedad, que como sabemos pasa por extender la libertad republicana a los que no la tienen.
Una vez constatado que el Externado fue en su origen una especie de república democrática, porque así lo quisieron los abuelos radicales, cabe preguntar qué podemos hacer hoy para recuperar esa república. El régimen está en crisis y no podemos cejar en el empeño. Solo la organización y la movilización de la comunidad nos permitirán recuperar nuestros derechos conculcados. Además, es necesario tener generosidad y altura de miras. En el Externado caben todos los que aman la república. No se debe excluir a nadie, porque en la república democrática que queremos se debe extender la libertad y, por tanto, la ciudadanía a todos lo que quieran. Y debemos ser cuidadosos. La república, cuando se restaure, deberá dotarse de los medios institucionales para que no vuelva a ser sometida y arrebatada, para que se preserve. Muchas generaciones de externadistas pasarán, y la República se mantendrá si luchan por ella.
Quizá una de las razones por la que perdimos la República fue la de ser dueña de un inmenso patrimonio. El Externado es la universidad más acaudalada del país[11], es la principal accionista de uno de los mayores grupos empresariales del país– el grupo Bolívar– con intereses en las finanzas, los seguros y la construcción. Debido a ello, el orden lógico según el cual el dinero es un medio y no un fin en sí mismo se invirtió indebidamente. Debemos superar la confusión entre fines y medios, y entender que algunos medios pervierten los fines. Si el dinero es un medio para cumplir nuestros fines misionales, y se retorna al principio republicano de que es la comunidad exernadista la que determina el bien común, podremos usar responsablemente, con el verdadero significado de la palabra austeridad –el de sobriedad– tanta riqueza. Y hacer realidad la concepción de la educación como un derecho.
Incluso el artículo 1 de nuestra Constitución Política dice: Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general.
El Externado es una república, esto es una cosa pública, es el proyecto común de profesores, estudiantes y administrativos. Por eso, a diferencia de otras universidades no tiene dueño, y así haya gente que la pretenda, no lograran dominarla porque el sentimiento republicano hace parte de la esencia externadista. Ustedes que hoy llegan se convierten en ciudadanos de la República externadista, como tales tendrán derechos y obligaciones, no se pueden desentender, porque lo que es de todos a todos nos debe importar.
Al igual que el Externado, Colombia es una república, que no porque se encuentre secuestrada por un pequeño grupo de poderosos, en contubernio con poderes extranjeros, debe ser abandonada por sus ciudadanos. La ciudadanía activa generalizada, en otras palabras, la participación de todos, sin importar nuestras condiciones económicas y de otra índole, en la discusión pública de los asuntos de nuestro país, es la verdadera democracia, que es mucho más que votar cada cuatro años.
También en ese aspecto llegan en un momento importante para la historia de nuestro país, como todos saben el semestre pasado, millones de colombianos protestamos en el marco del Paro Nacional, con reivindicaciones como la defensa de las pensiones y el empleo, el cumplimiento de los acuerdos, el rescate del sector agropecuario, la protección del medioambiente, entre otros. Como es evidente, se tratan de reclamaciones justas, que son necesarias para que haya democracia real en Colombia, pues esta solo es posible cuando se extiende cierto nivel de bienestar material a todos, con hambre no hay tiempo para pensar en política.
Protestamos porque estamos indignados, y es que hay muchas razones para estarlo, les doy algunos ejemplos, según cifras del observatorio fiscal de la Universidad Javeriana, el 30% de los hogares en Colombia tiene ingresos combinados de menos de un salario mínimo, el siguiente 60% de los hogares gana entre un salario mínimo y 4 millones de pesos, para que un hogar esté en el 2% de más altos ingresos basta con ganar 10 millones y para estar en el 1% basta con 14.
Esta triste realidad no la digo por deprimirlos, menos hoy que es un día especial, la digo para que la sepamos, pero también para que no nos conformemos, no se trata del país y la universidad que nos tocó vivir, se trata del país y la universidad que vamos a cambiar. Queremos estudiar para cambiar la sociedad, ese es nuestro deber como exernadistas.
Muchas gracias por habernos elegido. ¡Bienvenidos al Externado!
[1] Palabras del doctor Fernando Hinestrosa por Honoris Causa. Disponible en: https://n9.cl/qfih
[6] Cfr. Las duras críticas de profesores del Externado a gestión del rector Henao. Disponible en: https://bit.ly/2Y4ojki
[7] Solo los buenos profesores pueden cambiar la vida de un estudiante. Nuccio Ordine. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=e9ijRqnU_7Q
[8] Cfr. Misión e historia de la Universidad. Disponible en: https://www.uexternado.edu.co/la-universidad/historia/
[9] Por ejemplo, Individuo, comunidad y ciudadanía. En Retos pendientes en ética y política. ed. José Rubio-Carracedo, José M Rosales y Manuel Toscano. Suplemento 5 (2000) de Contrastes. Revista interdisciplinar de Filosofía. [ISSN: 1136-9922], pp. 27-42. Disponible en: https://n9.cl/l5vu
[10] La concepción histórica de la libertad republicana para entender el mundo actual. Y una propuesta inmediata. Daniel Raventós. Sin Permiso. Disponible en: shorturl.at/uBINR
[11] Las universidades más ricas de Colombia. El Espectador. Disponible en: https://www.elespectador.com/noticias/educacion/las-universidades-mas-ricas-de-colombia-articulo-889785
Reflexiones luego de ocho semanas viendo el Externado desde la pantalla de mi computador.
Por: Néstor Osuna.
Profesor ordinario de la Universidad Externado de Colombia.
El viernes 13 de marzo de este 2020 (desde ya: annus horribilis) tuve la clase que, según parece, habré de recordar como la última presencial en este año escolar. Fue una sesión vespertina de cuatro horas de mi seminario electivo sobre Derechos Humanos, dirigido a los estudiantes de las maestrías en Derecho. Esa misma mañana había tenido mi clase habitual de derecho constitucional con los estudiantes de primer año y, con unos y otros, quedamos de vernos a la semana siguiente. Ya se respiraba nerviosismo en el ambiente: varias personas ponían su frasco de gel antibacterial sobre sus pupitres y otras tantas dudaban si saludarse de mano, de beso o de lejos y fracasaban en el intento de hacerlo con el codo sin que resultara ridículo. Nadie se imaginó, sin embargo, que a partir de entonces nos mudaríamos al mundo raro de las videoconferencias, encerrados todos en nuestras casas, viendo aumentar el número de enfermos y de muertos, pero intentado seguir adelante con nuestros proyectos académicos, sin ninguna certeza aún hoy sobre si todo esto valdrá la pena, ni sobre cuándo podremos volver a la normalidad.
Desde entonces he pasado muchas horas, muchísimas, frente a mi computador en la plataforma Zoom. He sentido el mismo dolor de ojos del que me hablan los estudiantes, he visto que mi dedicación al trabajo se ha incrementado notablemente apenas para mantener el rendimiento de antes y que pierdo la concentración con más facilidad; por supuesto también he descubierto aplicaciones muy buenas de software y trucos que antes no conocía. Como no tengo la obsesión triunfalista que a veces campea entre mis colegas y admito que en todas estas novedades soy un aprendiz, me atrevo a lanzar las siguientes reflexiones en público, fruto de mi experiencia de estas semanas:
Las clases largas son terribles. El Externado se acostumbró a las sesiones de posgrado concentradas en cuatro días con dedicación a jornada completa de los estudiantes, muchas veces con el mismo profesor durante ocho horas seguidas con apenas una breve pausa para almorzar. Estoy convencido de que esas sesiones, así sean presenciales, son una mala estrategia pedagógica. Pero frente a un computador son insoportables. Nadie resiste una conferencia de cuatro o cinco horas frente a una pantalla, y menos aún si el profesor se vale de unas plantillas de power point que sólo le sirven a él. Eso no funciona. Después de 40 minutos nadie está prestando atención. Esta reflexión vale también para las jornadas extenuantes de pregrado, así se cambie de asignatura cada dos horas.
La educación a distancia debe ser primordialmente asincrónica, de modo que le permita a cada estudiante manejar su horario, ver, leer, escuchar o escribir en los momentos que le resulten más propicios, y así reservar los encuentros simultáneos (sincrónicos) para discutir la información recibida, plantear problemas, intentar resolverlos y pensar en soluciones. Dicho en otros términos: las sesiones en video conferencias deben ser marginales. Probablemente esto nos lleve a replantearnos también esa estrategia cuando volvamos a vernos en las aulas de nuestro campus.
Los grupos muy numerosos están haciendo aguas. Es evidente que la única estrategia pedagógica posible cuando un profesor tiene en frente a grupos de 50, 100, 150 o más estudiantes, es la cátedra magistral. Ante esos números, no hay posibilidades serias de hacer un seminario, o de ensayar fórmulas de evaluación permanente. Pero un profesor frente a un grupo pequeño de estudiantes, que pueda combinar unas pocas conferencias magistrales con buenas sesiones de seminario, que sea hábil para hacer sugerencias de acceso a información de calidad y que le deje tiempo a los estudiantes para aprender y pensar, podría darnos como resultado una educación de calidad muchísimo mejor a la que teníamos a principios de este año.
Por supuesto que se me hace agua la boca al pensar en el día en que pueda volver al salón de clases y comenzar con una de las frases más entrañables del ambiente universitario de mi querida ciudad de Salamanca, atribuída por igual a Fray Luis de León y a Miguel de Unamuno cuando retomaron sus cátedras después de lo que ellos les tocó llevar cuesta arriba: “Como decíamos ayer …”
Esta afirmación simplista solo confirma el grotesco intento de las directivas de la Universidad de silenciar la crítica. También, ratifica el gesto totalitario de que por fuera del Externado nadie se entere de lo que está pasando.
Esta afirmación simplista solo confirma el grotesco intento de las directivas de la Universidad de silenciar la crítica. También, ratifica el gesto totalitario de que por fuera del Externado nadie se entere de lo que está pasando.
Por: Ramiro Bejarano.
Profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
Cuando empezaron las asambleas profesorales de los últimos tiempos, concretamente en cuanto estalló la crisis de gobernabilidad de la Universidad y la pérdida de credibilidad del Rector Henao y su Secretaria General, Marta Hinestrosa, se hicieron notorias las voces de quienes se rasgaban las vestiduras reclamando que los problemas internos debían discutirse y resolver de puertas para adentro.
No todos hemos olvidado la insólita maniobra que de manera sigilosa y cuando ya el quorum estaba quebrado en una de esas asambleas, protagonizó Adriana Zapata, actual Decana de la Facultad de Derecho. En efecto, en aquella oportunidad, propuso que la Asamblea de profesores aprobara una directriz para los graves problemas que desde entonces sacudían a la Universidad, no fueran comentados en los medios de comunicación. La tesis impensable en la Universidad por esencia democrática y liberal, fue la de que nadie debía enterarse de nuestras dificultades. Entiendo que fue a instancias de la profesora Magdalena Correa que esa asamblea, cuando ya estaba ad portas de aprobar la excluyente propuesta de quien seguramente ya acariciaba su aspiración a la decanatura de Derecho, tuvo que recapacitar y advertir que aprobar semejante solución sería ponerle mordaza a todo.
Claro que mientras las directivas y sus amigos se muestran reacios a que los medios esculquen lo que está pasando y lo que deberá suceder, Henao, valido de la ventaja de pautar en casi todos los medios, goza del inmenso privilegio de conceder babosas y obvias declaraciones sobre lo divino y lo humano. Para eso sí les sirven los medios de comunicación, para el auto bombo y para ir afincando en la retina de ciertos incautos la aspiración de convertirse en procurador apenas concluya el período de lo que ya se conoce como “El Albaceazgo” o también “La década perdida”.
Pero dejemos de lado el uso abusivo de la marca del Externado para intentar abrirse camino en escenarios públicos sin tener merecimientos para ello, y volvamos a lo que es central en esta columna: el grotesco intento de silenciar la crítica, con el simplismo de que la ropa sucia se lava en casa. El gesto totalitario de que por fuera del Externado nadie se entere de lo que está pasando, no ha desaparecido. Todavía hay quienes alimentan esa salida como doctrina o ideología, a lo mejor algunos creyendo proteger la Universidad, sin advertir que ese mutismo obligado es el peor remedio para resolver la grave enfermedad que nos sacude, la cual ya hizo metástasis.
La solución de obligar a los disidentes a que solo se expresen en el ámbito en el que los poderosos todo lo controlan, hasta el aire, es una invitación a que quien proteste o discrepe caiga en el anonimato. Eso es lo que quieren las actuales directivas y sus áulicos: protesten en estas cuatro paredes, que es donde ellos deciden qué trasciende o qué no, y por lo general solo salen las noticias disfrazadas de aciertos, con los que engañan a la comunidad en general.
Valdría la pena que quienes promueven el camino de que todo quede en casa y que nada se lave afuera, recordaran o supieran lo que sucedió en la década de los 50, durante la dictadura civil comandada por Laureano Gómez, el Monstruo. En esos años terribles, primero Ospina Pérez cerró el Congreso cuando se disponía a definir si enjuiciaba o no al mandatario por la inocultable violencia que azotó al país y en particular las comunidades liberales, y luego más tarde cuando Laureano, candidato solitario a la Presidencia de la República, llegó al poder, el terror se incrementó por cuenta de los atropellos oficiales, y entonces se convocó una Constituyente dizque para reformar la Constitución, y acabar con las reformas del año 36, y restablecer el oscurantismo de la Carta Política de la Regeneración, con la que abusaron durante 45 años de hegemonía conservadora.
En septiembre de 1952, luego del entierro de unos policías, el Gobierno del sordo Urdaneta, que por enfermedad de Laureano había asumido el mando, permitió que fueran asaltadas la sede del Partido liberal y las residencias de los jefes liberales Alfonso López Pumarejo, quien ya había ocupado dos veces la Presidencia, y Carlos Lleras Restrepo, quien solo llegaría a este cargo en 1966. López y Lleras tuvieron que asilarse en una embajada y luego salir al exilio, que el tenebroso Gobierno de esa hora se empeñaba en calificar como voluntario. Desde su obligado confinamiento en México, los jefes liberales se volvieron incómodos para el régimen, que no toleraba la crítica porque consideraba traición a la patria que la ropa sucia no se lavara en casa, un hogar donde solo podía expresarse la militancia conservadora. Convocada en 1953 la Constituyente de bolsillo, Laureano hizo incluir en el proyecto de articulado el siguiente texto acuñado en la idea de lavar la ropa sucia en casa y sancionar a todo aquel que se atreviera a criticar al régimen. La odiosa normativa que se propuso fue esta:
“Artículo 13: El Colombiano, aunque haya perdido la calidad de nacional, que fuere cogido con las armas en las manos en guerra contra Colombia, o que en el exterior ejecute actos que tiendan a deshonrar a la República, o que se comprometa en actividades subversivas contra el régimen interior del Estado, O QUE DE PALABRA O POR ESCRITO ATENTE CONTRA EL PRESTIGIO DE LAS AUTORIDADES Y DE LAS INSTITUCIONES DEL PAÍS, SERA JUZGADO Y PENADO COMO TRAIDOR”.
Por fortuna, Laureano fue derrocado por el golpe de opinión de Rojas Pinilla, y la tenebrosa disposición que buscaba constitucionalizar la teoría de “la ropa sucia se lava en casa” criminalizando la crítica hecha desde el exterior, quedó sepultada.
EL RADICAL, respondiendo a su talante externadista, y a raíz de la desconexión entre las directivas y la comunidad, y sin que la autocrítica aparezca, seguirá informando en tiempos de coronavirus con el fin de encontrar el rumbo extraviado.
EL RADICAL, respondiendo a su talante externadista, y a raíz de la desconexión entre las directivas y la comunidad, y sin que la autocrítica aparezca, seguirá informando en tiempos de coronavirus con el fin de encontrar el rumbo extraviado.
Por: Juan Pablo Estrada.
Profesor de la Universidad Externado de Colombia.
A nadie sorprende que EL RADICAL haga su segunda aparición en medio de la pandemia. Quienes leen estas páginas para celebrarlas o criticarlas, saben de la determinación y disciplina de quienes están al frente de esta empresa. Nos mueve nuestro talante externadista, que ejercemos mientras otros solo dicen tenerlo. De modo que ahora más que nunca, vista la desconexión entre las directivas y nuestra comunidad, ratificadas las graves falencias en el manejo de la universidad y sin que la autocrítica aparezca, este medio de expresión cobra relevancia en el propósito de encontrar el rumbo extraviado.
Los enormes retos que impone el distanciamiento social para el funcionamiento de los centros de educación superior, darán lugar a inversiones cuantiosas en tecnología e infraestructura, ajustes pedagógicos a los programas de posgrado que no soportan las maratones de Zoom que pueden resultar tan dañinas como las clases presenciales, que son excesivas y desgastan por igual a maestros y estudiantes –todos lo dicen en voz baja–, así como la necesaria orientación para muchos docentes que seguro saben de Derecho pero poco de enseñar, para que ajusten sus métodos chapados a la antigua, asustadores y policivos –sí, esos de exámenes con “las manos en alto” –, serán tema de la agenda durante los próximos meses.
Ojalá el Dr. Henao controle su cabeza y tome decisiones acertadas, que permitan educar para el futuro como se publicita sin empacho en los medios de comunicación que tanto lo miman, por aquello de la pauta comercial.
No podemos seguir en barrena hacia la retaguardia de los escalafones universitarios, lugar que no nos corresponde y al que no tenemos por qué acostumbrarnos. Ya habrá tiempo de ocuparse de esos asuntos.
Hoy quiero compartir algunas de las reflexiones de este encierro cómodo que padecemos la minoría, que en nada se parece al angustioso que soporta más de la mitad del país, en la esperanza de que algunas coincidan con las de ustedes y que, cuando regresemos a la “normalidad anormal”, las pongamos en práctica.
No estamos en el mismo barco. Sí en el mismo océano, unos en yate, otros en lancha, algunos en canoas y la gran mayoría flotado compartiendo tabla. La desigualdad en Colombia, que se oculta con cifras y estadísticas, es dramática. Redistribuir riqueza no da espera.
Se puede hacer mucho por el planeta. Obvio, a la brava, pero se puede salvar. Cierres más frecuentes que impidan que la peor plaga de la que se tenga noticia, nosotros los humanos, recorramos libremente un planeta que no nos pertenece y del que abusamos sin misericordia.
Hay que saber elegir. Grandes potencias, economías y sistemas de salud robustos hacen agua con facilidad cuando se carece de liderazgo. Un mal gobierno es una tragedia y en época de pandemia peor. Aplica para universidades centenarias.
Las dificultades sacan lo mejor del ser humano, pero también lo peor. A la par con gestos únicos de solidaridad, valor y sacrificio, vemos también el clasismo, la falta de empatía y la corrupción rampante que asfixia nuestro país. Un escenario que duele y ante el que no podemos seguir guardando silencio cómplice.
Se extrañan momentos, vivencias, amigos, espacios y el calor de la familia. El consumismo nos tenía alteradas las prioridades. El regreso a lo básico nos hará más fuertes, más solidarios y más empáticos. Nunca es tarde para dar un giro de 180 grados.
Posdata. Un buen amigo y mejor profesor se expresó en su cuenta de twitter clamando porque las diferencias que se viven en el Externado se tramiten al interior de la Universidad. Usó la manida frase “la ropa sucia se lava en casa”. Estoy de acuerdo. El problema es que el único lavadero que funciona bien en el Externado ya sabemos cuál es.
Por eso solo cuando los estudiantes le pegan a la vanidad rectoral en las redes sociales y las denuncias son tan graves que los medios hacen eco de ellas, aparecen las soluciones, así sea a medias. Lo de la censura en la página web y el “instructivo” para el examen oral de cierto docente nos avergonzaron ante el país.
La actual acreditación se dio por ocho años, pero a la luz de la situación actual de la Universidad se especula que la renovación se otorgue por menos tiempo.
Inquietudes de cara a la renovación de la acreditación del Externado
La actual acreditación se dio por ocho años, pero a la luz de la situación actual de la Universidad se especula que la renovación se otorgue por menos tiempo.
Por: Hernando Parra.
Profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
Las Instituciones de Educación Superior –IES– que voluntariamente opten por someterse al proceso de mejoramiento de su calidad, deben surtir el trámite de la llamada acreditación institucional, contemplado por la ley marco de la educación, cuya dirección y ejecución le fue asignada a un Consejo Nacional –CNA–, institución que, entre otras funciones le corresponde el nombramiento de los pares académicos encargados de practicar las visitas y los análisis a cada ente educativo.
El Externado emprendió labores en busca de la acreditación a mediados de 1998, y luego de arduo trabajo en equipo logró el primer reconocimiento para su Facultad de Derecho, habiendo alcanzado la mayor calificación, fijada entonces en el término de 10 años. Con sustento en esta experiencia se adelantaron luego los procesos de acreditación para varias facultades, y finalmente le fue reconocida la institucional, con sobresaliente calificación. Esta última se encuentra actualmente en curso de renovación, y en espera de visita de los pares académicos ya designados.
Y es precisamente de cara a este nuevo proceso cuando emergen fundadas preocupaciones relativas a diversas temáticas que serán objeto de evaluación, y sobre varias de cuales la Universidad continua rezagada o con un desempeño precario, que la alejan de aquellos indicadores de gestión que resultan determinantes para un alcanzar a una destacable calificación culminado el proceso.
En primer término, la Universidad desatendió el compromiso asumido en las últimas visitas en el sentido de incorporar un estatuto docente, que hoy continúa añorando la comunidad profesoral, tanto más ante la actual coyuntura, pues es ante situaciones de crisis cuando se impone brindar a los docentes elementos de estabilidad en su contratación y de cierta solidez en su proyección. Otro factor a evaluar será el del gobierno universitario, que permanece caracterizado por un anacrónico régimen, donde un poder rectoral omnímodo mantiene sometido a un Consejo Directivo sin muestras de renovación, pese a tantas promesas, y que ahora ante la pandemia hacen más que ilusorio el momento para lograr ese cometido. Lo cierto es que este sistema de administración no puede ser modelo para ninguna universidad que aspire en la actualidad a prestigio alguno.
La tan anhelada rendición de cuentas tampoco se ha llevado a efecto, y por tanto la comunidad externadista continúa sin información certera acerca del verdadero estado financiero de la Universidad, circunstancia que propicia una aguda especulación en diversos sentidos, pues mientras en los medios de comunicación se menciona a nuestra Casa de Estudios como la más solvente del país, en foros más reducidos se comenta acerca de un posible déficit en el giro ordinario de su actividad.
Ahora más que nunca cobra importancia conocer la capacidad económica del Externado para atender las afugias de sus estudiantes, profesores y funcionarios, pues lo cierto es que nadie saldrá indemne de esta situación. Todo lo anterior justifica que buena parte de la tarea de los pares académicos estará dedicada a estudiar la sostenibilidad económica de la institución.
Por su parte, el indicador relativo a la actividad investigativa, tampoco parece halagüeño, si se le compara con el registrado por otras instituciones universitarias de similar condición. Algo similar puede anotarse respecto del llamado índice de movilidad estudiantil, que señala el número de alumnos en programas de intercambio académico internacional, donde nuestras ejecutorias son muy reducidas.
Sin duda también llamará la atención de los pares el bajo desempeño en las pruebas Saber Pro -verdadero referente oficial- pues desaparecimos del grupo de las diez primeras universidades del país destacadas en estos exámenes, según el último reporte de 2019.
En fin, la aspiración en todo proceso que conduzca a la renovación de la acreditación institucional o de programa, es la de superar –o al menos conservar– el resultado previo, de suerte que en razón de lo anotado, las directivas del Externado se enfrentarán al enorme reto de explicar con detalle la razón de estas deficiencias, y de asumir el compromiso de corregirlas, y para lo último no tienen opción distinta de requerir el concurso de un sólido estamento universitario, es decir del trabajo mancomunado de todos los externadistas.
Profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
El Gobierno de una institución como la Fundación Universidad Externado de Colombia se tiene que dar dentro de los parámetros de la transparencia, deber fundamental de cualquier persona que maneje recursos ajenos, lo que exige la entrega espontánea, oportuna y completa de toda la información contable a sus destinatarios. Obligación no cumplida a cabalidad en nuestra alma mater y casa de estudios por las siguientes razones:
1) Lo normal es que la información se ponga a disposición de los interesados durante un razonable tiempo previo a la reunión del órgano correspondiente, para que los destinatarios personalmente o acompañados de expertos puedan hacer la verificación necesaria, cuestión que en nuestro caso no ha sucedido, aunque en todos los escenarios se diga lo contrario. Cuando se va a ejercer el derecho se cae en la dilación y hasta en la agresión verbal, como sucedió conmigo en una de las reuniones del Consejo Directivo.
2) El tener toda la información sobre los asuntos de la Universidad es un derecho de los miembros del Consejo Directivo, así como la obtención de las copias de las actas de sus reuniones y su ejercicio no pude depender de una votación. Sin embargo, ante la exigencia de varios directivos y con mayorías completadas con el voto afirmativo de miembros del Consejo Directivo, que a su vez son Decanos y Directores de Departamento, aprobaron el bloqueo completo de la información al establecer que el Consejo Directivo “determinará los documentos a los que los miembros pueden acceder y consultar, incluyendo actas”. Y que “en la forma y con el alcance que determine el Consejo Directivo, sus miembros podrán consultar los documentos relativos a los estados financieros”.
3) Ante la situación así planteada dentro del propio Consejo Directivo y fuera de él, se presionó la realización de una Auditoría Externa Independiente y así se aprobó, pero su resultado fue fallido por lo siguiente:
3.1) Según lo afirmó el funcionario de la firma Auditora en reunión con el Consejo Directivo, antes de dar comienzo a su trabajo, él había informado al Rector sobre la imposibilidad de llevar a cabo una verdadera Auditoría teniendo en cuenta el cuestionario propuesto, el sólo permitiría una simple revisión de cuentas, pero al Consejo Directivo no se le informó para haber hechos los respectivos ajustes.
3.2) Desarrollada la revisión de cuentas, se nos entregaron tres carpetas en donde se ratificaba que no era una verdadera Auditoría y que no se habían encontrado hallazgos por comentar, lo que llevó al Rector y a las mayorías del Consejo a precipitarse con un comunicado a la comunidad dando un absoluto parte de tranquilidad porque la Auditoría había sido todo un éxito, afirmación que ratificó el Rector en reciente reunión de Directores de Departamento.
3.3) Después de publicado el comunicado y a pedido de uno de los Representantes de los Estudiantes, se obtuvo la entrega de una cuarta carpeta de la Auditoria en donde aparecen delicadas observaciones que deben ser dadas a conocer por el propio Rector para así desenmascarar su comunicado y de paso establecer de quién es la farsa.
4) Los Estados Financieros de la Universidad no han sido aprobados en debida forma, porque ello se ha hecho con mayorías completadas con el voto de miembros del Consejo Directivo que a su vez son Decanos o Directores de Departamentos, quienes como tal son ordenadores del gasto, configurándose así un conflicto de intereses puesto que estarían aprobando sus propias cuentas.
Por todo lo anterior y teniendo en cuenta la situación en que se encuentra la Universidad, solicitó la realización de una nueva Auditoría General, especial e independiente que verifique entre las varias cosas toda la contratación desde el año 2010, los costos de la nueva obra, los giros al exterior y la posible legalización de gastos de fuera del país.
Invito a los aspirantes al Consejo a luchar por la democracia y transparencia en nuestro Externado. Si bien nuestra comunidad profesoral se divide entre los sumisos, los indiferentes y los combatientes. Exhorto a los primeros, para que en un arranque de carácter se liberen; a los segundos, a comprometerse en la tarea por la recuperación de nuestro claustro; y a los demás, a continuar en su lucha.
Por medio de la presente, publicamos textualmente el mensaje que hizo llegar a EL RADICAL la Doctora Emilssen González de Cancino, dada la importancia de sus palabras y la pertinencia de su propuesta.
Carta de la Doctora Emilssen González de Cancino a EL RADICAL
Por medio de la presente, publicamos textualmente el mensaje que hizo llegar a EL RADICAL la Doctora Emilssen González de Cancino, dada la importancia de sus palabras y la pertinencia de su propuesta.
Tienen razón, en esta coyuntura cobra mayor relieve la importancia de la solidaridad, tanto con los próximos, como con los lejanos.
En cuanto a la comunidad del Barrio Egipto, a la cual pertenecemos, creo que podríamos articular los programas que la Universidad ha hecho hasta ahora en relación con cursos de capacitación, biblioteca atendida por personal el Externado, etc., así como los esfuerzos de algunos profesores individualmente o con el apoyo de sus Facultades. Recuerdo con especial afecto la labor de Manuel Rojas de Administración, con voluntarios de varias facultades. También están los trabajos de Yolanda Sierra, de Derecho, con las artesanas del barrio; y las investigaciones, tal vez también intervenciones concretas, pero las desconozco, de Mauricio Rubio, de Economía. En fin, mis datos pueden estar muy incompletos, pero no se partiría de cero.
Sin embargo, creo que lo que surge en las coyunturas debe pensarse con intención de permanencia porque en el vecindario hay muchas necesidades. (También pienso en los comerciantes y otras personas de la Calle 12).
No dudo de la existencia de estudios previos sobre la misma comunidad, o sobre temas particulares que puedan aplicarse en este entorno; con base en ellos se podría adelantar una labor de conocimiento, articulación y ejecución interesante para darle unidad, fortaleza y elementos para su perduración a corto, mediano y largo plazo.
Habría que empezar pronto, quizá adelantando iniciativas de urgencia, pero comenzar a adelantar también una organización estable.
Es obvio que también hay que poner sobre la mesa iniciativas para la financiación que, en mi ignorancia al respecto, veo, por lo menos interesante, que reunieran esfuerzos de la Universidad y contribuciones privadas internas y externas.
El Consejo Directivo por fin da en el punto, y hay que reconocer las buenas intenciones, pero nos quedamos cortos y la incertidumbre se vuelve a poner sobre la mesa.
Externado Libre ¡y Libre de limitaciones! Buena cara aquí, pero continuismo allá
El Consejo Directivo por fin da en el punto, y hay que reconocer las buenas intenciones, pero nos quedamos cortos y la incertidumbre se vuelve a poner sobre la mesa.
Por: Javier Andrés Pérez.
Estudiante de Derecho de la Universidad Externado de Colombia.
Parafraseo las palabras del Rector, sobre la decisión “colegiada” del pasado 5 de mayo: nuestro ideario es pluralista y democrático, y busca otorgar educación a sectores no favorecidos económicamente. Dijo también, y con toda razón, “somos y seguiremos siendo la Universidad más pública de las privadas”.
Hace unos días discutía con una colega —estudiante de Derecho de otra Universidad— y le explicaba qué significa para mí ser un verdadero externadista. Con total seguridad, le decía: “el externadista es libre, y eso le hace crítico; es trabajador, y más cierto no podría ser para quienes estudiamos Derecho en esta Casa; pero más importante aún, es solidario, y es que esto no podría ser distinto conociendo nuestro pasado: que hemos sufrido junto con muchos la injusticia desde la Regeneración, que hemos sufrido el conflicto armado, y que hemos sido discriminados, incluso adentro, por pensar diferente —y tantas otras dificultades humanas que son propias de cualquier institución.
Sin embargo, pese a los obstáculos, y hablo con la propiedad producto de las experiencias de un joven estudiante que se ha litigado orgullosamente su permanencia en esta Casa de Estudios, el Externado sigue siendo un faro de libertad, y lo es porque, fuera de una u otra manzana podrida, nuestras Instituciones funcionan, ¡y sí que funcionan cuando un externadista defiende sus derechos y enarbola la bandera descrita por Nuestra Constitución!
Estas palabras, y otras, son las que me enamoraron en un primer momento. A nuestra Universidad la ha caracterizado, y por esto somos envidia para muchas otras a día de hoy, que somos, en verdad, un Externado humano. Y fueron estas mismas palabras las que llevaron a ponderar, según el Rector, la “solidaridad y acceso a la educación de un lado, con la estabilidad financiera de nuestra universidad del otro”. En este sentido se dispuso, entre otras cosas, (i) un descuento del 15% al Calendario B, siempre que la situación de vulnerabilidad sea sumariamente acreditada, y (ii) un descuento del 5% para quienes paguen de contado y que es acumulable con el anterior.
Surgen muchas inquietudes. Por un lado, qué tan sumario resulta el procedimiento de petición de descuento cuando a nuestro honorable Consejo Directivo lo que sí le ha caracterizado es la excesiva rigurosidad probatoria y argumentativa para justificar merecimientos, la misma que ha dado cuenta de la insensibilidad, respecto de las vicisitudes psicológicas que padecen nuestros estudiantes, para la acreditación de la cuarta causal de revisión; peor aún, hablando desde la experiencia personal, que la actitud de varios docentes sobre el asunto resulta siendo un reflejo de aquel gran defecto.
Es bastante inverosímil que, de la noche a la mañana, toda la psiquis del Consejo haya cambiado. Otro cuestionamiento es qué concepto de alivio económico maneja el Consejo Directivo al disponer un descuento únicamente del 15%.
Con todo respeto, pero al menos a mi juicio, esta suerte de alivio de una parte es irrisorio en porcentaje, y de otro, desconocedor de la situación que viven muchos colombianos actualmente, pues no pretende cubrir a la totalidad de la población estudiantil: todos somos afectados, aunque no en igual proporción. Un lector podría controvertir lo primero al sostener que el descuento del 15% es posible que se le acumule el 5%. Me pregunto: ¿qué proporción de estudiantes de la primera situación podrá ser capaz de gozar de la segunda? ¿Quién tenga dificultades económicas podría llegar a pagar de contado? Esto da idea del análisis abiertamente abstracto y superficial de los debates que se llevaron a cabo dentro del Consejo.
Por otro lado, ¿qué vamos a hacer con los estudiantes, de calendario A y B, que siguen pagando su año académico a día de hoy? Esto me deja un sinsabor que se concreta en lo siguiente: ¿cuál es la verdadera razón que llevó al Consejo a decidir de esta manera, o más precisamente, qué interés terminó pesando más? ¿Nos están cosificando como si entre nosotros existieran zonas grises?
Si lo que queremos es ponderar el acceso a la educación, reconocer a la población vulnerable, procurar la solidaridad y tener un Externado Libre, libre de limitaciones, ¿por qué ignorar tan tajantemente al resto de la población estudiantil, los de Calendario A y B que hoy siguen pagando sus matrículas? Aliviemos el hoy, además de pensar en el mañana, ¿o estamos ante un interés oculto de diferenciación para la aplicación de descuentos? Honestamente, pareciera que para estos casos haya primado la estabilidad financiera, trato sin lugar a dudas desigual.
Nuestro Consejo se queda corto, a pesar de sus buenas intenciones. Sin duda, podemos hacer mucho más, sobre lo que ya se hizo y lo que no se tuvo en cuenta.
Directivos, por favor, no olviden que en esta situación todos somos vulnerables, que las clases no se están dictando de manera presencial a pesar de cualquier contingencia, que la solidaridad hoy vale más que cualquier estabilidad financiera —y más tratándose de Nuestra Universidad— y que otro principio a ponderar es sencillamente: la igualdad.
De lo dicho creo que es posible extraer: (1) el Consejo lanzó sus cartas, sí, pero el debate sigue abierto, y es hora de que aquellos que se encuentran en estas otras situaciones no contempladas lancen las suyas: pensemos en el Ahora; (2) hay que poner la lupa en la implementación de las decisiones ya adoptadas para que no se trate otra vez de la excesiva rigurosidad que ha caracterizado al Consejo. Todo lo anterior porque (3) es hora de que nos unamos y saquemos adelante propuestas que busquen la mayor cobertura de alivio posible, porque es hora de que nuestro Externado vuelva a demostrar, como apunté más arriba, que somos solidarios, que estamos libres de limitaciones argumentativas y políticas, y con razón, que somos la envidia de muchas otras Universidades, porque somos desde luego, un Externado Humano. Finalmente, (4) que esto no sea otra demostración de que continuamos con el mismo Consejo Directivo, uno que no pretende ceder, aun ante estas dificultades, aunque Hoy demuestre una cara distinta para una parte de la población.
Pirulo es externadista y tiene derecho a opinar y a votar
Como egresado, señor Henao, NO comparto su gestión en la rectoría. Me parece opaca, lejana y enrocada.
Por: Mauricio Velandia.
Graduado de la Universidad Externado de Colombia.
Al Externado le debo el apodo que pesa más que mi nombre de pila. Vendí pirulos (colombinas) en la plazoleta, y quedé bautizado como “Pirulo”.
En el Externado conocí mi primer amor. Ella primípara, yo en tercer año. Perdí seis materias de siete. El amor de Portón 28. Tocó pedir reintegro. No me sentí solo. Dos de mis grandes amigos perdieron ese año, yo digo que en solidaridad conmigo. Me sentía por fin con libertad. Fui agudo siempre en mis comentarios y apreciaciones. Crítico siempre. ADN externadista.
Enderecé el camino, académicamente hablando. La 12 seguía siendo mi refugio los viernes en la tarde. Muchas amigas. Y Conocí la mujer con la que me casé. Terminando quinto año tuve tres oportunidades para trabajar con profesores de la U. Decidí irme para la Superfinanciera. El profesor Emilio Archila fue mi mentor desde allí. Fui monitor en el Departamento de Derecho Económico. Después fui profesor de la materia electiva de Derecho Financiero en la Facultad de Finanzas, materia que estaban abriendo por primera vez. La Facultad de Finanzas me concedió una beca para realizar mi especialización. Gratitud por siempre.
Comencé a ser profesor de Derecho. Con esa curiosidad propia del externadista conocí a un expositor mexicano que vino a la institución. Fui designado su conductor por unos días. Por cuenta de ese “trabajo” me invitaron a la Superintendencia de Bancos de México, pues él era su director. Esta solicitud llegó hasta oídos del Rector, Fernando Hinestrosa, quien por primera vez sabía de Pirulo. Acababa de cumplir 26 años.
Fueron seis meses maravillosos en México. Volví y me separé de mi esposa. Seguí siendo profesor en la Facultad de Finanzas y conocí allí a quien pienso fue mi segunda compañera de vida. Luego tomamos cada cual su camino.
Fueron múltiples encuentros con el Maestro. Un día me dijo que “el Externado era como Brasil en los mundiales, sus mejores jugadores entrenaban en el extranjero y se juntaban para el mundial y ganaban el campeonato”. Me apoyó siempre, pesar de mi record de seis de siete en 1991.
En medio de su enfermedad, pero erguido, fue al lanzamiento de mi libro, editado por el Externado. Hizo la presentación y dijo en corto que yo era una persona independiente y que era un verdadero externadista. Hay testigos. Me llamó por teléfono un día antes de morir. Yo no estaba en la oficina y quedó pendiente esta conversación final.
En el Externado conocí a la mamá de Simona, mi hija de dos años. Tengo 50 años. Desde los 26 he estado vinculado a la Universidad. He dictado clases en pregrado, posgrado y maestría. Ocupé distintos cargos públicos siempre con el estandarte del Externado arriba. Siempre bien calificado por los alumnos.
En esos libros de abogados mundiales aparezco en la primera franja en el tema de Antimonopolio. Pero por esas “cosas del Externado” como dice un buen amigo, no tengo “contrato de trabajo como profesor”. Fue mi decisión no pertenecer a la nómina de ningún Departamento y por eso no he rogado. Sentí y siento que ese es el primer paso para pasar de la subordinación a la sumisión al Director. Yo no quiero perder mi amistad con las personas que quiero y admiro. Tampoco quiero perder mi libertad. No puedo votar para el cargo de Rector. No me dejan, pues no soy “profesor”. Esa pirueta huele a clientelismo o “tamal” electoral.
Soy externadista, doctor Henao. Usted y yo somos muy diferentes. No soy de amiguismos, ni de recomendaciones, ni de miedos por perder el poder o un cargo. No comparto su gestión en la rectoría. Me parece opaca, lejana y enrocada. Y a veces pienso que en el fondo lo que pasa es que desde el Grupo Bolívar o por cuenta del Grupo Bolívar controlan al Externado. Por ahí no es la cosa. Al Externado lo gobierna los liberales independientes. Existe una gran diferencia entre “Fernando Hinestrosa del Externado” y “José Alejandro Cortés de Davivienda”. Ese puesto en una junta no puede resultar tan costoso.
¡Quiero votar! ¡Soy profesor egresado! He contribuido a construir el Externado de hoy. Demando una solución para los muchos que están en la situación que yo vivo. Los independientes sin contrato y autónomo, sin tamal. Espero no me quiten las pocas clases que ahora me asignan. Siempre salgo bien calificado. Tengo testigos. Cuando hablé con la Decana de ese tema me dijo que contrato no había para mí. Solo estoy ejerciendo de externadista. Opinando de frente y sin miedos, no en pasillos y restaurantes como lo hace la mayoría, que quiere un cambio y que Usted está aún a tiempo de liderar.
¿Puedo tener contrato sin bajar la cabeza? O ser sumiso es ser normal.
Así como tenemos una Constitución con unos principios hermosos y armónica, también contamos con una Universidad fundada en un ideario sublime. Todo muy bien en el papel, pero completamente contradictorio en la práctica.
Así como tenemos una Constitución con unos principios hermosos y armónica, también contamos con una Universidad fundada en un ideario sublime. Todo muy bien en el papel, pero completamente contradictorio en la práctica.
Por: Exalumno cauteloso.
Cuando me gradué de la Universidad recuerdo que el maestro Hinestrosa nos dijo: “lleven el título de Externadistas con orgullo y arrogancia”. Creo que se lo decía todos los graduandos. Imagino que lo afirmaba porque creía invenciblemente que el Externado nos había preparado mejor que cualquier otra institución, como profesionales y humanistas.
Hace poco mi hijo me manifestó su intención de estudiar Derecho y me preguntó cuál sería la mejor universidad para hacerlo. También recuerdo que la misma pregunta le hice a mi padre, quien en su momento me manifestó: ¡sin dudas! el Externado, pues de allí habían egresado los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia, quienes habían sido además sus profesores y porque la institución se había fundado sobre las bases del liberalismo; era abierta, humana, con un gran afecto hacia nosotros los provincianos.
Pero esa respuesta, lastimosamente la dejé para mis adentros, y aunque también le dije a mi hijo que la mejor opción sería el Externado, las razones que le di fueron otras. Le manifesté que ninguna universidad lo prepararía tan bien para enfrentar al país como esta. Entonces volvió a preguntarme el porqué de mi aseveración y le dije que el Externado era un pequeño Colombia, principalmente una maqueta del Estado Colombiano. Insistió en que diera más sustento a mi argumento. Le dije que así como teníamos una Constitución conformada por unos principios hermosos y bellísimamente armónica, teníamos una Universidad fundada en un ideario sublime.
No obstante, en ninguno de los casos se había logrado el cumplimiento de aquellos, porque, al igual que en la Constitución y el Estado Colombiano, una cosa es lo que quieren los ciudadanos e inclusive el Presidente, y otra lo que hacen las personas que se encuentran en la administración, la forma en la que se conculcan los derechos fundamentales, se omite el cumplimiento de la ley, se olvida que el servidor público es eso, un servidor, una persona que está al servicio de otra y una vez sentada allí, en su silla poderosa, invierte la lógica y se vuelve autoritaria.
Entonces mi hijo me preguntó: ¿y en qué forma el Externado me enseña eso? Y le respondí: actuando exactamente igual que el Estado, como su maqueta. No te tratará como un cliente o un consumidor que lo ha escogido de entre el inmenso abanico de posibilidades que tienes para educarte en Colombia o en el mundo, sino como si no hubiera otro sitio al cual ir. Por eso te impondrá reglas, como lo hacen quienes tienen posiciones dominantes, muchas de ellas redactadas por los mismos que escribieron aquellas que convirtieron al Estado Colombiano en una Torre de Babel; te encontrarás con la Teoría del Derecho, los derechos fundamentales, la presunción de inocencia, la buena fe, dictadas por verdaderos maestros, pero no verás su aplicación en el mismo instante que debas presentar un examen, reclamar un derecho o adelantar un trámite administrativo en la Universidad.
De hecho, verás que sin importar si estás en pre grado o posgrado, te harán sentarte a dos sillas de distancia de tu compañero para que no te copies, porque a pesar de todos los valores que te he inculcado presumirán que eres un tramposo y que no vas a aprender sino a obtener un título que solo allí se puede expedir.
Verás que la unidad administrativa de la Universidad aplica unas normas completamente diferentes a las que te enseñarán tus profesores; que te obligarán a cumplir y presentar todo tipo de documentos en una oficina que actúa en desarticulación con la otra y por ende un mismo documento no te servirá para las dos dependencias; se dirigirán a ti, en el mejor de los casos, de manera cortante porque creen que te están haciendo un favor y te cambiarán las condiciones una y otra vez, porque como buen reflejo del Estado, la incertidumbre es nuestra característica; te encontrarás con que el papel sigue siendo el único elemento contentivo de la verdad, porque el sistema operativo ha sido creado por abogados del siglo pasado, sí, ese que pasó hace ya 20 años, para quienes el mundo digital es cuestión de los ingenieros y no del Derecho; entonces, fieles a sus limitados conocimientos, aplican las reglas que conocen a los procesos administrativos, creando así un mar de requisitos, obstáculos, trámites, sino idénticos, superiores a los que se pueden encontrar en una ley de contratación Estatal y hechas para combatir al alumno en su presunta posición delincuencial.
Y el ¿Rector?, hijo, el Rector es como el Presidente, siempre está rodeado por los que crean ese caos y jamás le reconocerán que las cosas no están bien y feliz de ser adulado por ellos. Por eso al igual que el Maestro Hinestrosa, el Rector Henao, cree que estarás más que preparado para enfrentar al país que nos tocó.
Entonces mi hijo me dijo que tal vez estudiaría ingeniería y le respondí que en Colombia para ser un ingeniero exitoso había que especializarse en ley de contratación Estatal.
*EL RADICAL pública este artículo de un exalumno de la Facultad de Derecho de los 90, aunque sea un análisis anónimo. Respetamos y compartimos el derecho de la comunidad Externadista de expresar sus opiniones de manera libre, así no quieran firmar los textos.
¿Qué papel juegan los Consultorios Jurídicos? ¿Cómo pueden mejorar su servicio? ¿El del Externado cumple con las expectativas de sus usuarios? Una reflexión que invita a reformular un aspecto clave de la Facultad de Derecho: su Consultorio Jurídico.
¿Por qué conformarnos con lo poco si podemos ir por lo mucho?
¿Qué papel juegan los Consultorios Jurídicos? ¿Cómo pueden mejorar su servicio? ¿El del Externado cumple con las expectativas de sus usuarios? Una reflexión que invita a reformular un aspecto clave de la Facultad de Derecho: su Consultorio Jurídico.
Por: Anamaría Castellanos Artunduaga.
Profesora y Asistente de Investigación del Departamento de Derecho Procesal.
En su más reciente edición, El Radical convocó a reflexionar “para el Externado en esta época de crisis global”. Es difícil no reflexionar en esta coyuntura, este es un gran momento para reinventarse, innovar, probar y acertar ¿Equivocarse? Es hora de procurar acertar o de por lo menos intentar ¿Qué más da? Todas las ideas requieren de gran trabajo para hacerlas realidad y por mucho esfuerzo nadie asegura su éxito, pero bueno, de mil errores saldrá un acierto que valga la pena.
Aquí mi reflexión personal acerca de un aspecto que está llamado a reformularse en las facultades de Derecho: el Consultorio Jurídico. Este requisito de los abogados es invaluable, un gran servicio obligatorio, un aporte a la sociedad que debería brindarse con altura, la más alta. Por lo menos, como se brinda un servicio jurídico en las mejores Firmas o Departamentos Jurídicos del país. No tendría porque ser de otra forma, al final es un servicio jurídico que no debería disminuir su calidad por cuanto los usuarios/clientes son personas de escasos recursos económicos.
Es más, por ser los usuarios quiénes son (personas de escasos recursos) debería ser un servicio de una calidad aún más alta ¿Romántico? Quizás ¿Imposible? No. La academia debería brindar el extra, la milla de más que no tiene el mundo laboral.
En ese orden de ideas, aquí una serie de ideas que podrían aplicarse para iniciar ese camino hacia la excelencia.
El Consultorio Jurídico en su manejo y estructura administrativa, en cuanto sea posible, debe concebirse como una empresa. La más similar, sería una Firma de abogados. Y, como es apenas obvio, las habilidades que exige dirigir un negocio no son las mismas que se necesitan para ejercer el Derecho. Por ello, se requiere un cambio de mentalidad (dejar de lado el ego muy de nuestra profesión) y el desarrollo de habilidades típicas de otros profesionales.
¿Qué implica lo anterior? Tomando como referencia el Libro The Small Firm Roadmap, como mínimo se debe tener en cuenta y documentar, escribir, plasmar:
“Estudio de mercado”: para ofrecer un mejor servicio hay que conocer el mercado. No se debe limitar a los demás Consultorios Jurídicos, debe incluir las diferentes prácticas jurídicas. No solo en Colombia, abrir los ojos al mundo puede ser muy provechoso.
Objetivos y estrategia: es la oportunidad de construir en grande, de definir qué se quiere de la práctica legal en el Consultorio Jurídico. Esto va y debe ir más allá de lo reglamentado en el Decreto 196 de 1971 y la Ley 583 de 2000.
Se necesita ir más allá, conectar los anhelos de una sociedad más justa con los lineamientos de la Universidad, los perfiles de los egresados, la comunidad a la que se brinda el servicio hasta llegar a unos objetivos y estrategia propia del Consultorio Jurídico.
Visión: cuando solo se quiere cumplir con un requisito legal, será difícil por no decir imposible, encontrar una visión. ¿Qué se desea lograr con el Consultorio Jurídico? La respuesta no puede ser ambigua, no puede parecerse en nada a las disertaciones clásicas de las providencias judiciales. Por el contrario, debe ser clara, medible y fácil de expresar. Sin duda será una labor complicada para los abogados, un gran reto.
Medición: sí, hay que medir. Se debe trabajar en proyectos y objetivos a corto plazo que estén alineados con los objetivos a largo plazo. Se deben establecer, revisar y actualizar constantemente los indicadores clave de rendimiento (KPIs).
Servicios centrados en el cliente: servicio realmente enfocado en los usuarios, los actuales no están diseñados así. No es cuestión solo de no cobrar ¿Qué tal si creamos una experiencia para el usuario que demuestre que nos preocupamos por ellos, que entendemos quiénes son y qué necesitan? ¿Qué pasa si los clientes nos escogen, no por ser gratis, sino por ser los mejores?
Construir un Consultorio Jurídico ajustado a los usuarios implica, entre otras cosas:
a. Ejecutar sistemas que aseguren la diversidad, el acceso y la inclusión. ¿A quién está dirigido un Consultorio Jurídico que atiende de forma presencial y en horario laboral? ¿Está dirigido a las amas de casa de las comunidades aledañas?
b. Comunicarse con los usuarios de la forma que ellos prefieran sin dejar de lado la seguridad de los datos. Por ejemplo, por qué no implementar chatbots para las cuestiones más recurrentes, un programa que brinde respuestas a las preguntas más repetidas.
c. Usar lenguaje sencillo, siempre. Si no lo entiende un niño de 5 años, vuélvalo a redactar. En especial, en las comunicaciones con los usuarios y en los documentos jurídicos. Recuerde: servicio centrado en el cliente, servicio realmente enfocado en los usuarios.
d. Diseñar una experiencia de recepción, admisión, información y entrega agradable para sus usuarios.
e. Estructurar un proceso para capturar la opinión de los clientes que permita conocer su nivel de satisfacción para poder trabajar activamente para mejorarlo.
Adquisición de clientes: la situación actual nos ha cambiado muchos aspectos de la vida diaria, ni se diga en el mundo jurídico y en la Universidad. Basta con preguntarse ¿Está funcionando el sistema judicial? ¿Quién está yendo a la Universidad? ¿Están atendiendo en el Consultorio Jurídico?
Para desarrollar un plan de marketing se debe empezar por la estrategia. Las preguntas bases para construir una estrategia de marketing son: ¿Cómo es un cliente ideal? ¿Dónde buscan actualmente las soluciones esos clientes ideales? y ¿Qué tipo de mensajes resuenan en ellos? ¿Se necesita un plan de marketing? Sí, si se quiere tener una buena reputación, llegar a más gente y ofrecer un servicio de calidad.
Estandarización de sistemas y procedimientos: la excelencia en el servicio se logra con la construcción de sistemas para entregar un trabajo legal consistente, de alta calidad, libre de errores. Y los beneficios van más allá, estos sistemas y procedimientos permitirán optimizar el trabajo, crear una mejor experiencia para el usuario, reducir los errores, delegar o entregar el trabajo más fácilmente a los estudiantes, manejar mejor el equipo y construir una Consultorio Jurídico que sea más fácil de escalar.
Todo ello debe estar documentado, de forma clara y de fácil entendimiento, se deben incluir flujos de trabajo, tanto administrativos como de servicio al usuario, y se debe tener un sistema para revisar regularmente estos flujos de trabajo para encontrar oportunidades de automatización y mejora.
Así mismo, se debe hacer seguimiento a las prácticas de productividad personal y gestión del tiempo. ¿Por qué no tener un sistema de registro del tiempo como el que usan las Firmas y los Departamentos Jurídicos?
Tecnología: es innegable que hoy en día la tecnología se necesita y se debe saber usar. Por ello, además de adquirir tecnología se debe brindar continuamente capacitación en los sistemas y herramientas tecnológicas. ¿Reducir el uso del papel no podría ser un objetivo? En las circunstancias actuales que útil sería tener los expedientes digitalizados. Esto permitiría trabajar de forma productiva y segura sin estar en el Consultorio.
Debemos ponernos al día, con papel o sin papel, en la seguridad de los datos y seguir las buenas prácticas.
Como se puede observar es un camino que no requiere una inversión financiera desbordante. Como la mayoría de grandes cambios, lo que se requiere en altas dosis es voluntad y un cambio de mentalidad. Una vocación por ofrecer un servicio de excelencia que sobrepase el requisito de grado que la ley exige.
Si queremos una mejor sociedad necesitamos mejores profesionales y, para ello, debemos empezar por mejorar nuestra oferta educativa en todos sus aspectos. Mi apuesta es por un Consultorio Jurídico que nos lleve a ser mejores abogados.
El “Albaceazgo” del Rector tiene al Externado dividido y sin ninguna posibilidad que exista una reconciliación.
Por: Ramiro Bejarano.
Profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
La Rectoría de Juan Carlos Henao no pasará a la historia por sus logros sino por sus reiterados desaciertos, su terquedad y su soberbia. No cumplió con el impostergable encargo de asegurar el tránsito tranquilo de suceder al Doctor Fernando Hinestrosa sin disolver la Universidad. Por más que la administración y sus áulicos pretendan ignorarlo, lo cierto es que el Externado hoy está dividido, no tiene lenguaje ni propósitos comunes, y no hay posibilidad alguna de reconciliación, porque el Rector en vez de convocar, fracturó en sectores la planta profesoral a extremos insolubles.
El día que se haga el inventario de errores de Henao, ocuparán sitio preferencial el haberse negado a que se realizara una auditoria franca y transparente del manejo de los haberes de la Universidad, lo cual hoy sigue siendo un misterio; el haber torpedeado el funcionamiento del Consejo de Profesores y la renovación oportuna de sus voceros en el Consejo Directivo que completó un cuarto de siglo; y, por supuesto, haber aceptado a regañadientes crear la decanatura de la Facultad de Derecho, para designar a una persona que tampoco aglutinó a la comunidad externadista y, por el contrario, ha contribuido a la creación de bandos.
En efecto, Juan Carlos Henao desaprovechó la oportunidad de haber enviado una señal positiva de superación de las diferencias entre externadistas que él imprudentemente propició, llamando a la decanatura de Derecho a una persona de reconocida trayectoria en la Facultad, acatada y respetada. No fue capaz de acertar, porque prefirió el camino errado de designar a quien distingue como su amiga de antaño.
El resultado no ha podido ser más desafortunado para él pero sobre todo para la Universidad: en la decanatura de Derecho no hay una profesora experta que honre este rango, sino una improvisada amiga al servicio de los intereses rectorales.
La institución requería una Decana en Derecho que descongestionara la labor rectoral, pero sobre todo que condujera en armonía sus avatares académicos y diarios. Si Henao hubiese designado, por ejemplo, a la doctora Emilssen de Cancino, nadie habría puesto en duda ese nombre. La doctora Emilssen, como la llamamos el grueso número de sus discípulos, ha sido profesora por más medio siglo en nuestra Casa de Estudios, reconocida catedrática, y persona con la que el diálogo siempre es sencillo, pluralista, respetuoso y conciliador. Esos atributos, de los que participan otros profesores, son todos ajenos en Adriana Zapata, una persona que, salvo por su cercanía personal con el rector Henao, carece de las horas de vuelo para tomar el control de una decanatura de una Facultad que no conoce ni tampoco sabe quién es ella.
Para no ir muy lejos, la doctora Zapata ejerce su poder interrumpiendo groseramente las comunicaciones telefónicas y luego pretende justificarse alegando que lo hizo porque se agotó el temario, lo que no es ni siquiera una disculpa. ¡Vaya manera de dialogar¡ No era esto lo que necesitaba la Escuela de Derecho más importante del país.
Por fin el Rector se atrevió a promover la “renovación” de los profesores en el Consejo Directivo. No me sorprende que su maniobra sea milimétrica solo para garantizar sus intereses y los de la familia Hinestrosa. ¿Y los de la Universidad qué?
Por fin el Rector se atrevió a promover la “renovación” de los profesores en el Consejo Directivo. No me sorprende que su maniobra sea milimétrica solo para garantizar sus intereses y los de la familia Hinestrosa. ¿Y los de la Universidad qué?
Por: Juan Pablo Estrada.
Profesor de la Universidad Externado de Colombia.
Un sabor agridulce deja la convocatoria a elecciones para renovar la representación profesoral en el Consejo Directivo. El dulce lo pone el dejar de ser el hazme reír de las universidades. Predicar permanentemente postulados liberales y democráticos no resultaba coherente con haber aplazado por casi 25 años esta elección.
Ingresé a los salones libertarios del Externado en 1988. Me hice abogado en 1993 y dicto clases desde el 2001, así para efectos electorales y de reconocimientos solo sea profesor desde que firmé un contrato. Porque tenemos también el record de ser la única universidad en la que la condición de docente la certifica un jefe de recursos humanos y esto depende, no de haberse parado frente a un grupo de estudiantes a transmitir conocimientos, sino de haber superado la informalidad del contrato de prestación de servicios profesionales, pero ese tema da para otra columna.
Las celebración de esta jornada electoral, solo ese hecho, debe alegrarnos, sobre todo a quienes hemos tenido la osadía de ser críticos de esa y otras malas mañas que se volvieron ley, para honrar el espíritu liberal y el talante externadista.
Lo agrio viene por cuenta de las reglas que se han fijado, llenas de “huequitos” pero, sobre todo, por las que están por fijarse por la Secretaria General a quien al mejor estilo de las monarquías, se le delegó todo por su “cercanía” con el soberano.
Seguramente ese reglamento cuidará sus intereses y nada más. De modo que habrá elecciones, pero no garantías ni renovación. No es fortuito que solo cuando el sol está sobre sus espaldas, el Rector Henao se haya atrevido a promover esta “renovación”, que ha planeado de forma milimétrica para garantizar los resultados que más le convengan a él y a la familia Hinestrosa, pero no a la Universidad.
La mermelada, que existe y se reparte en el Externado, dará frutos y salvo alguna honrosa excepción, veremos áulicos y mandaderos que se sumarán al comité de aplausos. Ya es tristemente célebre un personaje sobresaliente solo por sus maniobras y lagartería, que regenta dos de las cátedras más importantes que pueden dictarse en una Facultad de Derecho, cuyo mérito más evidente es su cercana relación con el Director de Departamento, a quien postula y nombra sin siquiera sonrojarse como árbitro en millonarios tribunales arbitrales, tema del que me ocuparé con datos y nombres propios en otra columna, pues en mi sentir, como el de mucho que comentan este suceso, es un hecho que avergüenza nuestra Universidad y pone en tela de juicio el sentido de la ética de los involucrados y evidencia, una vez más, que el amiguismo es el criterio para asignar las cátedras y las dignidades en la Universidad.
De modo que habrá elecciones y con ellas sacará pecho ocho años después el Doctor Henao. Nada va a cambiar, porque seguimos “volando”. Por el bien de nuestro Externado, que este Consejo no dure otros treinta años.
Posdata: Inexplicable que un jurista y académico de la talla del ex ministro Yesid Reyes Alvarado haya tenido que irse a los Andes para poder tener una cátedra que le negaron en su Universidad por odios e inquinas. Si le hubiera pedido consejo al profesor Juan Camilo Neira otro gallo le hubiera cantado. Sensible pérdida para la comunidad externadista.
Posdata 2: Desde ya y por no aparecer ni en la lista de electores a pesar de tener responsabilidades académicas desde 2001 en posgrados y 2003 en pregrado, me declaro víctima del marrullero reglamento.